XII

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Nunca había peleado con Claude de está manera, siempre había una que otra discusión que terminaba con unas cosquillas de su parte, pero en parte lo entiendo. Ahora mismo quiero golpear a todo aquél que le haga daño a mí hija.

Así que sin pensarlo mucho, me levanté de el mueble en el cuál llevaba aproximadamente una hora pensando, Claude tenía razón, de nada sirve pensar cuando sabemos que ella está allá afuera, tal vez con frío o hambrienta. El pensamiento me hizo temblar de solo pensarlo.

Me dirigí a las escaleras subiendo los escalones con lentitud pensando qué palabras le diría a Claude para calmar su furia, no necesitaba pensar mucho pero por alguna razón me encontraba nerviosa. Algo raro definitivamente.

Subí directo a la habitación, me detuve cuando mí mano estuvo apunto de tocar la puerta para pedir permiso, ¿Acaso soy una idiota? Cuando aún vivíamos en el palacio lo llamaba adolescente hormonal sin pena ni arrepentimiento, y ahora me da miedo tocar una estúpida puerta.

Sin pensarlo más, entré a la habitación cerrando la puerta, respiré hondo para hablar tranquilamente, pero cuando miré a mí alrededor la habitación que compartía con Claude estaba totalmente vacía.

La cama perfectamente tendida llamo mí atención, sobre sus sábanas un sobre blanco con forma de carta era notado sobre todas las cosas, así que sin pensarlo mucho corrí a rasgar el sobre y procedí a leer:

"Diana, no soy bueno escribiendo cartas, mucho menos cuando son de despedidas, aunque eso no lo creo posible. ¿A dónde voy? Con suerte hacía adelante.

Sé que es de cobardes marcharse y dejar solo una carta, pero no puedo sino escribírtela porque decirte adiós me es imposible. No podría volver a mirarte porque me perdería en el color de tus ojos, no podría volver a hablarte porque me quedaría atrapado entre tus labios, por eso me marcho ahora y te dejo todo mi amor en ésta carta.

Quiero que sepas que nunca he amado a alguien tanto como a ti, y seguiré haciéndolo a pesar de los pensamientos de los demás, pero la vida se basa en tomar elecciones, y no voy a esperar que esas elecciones me tomen a mí.

El fruto de nuestro amor está allá afuera, perdida, desolada, no puedo ni imaginar que estará sufriendo en ese infierno, por eso no me quedaré sin hacer nada. No quiero poner sus vidas en peligro, así que yo mismo tomaré las riendas en el asunto.

La traeré de vuelta amor, así que quiero que me prometas que mientras me esperas vivirás, ve la vida egoístamente sin pensar en nadie, ve con Félix y Lilly a dónde quieres pero prométeme que siempre volverás esperando mí regreso.

Mientras tanto yo viviré por ver tu sonrisa una vez más.

Siempre tuyo, Claude."

Mis manos comenzaron a temblar y lágrimas cayeron por mís mejillas como cascadas, perdí la fuerza en mís piernas cayendo de rodillas al suelo con fuerza. Pero no sentí nada comparado al agujero en mí corazón.

Arrugue la carta en mís manos aferrándome a ella cómo sí fuera todo lo que me quedaba, hoy perdí no solo a mí hija, sí no también a mí esposo. Perdí a mí mitad, mí complemento y mí vida entera.

Ningún dolor es comparado al de perder a un ser querido.

Dicen que no hay mal que por bien no venga, pero a veces nos rompemos la cabeza pensando cual será el bien, después de haber perdido algo que era muy importante y valioso para nosotros.

La princesa pérdida de Obelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora