Mi cara lo decía poco por mí. Si un día mí hermano mayor dijo que era un libro abierto, ese día era un pergamino con las letras bien mayúsculas que decía a gritos una lista de frases no muy convincentes: Quiero largarme de aquí, los odio a todos, les sonrío para no quedar mal pero en el fondo todos ustedes me caen tan mal como la mierda.
Había una cola de narices para poder entrar en el palacio y estar rodeado de tanto noble me estaba revolviendo las tripas. Venían en grupos o bueno en familias, creo yo, y cada uno hablaba de una cosa diferente. Y enserio, yo no era un cotillo y odiaba meterme en conversaciones ajenas que no me interesaban, sobre todo si no paraban de hablar de mierdas como lo rico que les había estado el pavo de la comida o lo sedoso que es el caviar. Pero joder, esta gente hablaba tan alto que era imposible no enterarse de nada.
Esbocé una mueca de desagrado y me llevé una mano al cuello de la camisa para desahogarme. Lo que uno hace por amor.
En resumidas cuentas: no pintaba una mierda en todo éste numerito y si por mí fuera me largaría sin planteármelo dos veces. Pero claro, si me piro tendremos un espadachín a la parrilla.
Respiré hondo, tratando de tranquilizarme.
Esto no durará mucho, solo tendrás que estar unos minutos para hacer el caballero que siempre protegerá a su dama y luego te largas.
Este pequeño monólogo interno logró tranquilizarme, o al menos lo hizo durante la mayor parte de la espera, porque como bien sabréis mi paciencia no es muy famosa por su larga duración y más si hay un idiota que cada vez me sacaba más de quicio. Puedo soportar a un tipo estúpido, pero un tipo estúpido que se tarda es otro nivel.
Había un noble delante mía, un noble con cara de pedir dos golpizas bien dadas. Y el muy imbécil estaba todo el rato haciendo espacio y dando empujones para que supuestamente nadie se pusiera delante.
Me la aguanté, joder vaya que sí lo hice, pero cuando ya terminó de calentarme las pelotas por completo, exploté como la dinamita.
El gordo que tiene pinta de pervertido me pegó un empujón con el brazo y se puso bien ancho delante de mí para esperar a que los guardias de la puerta le dieran permiso de entrar. Tenía su trasero delante de mis narices y para colmo me pegó un pisotón, y es que además de ser imbécil el tío era más grande que un día sin comida.
Cerré mis manos en puños y me mordí la lengua tratando de contener unas palabras que al final terminaron por salir, y eso que acostumbro a ignorarlos, vivir con dos hermanos y una hermana me hizo aprender que la paciencia es muy importante en situaciones cómo estás. Pero no podía solo sonreírle y hacer como sí no paso nada, así que simplemente le dije:
-¡Eh, tú!-lo llamé de mala gana. El tío se giró cuando le di un par de golpes en el hombro y cuando miró para abajo para observarme, no vacilé:-¿Acaso tienes complejo de bachata o es qué tienes unas tremendas ganas de cagar y no sabes cómo disimular?
El hombre se quedó confundido por un momento y pestañeó un par de veces. Cuando capto por fin se llevó una mano a la boca, afligido por mis palabras. Los de atrás también se dieron cuenta y murmuraron algo a lo bajo que no pude escuchar.
Ahora sí entienden de todo, ¿Eh?"
- Estúpido -murmuré, comenzando a cabrearme.
-Guardia, este hombre no es de la fiesta del rey-escuché decir entonces al señor ganas de cagar.
No, encima tendré que montar un numerito.
El soldado me miró con el ceño fruncido y se acercó a mí.
-Nombre y familia, por favor- me pidió el guardia.
-No necesito que me andéis con interrogatorios-aseguré sin andarme con rodeos. -Soy el invitado de la princesa, Kabel Ernst ¿es que no lo sabéis? ¿Nadie se acuerda?-Me crucé de brazos y mi cara de mala hostia aumentó - No me jodas.
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La princesa pérdida de Obelia
FanfictionUn rey sin corona, salvará un reino que estaba perdido, y lo perdido será encontrado de nuevo. Un torbellino de energía oscura atrapó a los habitantes de Obelia, ahora una energía positiva les devolverá la libertad. Una nueva luz nacerá a la profund...