CAPÍTULO 8

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Samantha estaba algo confusa con la carta de Eva. ¿También iba a casarse? Hacía mucho que no hablaba con su amiga. Se quedó pensativa, llevaba sin hablar con ella desde lo de Carlos... ¿Estaría Eva feliz con su pretendiente o estaría tan triste como ella ante lo que se le venía? De repente fue sobresaltada por Maialen cuando entró para buscarla.

— Sam, deberías volver a la mesa antes de que a tu madre le estalle la vena del cuello — dijo riendo.

— Diría que es imposible pero de ella me espero todo.

— ¿De quién era la carta?

— De Eva, va a casarse y me ha escrito para felicitarme por mi propia boda.

— Hacía mucho que no sabíamos nada de Eva.

— Es que dejamos de hablar después de lo de su hermano, ya sabes...

— No me hables de ese desgraciado — dijo enfadada — Carlos nunca te mereció.

— La pregunta es: ¿alguien lo hace? — bromeó.

Maialen rió ante la broma de la princesa. La verdad es que Samantha se merecía mucho más de lo que había estado recibiendo. Primero fue lo de Carlos y ahora la boda con Rafael, a quien no quería. Al menos no sentía tanto como lo hacía por Flavio, de eso estaba segura la castaña.

— Nadie merece a esta princesa preciosa y rubísima — dijo tirándose sobre ella para abrazarla.

— Quizás...

— ¿Quizás, qué?

— Nada, da igual — dijo intentando contenerse para no decirlo en alto.

— Todo lo que tengas que decir es importante.

— Eso me dice Flavio siempre.

— Es que Fla es un amor — dice dulcemente — A mí también me escucha todo el tiempo aunque solo diga tonterías.

— No dices tonterías, eres la persona más interesante del mundo.

— Lo dudo, pero bueno...

— Anda, vámonos a la mesa antes de que vengan a buscarnos.

— Quizás vendría Bruno a buscarnos — dice subiendo y bajando las cejas.

— ¡Pero bueno, Maialen! — dice Samantha ojiplática — ¿Hay algo que no me estás contando?

— Es que ser vuestras palomas mensajeras y guardias personales une mucho.

— Por ahora te libras pero quiero que profundicemos en este tema.

— Ya veremos...

Maialen la besó en la mejilla antes de abrir la puerta del comedor para que la rubia entrase. Todas las miradas se dirigieron hacia ella, ya estaban tomando el postre.

— Siento mucho mi retraso.

— Podrías haber esperado a que acabáramos para leer la carta — la regañó su madre.

— Es que parecía importante, no he podido resistirlo.

— ¿De quién era la carta, prima? — preguntó Anne para acabar la bronca y Samantha la sonrió agradecida.

— La carta era de Eva, quería felicitarme por mi compromiso y contarme que ella también va a casarse.

— ¡Cierto! — dijo su padre de repente — Me escribió su padre hace poco y me comentó que estaba prometida con el príncipe Hugo de Noruega.

Samantha sintió un escalofrío. Sabía que a Eva le gustaba el príncipe desde hace muchísimo tiempo, no podía creerse que ella fuera la única a la que le iba a tocar casarse sin sentir nada. Su prima la agarró la mano por debajo de la mesa para apretarla cariñosamente. Anne también conocía a Eva y sabía la suerte que estaba teniendo al no casarse con un extraño. Samantha sonrió a la de rizos y suspiró.

Historia de un Amor  ·Flamantha·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora