1861
Las Guerras del Opio habían dejado al país devastado, el Reino Inglés se había mantenido casi 20 años consecutivos luchando contra China por el poder comercial; y a pesar de las victorias, las derrotas a niveles económicos, personales y anímicos les había dejado por los suelos.
El opio era una conocida planta, famosa por sus cualidades curativas, tanto era así, que en el Reino Inglés la conocían como "La medicina de Dios"; la visión de esta planta no era igual para los rivales, los orientales la veían como una sustancia peligrosa, como un veneno al que los humanos no debían acercarse. Su contrabando hizo estallar una guerra entre ingleses y chinos, el conflicto que empezaría en 1839 y se pausaría en el 42 con una victoria para los occidentales volvería a estallar más tarde, con la unión de franceses al bando europeo, en el 56 y hasta 1860. Con su derrota, los asiáticos se vieron en la obligación de permitir el comercio del opio.
El triunfo, a pesar de habérselo llevado el bando Europeo se vio muy afectado. Tal vez, y solo tal vez, con un poco de suerte podrían recuperarse en varios años.
El Reino Alemán no fue beligerante en el conflicto, pero notó como los reinos limitantes al suyo sufrían una devastación íntegra en sus tierras; a pesar de no haber estado involucrado, su princesa Samantha III, más conocida como la Alemana, se vio afectada por los estragos de la batalla, el hombre con el que mantenía algunos encuentros fugaces tuvo que marchar con las tropas en representación de la Casa Francesa: Carlos Right, el Apolíneo, príncipe de Francia.
El Rey Alemán tras las victorias del Reino Inglés comenzó una estrecha relación con el soberano de dicho reino, ambos se necesitaban, y sabía que la casa anglosajona estaba pasando por uno de los peores momentos que había vivido en lo que llevaba de historia. Acordó las nupcias de su hija con el primogénito del otro, con el fin de, juntos, llegar a ser una de las mayores fuerzas económicas, comerciales y sociales del mundo.
Así que, ya sin oposición, Samantha no podía alargarlo más, tras años espantando pretendientes de una forma u otra, el día había llegado. Inglaterra estaba viviendo una crisis financiera y necesitaban casar a su primogénito con la futura heredera de la corona alemana.
— Ellos lo necesitan, y nosotros también. ¿Ni siquiera puedes hacerlo por tu pueblo? — preguntó el rey a su hija — Además, es el momento de casarte con un buen hombre, y el príncipe de Inglaterra es el indicado.
— ¿Y cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan seguro?
— Nos hemos estado carteando — le confesó a su hija con voz imponente.
— ¿A mis espaldas?
Samantha había sido siempre una princesa muy libre, los reyes habían sido muy cautos en cuanto a su educación, pero sus actos nunca eran del agrado de estos, por eso no consideró mucho el hecho de recriminarle su sucia jugada. No dejaba indiferente a nadie. "Una dama no debe comportarse de esa forma" le repetía la reina cada vez que tenía ocasión.
— Ni siquiera le conozco, padre — dijo sonando verdaderamente apenada. No quería casarse, y por supuesto no quería dejar de ser independiente y empezar a ser un adorno más en la vida de un hombre.
— Por eso va a venir a hospedarse con nosotros durante unos meses.
— ¿Meses? — preguntó ella alarmada.
Casarse no entraba en sus planes, ella estaba convencida de que podría reinar sola sin necesidad de un hombre.
— ¿Y puede saberse cuánto tiempo me queda antes de que llegue y me ates a él?
— Lleguen, querida.
— ¿Lleguen?
— El príncipe vendrá acompañado de su hermano y su consejero, por supuesto — tras decir esto hizo una pausa y después continuó — En dos días estará aquí.
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Historia de un Amor ·Flamantha·
FanfictionTras una serie de conflictos bélicos, los reinos de Inglaterra y Alemania deciden casar a sus primogénitos. Samantha de Alemania, es una princesa con carácter y aunque lo ha alargado como ha podido, ha llegado el momento. ¿Podrá olvidarse de quién...