CAPÍTULO 11

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Todos estaban estáticos sin saber que responder para no desvelar el secreto. Tanto Anne como Gèrard sabían que no iban a traicionarlos ni contar su secreto, los conocían lo suficientemente bien como para saber que hacía mucho tiempo que nos los veían tan felices, y si la razón era que se estaban viendo a escondidas, no se lo contarían a nadie.

— Que Flavio se está viendo a escondidas con Maialen — dijo Anne finalmente y se giró hacia el de gafas — Siento habérselo contado, pero ya nos había pillado.

— ¿Con la doncella de Samantha? — preguntó sorprendido su hermano — Vaya, no me lo esperaba en absoluto.

— Sí, siento no habértelo contado antes.

— Lo entiendo, como no es de nuestra clase te avergonzaba.

A Samantha le molestó enormemente ese comentario pero por la cara de Flavio parecía que a él tampoco le había gustado.

— No me avergonzaba, Maialen es increíble — dijo entonces — Simplemente quería que fuera un secreto para disfrutarlo de manera más privada.

— Pero le hemos pillado — añadió Gèrard.

— ¿Y cómo surgió? — preguntó el de rizos interesado.

— La primera noche en el castillo no podía dormir y salí a pasear un poco por los corredores, me la encontré y comenzamos a hablar.

— ¿Y estás feliz?

— Bastante, la verdad.

— ¿Te estás enamorando, hermanito?

Flavio se quedó en blanco, no podía responder a eso delante de ella. Anne y Gérard le miraron ojipláticos esperando también una respuesta después de que ellos también se estaban enterando de todo en ese momento.

— No seas cotilla — dijo Flavio riendo — Intuyo que te encuentras mejor.

— Bastante, creo que me sentó mal el bizcocho de limón.

— Es mi favorito — dijeron Samantha y Flavio a la vez y se miraron sonrientes.

La de rizos y el rubio también se miraron entre ellos. Era una mirada cómplice porque ahora todo tenía más sentido. Anne había notado a su prima más feliz de lo normal desde que los ingleses habían llegado, cosa que la extrañaba porque sabía lo infeliz que le hacía la boda y que aún no estaba enamorada de él. Se sentía algo estúpida por no haberse dado cuenta antes, y más viendo como se habían comportado cuando estaban cantando. A Gèrard y ella les había resultado extraña la cercanía, pero ninguno había unido cabos hasta entonces. El rubio por su parte también se sentía como la condesa, ahora entendía por qué su amigo no le había dicho nada. Cuando encontró la nota, le sorprendió que no se lo hubiera contado ya que se lo decían todo y no había secretos entre ellos. Además, Flavio sabía de sobra que nunca le hubiera juzgado por salir con una doncella, así que le resultó extraño tanto secretismo.

— Ya sé que es una salida conjunta, pero me gustaría dar un paseo con mi prometida — dijo entonces Rafa mirándola con una sonrisa.

Samantha intentó sonreír, aunque estaba segura de que lo que le salió fue más una mueca más o menos disgustada. No quería sonar egoísta pero ¿por qué había venido? Ahora mismo estarían explicando todo al rubio y su prima, y podrían haber pasado la tarde sin fingir más, juntos. En cambio, ahora tendría que pasar parte de lo que les quedaba de tarde con él.

— La barca está rota, así que es mejor que andéis — dijo Gèrard.

— También nos podemos quedar todos tranquilitos y charlando aquí — sugirió Samantha.

Historia de un Amor  ·Flamantha·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora