Day II: Talk with him

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El cabello café de la morena era acomodado por una coleta alta mientras mecía su falda.

—¿Qué toca hoy, Spinel? —se observaba en el espejo, perfeccionista.

—Voy a hablar con él —mordió su lapicera —aunque creo que primero debí hacer este paso —se encogió de hombros.

—¡Vamos, es súper lindo! —exclamó. —Oye, ¿crees que estoy gorda? —preguntó mirándose en el espejo.

—No —respondió y siguió mirando su libreta.

—Spinel, ven —la muchacha levantó la mirada —te dije que vengas —pidió. La teñida se acercó —date la vuelta, mi amor —acató la orden. La morena le desató las coletas y le hizo unos adorables moños —¿vas a volver a teñirte?

—Quizás, aunque White dice que deje de molestar o de arruinarme el cabello —respondió neutral. La morena aseguró los moños y le pidió que se girara.

—Te ves bonita.

—Me veo igual que siempre pero con otro peinado —respondió Spinel mirándose en el espejo.

—¡Oh, vamos, no seas así! —sacó su celular y miró la hora —es tarde, vámonos.

—¡Espera! —Connie se detuvo —necesito saber qué horario es mejor para hablar con él: ¿en el recreo de las 10:55 o en el receso de las 4:40? —mordió su lapicera. —¿O debo considerar la hora de salida? —mordió su lapicera nuevamente, de repente se detuvo e hizo una mueca —¡ugh! Se rompió —gruñó viendo las gotas de tinta bajar por su lengua. Connie se limitó a reír.

—Es la tercera vez de la semana.

—¿Por qué te ríes? No es gracioso —hizo un mohín, arrugando su nariz.

—Claro que sí, nena —le guiñó el ojo soltando una leve risa. —Cualquier horario está bien —se inclinó a la rosada —créeme.

Entraron al salón, topándose con un grupo de personas cuchicheando.

—Puedes hablar ahora con él —alentó la morena, observando de reojo a la rosada. Esta miró su libreta con sus apuntes y leyó:

El hombre perfecto tiene que tener:
→Buen físico.
→Carácter dominante.
→Altas aspiraciones.
→Convivencia diaria agradable.
→Detallista.
→Gracioso y divertido.
→Sentido de la existencia práctico y romántico.
→Generoso.
→Firme”.

Esos eran algunos de sus apuntes, tragó saliva y se animó a acercarse al muchacho.

—Hola, soy Spinel y tú el chico perfecto, ¿no? —forzó una sonrisa. Realmente ella no era de sonreír mucho porque no lograba sonreír agradablemente.

—Realmente no —sonrió incómodo —soy Steven——

—Universe, tienes dieciséis años tu padre es millonario, tu madre falleció y vives con tus madrinas —la muchacha agrandó su sonrisa.

—Uh... Estuviste... —“acosándome” pensó él. Steven buscó una palabra menos grosera.

—¡Investigándote! —interrumpió. Spinel se notaba emocionada. Aquamarine se colocó al lado de la rosada.

—Hola, Steven, ¿qué tal? —sonrió. Él parpadeó incrédulo, ¿desde cuándo tenía tantas chicas detrás de sí?

—Bien, ¿y tú? ¿Quién eres? —habló incómodo. La azulada miró con desprecio a la autista.

—Oye, Spinel, ¿qué tal si te vas a hacer la nueva tarea de historia?

—Pero no mandó y ni siquiera tuvimos en el día.

—¡Claro que sí! Por favor, haz una tarea y lárgate de mi vista —la muchacha retrocedió y se alejó —rara —miró al morocho que estaba incómodo —¡lo siento! Ella está... —hizo un movimiento con su dedo —... Loca, no le prestes atención. Te acosó, ¿verdad? —se apoyó en el banco ajeno.

—No creo eso —admitió.

—Ah, pues... No sabes qué pasó...

...

Ella meneó sus caderas y se inclinó a la autista a pesar de ser mucho más baja que la contraria.

—¡Oh, mierda! —comenzaron a mirarse todos, sabiendo qué ocurriría. Connie intentó pasar entre la multitud pero esta no brindaba colaboración. —¡Pelea! —comenzaron a gritar y cuando Aquamarine abrió la boca, insinuando que hablaría, todos se callaron.

—Respóndeme una pequeña duda: rarita —le dio la espalda —¿por qué cuando dos chicos pelean se ve horrible... —levantó su dedo índice, girándose. Mordió su labio para luego relamerlo —... Pero se siente tan bien? —se acercó a la rosada —no debería preocuparme por esta mierda —lo pensó —pero con este chico... —la autista hizo una expresión incrédula —... Demonios —ironizó, moviendo su pie fingiendo vergüenza.

—Ey... Aquamarine, sé razonable —intentó meterse Connie, finalmente entrando en aquella ronda. —¡No puedes competir contra Spinel! ¡Ella tiene——

—¿Qué? ¿Por qué no? —rió —yo estoy más determinada que ella —se acercó amenazante a la rosada. —¿Acaso vamos a tener un problema? —Spinel entreabrió sus labios, intimidada —¿hay algo qué discutir? ¡Claro! Mejor haz tu puesto de niña inteligente y callada, ¡no soy como las demás! —rió —¿para luego enfrentarme así? —se acercó intimidante. —¿Qué estarás pensando? Cuando piensas en él, ¿en qué pensarás? “Ey, chico millonario, di lo que podrías ser...” ¡pero! —exclamó —él peleará por mí. Dará cara a la multitud POR MÍ —recalcó —mientras tú pensarás: “podrías ser visto conmigo, ¿y seguir actuando orgulloso? ¡Ey! —se abrazó a sí misma, cerrando sus ojos y mostrándose con falsa vergüenza —¿podrías tomar mi mano? ¿Y podrías cargarme a través del país de nunca jamás?” —se acercó más a la rosada, causando que retroceda —está bien que él no esté de acuerdo “pero yo pelearía por ti” pero ¡adivina! Él peleará POR MÍ —la empujó. La mayor cayó al suelo, causando que la menor suelte una risa.

—¡No te atrevas a tocar a Spinel! —ambas gemelas rubias agarraron de los brazos a la morena.

—Así que... “Chico millonario, si estás libre alguna noche... ¿Quieres pelear por mí? Si es que aún tienes dinero —le guiñó el ojo a la rosada que se levantó, temblorosa —yo pelearía por ti, ¡si tú peleas por mí!”! —gritó y le brindó una cachetada a la rosada. —Para que sepas en no meterte con lo que es mío —le escupió el rostro y comenzó a caminar. La rosada apretó los puños y corrió a Aquamarine, agarrándola del cabello y abalazándose encima. —¡Ay, quítenme a la loca de encima! —la rosada tiraba con fuerza del cabello de la más baja —¡quítate! —gritó y apoyó una de sus manos en el rostro ajeno. La rosada frunció más el ceño y mordió uno de sus dedos, para luego golpearle el rostro, escuchándose un ruido.

—¡Ow! Le rompió el tabique —susurró una.

—Está loca... —susurró otro. Todo se convirtió en murmuros constantes.

—¡Déjenla en paz! ¡Spinel! —gritó Connie, sintiendo las lágrimas bajar. —¡Para! —soltó ese grito desgarrador.

El director entró, mirando la escena. Con dificultad, separaron a ese par.

—¡Al cuatro de detención! —gritó el director a la rosada que bajó la mirada y fue hacia dicho lugar. —¡Ey, ¿qué mierda hac——observó cómo un chico, rompía la ventana, tirando una silla por esta.

Autismo | Stevnel [Remasterizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora