CAPÍTULO 14

1K 57 25
                                    

Flavio se levantó intranquilo, no saber nada de la princesa le había tenido en vela toda la noche y apenas había podido descansar. Se levantó de un salto de la cama completamente decidido a buscar a Samantha para saber qué había ocurrido la noche pasada. Quizás ir a buscarla a su habitación era un poco arriesgado, así que la solución más obvia era buscar a Maialen y preguntarle donde se encontraba la princesa. Rápidamente salió de su habitación y se dirigió a las cocinas donde seguramente se encontraba la muchacha ultimando algún detalle del día.

— Buenos días, Mai — dijo contento por haberla encontrado a la primera.

— Buenos días, grillito — dijo dándole un pequeño abrazo — ¿Qué tal has dormido?

— Bastante mal, he estado intranquilo.

— ¿Y eso?

— No vino a la sala del piano y estuve preocupado.

— ¿No fue? Qué raro, yo la ví saliendo de la habitación.

— ¿De verdad?

— Sí, yo pensaba que iba a la sala...Parece ser que no.

— ¿Le pasaría algo?

— No creo, esta mañana estaba perfectamente.

Flavio estaba confuso. ¿Por qué no fue como siempre? ¿Había hecho algo que le molestase? Maialen tampoco sabía dónde había ido, y eso era aún más raro porque siempre se contaban todo.

— ¿Sabes dónde puede estar ahora?

— Iba a dar un paseo por los jardines para airearse.

Con una sonrisa agradecida se acercó a la castaña y le besó la mejilla antes de salir corriendo hacia allí y así buscar a su princesa. Los jardines eran bastante grandes así que quizás le iba a costar un poco encontrarla a la primera. Dio un par de vueltas con paso apresurado hasta que a lo lejos cerca del laberinto vislumbró la cabellera rubia de la princesa. Cambió su rumbo para dirigirse hacía allí de manera que no pareciese tan sospechoso y cuando llegó a su altura, la agarró disimuladamente del brazo y la introdujo en el laberinto para que nadie los viera.

— ¡Me has asustado! — le gritó una vez dentro del laberinto.

— Shhh, no grites que nos van a oír.

— ¿Qué quieres? — dijo enfadada — Has interrumpido mi paseo.

— Anoche no viniste a la sala.

— ¿Y por qué iba a ir?

— Porque es lo que hacemos todas las noches, es algo nuestro.

— Bueno, está claro que te lo estabas pasando muy bien anoche en la fiesta — dijo sin mirarle — Pensé que era una señal de que se había acabado.

— ¿Cómo puedes pensar que quiero que se acabe? — dijo dolido.

— Está claro que congeniaste muy bien con tu futura esposa... — dijo conteniendo las lágrimas — Ya tienes a tu Julieta, enhorabuena.

— ¿Mi futura esposa?

— Obviamente, no es que tengas más.

— No tengo ninguna.

— ¿Qué? — dijo mirándole por fin.

— No nos vamos a casar, dijo que no al matrimonio porque somos como hermanos.

— ¿De verdad?

— Claro, es como una hermana mayor para mí — dijo con una sonrisa para tranquilizarla — ¿Estabas celosa?

Historia de un Amor  ·Flamantha·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora