CAPÍTULO 2

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Hacía casi una hora que Samantha se había ido a dormir, pero parecían años porque no era capaz de coger el sueño. No solía tener insomnio, pero las emociones del día parece que le estaban jugando una mala pasada. Silenciosa decidió levantarse y aprovechar el silencio nocturno para leer en su sitio favorito: la sala de música. Desde que era muy pequeña siempre había sentido completa adoración por la lectura y la música, de hecho era una gran cantante. Así que siempre que necesitaba un momento a solas, le gustaba ir a la sala que nadie usaba, era solo suya y todos lo sabían. A medida que se iba acercando, escuchaba una leve melodía procedente de allí. ¿Había alguien en su sala? Se oía como alguien estaba tocando el piano y se extrañó porque sabía con certeza que no eran sus padres ni su prima. Intentando ser aún más silenciosa, abrió la puerta para ver quien era el intruso. Se sorprendió al ver que no era otro que el hermano del príncipe. Flavio. Tocaba el piano con gran maestría y a pesar de que hubiera echado a cualquiera que entrara sin permiso, decidió quedarse ahí espiando sin interrumpirle, porque sería un delito que por su culpa parase cuando se notaba que estaba disfrutando. El cese de la melodía le hizo volver a la tierra y por fin decidió entrar y cerrar la puerta tras ella.

— Toca maravillosamente — dijo entonces para que el muchacho fuera consciente de su presencia.

Flavio se asustó ligeramente y se colocó las gafas sonrojado.

— Muchas gracias, majestad — respondió tímido — Es lo que más me gusta hacer en el mundo.

— ¿Usted tampoco puede dormir?

— No — respondió con una pequeña sonrisa — Me tengo que habituar al nuevo espacio.

— Lo comprendo — dijo devolviéndole la sonrisa — Cuando no puedo dormir siempre vengo aquí para estar sola. Es algo así como mi sala.

Entonces Flavio se levantó rápido del piano y bajó la mirada al suelo avergonzado. No se podía creer cómo había sido tan estúpido de entrar ahí como si estuviera en su propio hogar. Era un gesto muy maleducado por su parte.

— Lo lamento, princesa — se disculpó — Debía haber preguntado si podía usar el piano, ha sido terriblemente descortés por mi parte el haber entrado aquí sin permiso.

— ¡Oh, no! —respondió Samantha rápidamente — No se preocupe, solo la llamo mi sala porque nadie más la usa.

— Igualmente debía haber preguntado.

— De verdad, no supone ningún problema que use esta sala.

— Es mejor que me vaya a mis aposentos — dijo mirándola de nuevo — Así puede estar tranquila y continuar su lectura.

— Insisto en que se quede, por favor.

— ¿No preferiría estar en silencio?

— Solo si usted tocara estrepitosamente mal — dijo riendo y provocando que el de las gafas riera con ella — Es agradable verle sonreír tan abiertamente, es la primera vez que le veo en el día de hoy más de una tímida sonrisa.

— Soy bastante tímido — dice mirándola a los ojos — Además, como ha podido comprobar mi hermano habla por ambos.

Samantha sabía que era cierto, Rafa hablaba tanto que a veces era difícil seguirle el ritmo. Oyó como su ''invitado'' reía y le miró con curiosidad.

— Disculpe, princesa — dijo recomponiendose— Me ha hecho gracia el gesto de su cara.

— Me alegra que mis gestos le hagan gracia — rió sinceramente — Me voy a sentar en esa butaca a continuar mi lectura. Le ruego que continúe, ambos podemos compartir este espacio.

Historia de un Amor  ·Flamantha·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora