¡Feliz Navidad!

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Samantha miraba la mesa con inquietud. Sabía que todo estaba en su lugar, y que solo faltaba poner la cena cuando todos estuvieran sentados. Aún así, sentía que se le estaba olvidando algo. Con un suspiro volvió a su habitación y se tiró cansada sobre la cama hasta que Flavio volviese. El moreno había salido a comprar los últimos ingredientes para la maravillosa cena que estaban preparando. Después de que Anne diese a luz, la pareja se había vuelto a marchar de viaje para la poca sorpresa de sus amigos. Desde que lograron librarse de sus ataduras reales, era lo único que habían estado haciendo en su vida. Querían disfrutar de todo solos, sin esconderse y sin perderse absolutamente nada de lo que el mundo y otros países tenían a su disposición. Habían sido años maravillosos, cansados pero emocionantes, y sobre todo les habían hecho ver que, sin duda, tenían a la persona correcta a su lado. Samantha sonrió inconscientemente mientras acariciaba la colcha. Después de tantas andanzas, habían decidido tomarse un tiempo para disfrutar de su modesta casita, la cual se pasaba la mayor parte del tiempo vacía. Habían sorprendido a sus amigos con una invitación a celebrar la cena navideña ahí con ellos. Ninguno se podía creer que por fin supieran dónde andaban sus amigos, ya que estaban acostumbrados a vivir con la continua duda de que en qué parte del mundo estarían. Habían mandado una carta a Rafa y Ana Julieta, y estaban esperando su respuesta. Anne y Gérard habían sido los primeros en aceptar la invitación, más que nada porque habían ido en persona para darles una sorpresa.

Los guardias, felices de ver a ambos allí, les dejaron pasar. Entraron cuidadosamente al castillo, sin hacer ruido o levantar alguna sospecha, y la chica se sorprendió de lo poco que había cambiado el lugar en su ausencia. Ahora Gèrard y su prima eran los reyes de Alemania, y por lo que había oído después de llegar de su último viaje, estaban gobernando maravillosamente. Flavio miraba todo con una sonrisa feliz, pensando en todos los momentos que esas paredes vieron entre  el gran amor de su vida y él. Agarró la mano de la rubia y la besó con cortesía y cariño cuando pasaron frente a la sala del piano. Ella simplemente le correspondió con una sonrisa cómplice, y la sostuvo fuerte la mano del chico. Estaban sintiendo un mar de emociones en ese momento. Dentro de la sala del trono se encontraban los reyes, inesperadamente sin Bruno y Maialen, que seguían siendo el consejero real y la mano derecha de la reina, ya que tenían el día libre. Samantha y Flavio entraron como si nada, llamando demasiado la atención para que supieran que estaban allí, y haciendo que la de rizos y el rubio salieran corriendo al ver a los recién llegados.

— ¡Madre mía, estáis guapísimos! — dijo Anne aún abrazada a Samantha.

— ¿Cómo lo habéis pasado? Por lo que veo esa vuelta al mundo os ha sentado más que bien — habló Gèrard.

— ¿Y este corte de pelo, Sam? — preguntó de nuevo la morena tocando el pelo de su prima. 

Realmente estaban muy emocionados de verlos, tanto que apenas les estaban dejando hablar con tanta pregunta, cosa que hacía reír sin parar a ambos.

— Ha estado todo genial — respondió Flavio con una sonrisa y llevó su mano al hombro de su mejor amigo — ¿Y por aquí, qué tal? ¿Dónde está Bastian?

— Lleva un rato durmiendo — respondió Anne dulcemente y dirigiendo la mirada a su amigo — Nos recuerda mucho a ti, Gèrard siempre dice que tiene tu carácter siempre tan sosegado y risueño.

El pequeño adoraba las siestas y era tan tranquilo como él, y a Flavio se le encogió un poco el corazón y sus ojos lo reflejaron. Samantha, que no había hablado ni una sola vez pero no paraba de sonreír, aumentó el agarre en la mano del moreno y se dispuso a hablar.

— Tenemos una noticia que esperamos que os haga felices — dijo sin borrar la sonrisa y miró a Flavio esperando que este la animase a seguir hablando — Por el momento no nos vamos a marchar de nuevo.

Historia de un Amor  ·Flamantha·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora