Samantha había decidido que quería tener al menos una cita con Flavio antes de casarse. Al principio había pensado que sus quedadas nocturnas eran básicamente citas pero como ninguno había admitido sus sentimientos por el otro hasta esa mañana, creía que era el momento perfecto para llamar a la de esa noche ''cita''.
— ¿Segura que nadie te ha visto robar toda esta comida de la cocina? — preguntó el moreno riendo.
— Segurísima.
— ¿Te ha ayudado Mai?
— Claro, es mi fiel escudera.
— Te iba a traer más flores pero me ha pillado vuestro jardinero y casi me mata por arrancar una...
— Lo importante es el detalle — dijo oliendo la rosa amarilla que le había traído el moreno — Es preciosa.
— Como tú.
— Que adorable — dijo besándole la mejilla sonoramente.
— Estaba nervioso por la cena.
— Pero si cenamos juntos a diario — rió la rubia.
— ¡No es igual! — dijo riendo nervioso — Esto es más serio y estamos solos.
— Flavio, estamos solos todas las noches.
— Bueno, estoy nervioso igual.
— Si es que eres más bonitooooooooo — dijo la princesa sentándose sobre su regazo y apretujándole — ¡Qué chico tan guapo!
— ¡Me estás haciendo cosquillas!
— ¡Pues te aguantas!
El moreno siguió riendo mientras Samantha le daba mimos, con cuidado de que no se le manchara la ropa a ninguno en un mal movimiento de alguno.
— Me parece que el pastel de chocolate te ha alterado un poco — le dijo el moreno cuando se levantó de su regazo y se sentó frente a él — Pero no te vayas, que estábamos muy bien.
— ¿A mí? No sé de qué estás hablando — mintió mientras volvía a su regazo.
— Así mucho mejor.
Sonrientes se volvieron a besar como había hecho esa mañana en el laberinto, pero esta vez menos desesperado y disfrutando más del momento.
— Eres preciosa, Samantha.
— Ya lo sé — dijo haciendo reír al moreno — Es broma.
— Sabes que no lo era.
— Lo dejaré en el aire.
— ¿Cómo alguien como tú se ha podido fijar en alguien como yo?
— Que pregunta tan estúpida.
— Es lo que pienso.
— Pues no pienses eso porque enamorarme de ti es la cosa más fácil que he hecho en toda mi vida.
— Eso es una exageración.
— No lo es, de verdad.
— ¿Cuándo empezaste a sentir cosas?
— Cuando te pillé tocando el piano me pareciste interesante, pero cuando me dijiste que estabas dispuesto a escucharme sin apenas habernos dirigido la palabra fue decisorio.
— Es que como has podido comprobar soy más de escuchar que de hablar.
— Mai siempre dice que eres maravilloso porque cada vez que abres la boca sorprendes.
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Historia de un Amor ·Flamantha·
أدب الهواةTras una serie de conflictos bélicos, los reinos de Inglaterra y Alemania deciden casar a sus primogénitos. Samantha de Alemania, es una princesa con carácter y aunque lo ha alargado como ha podido, ha llegado el momento. ¿Podrá olvidarse de quién...