25- ·Despertar·

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-Vídeo enviado-

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La cámara se movía como si hubiera un terremoto en la casa de Gastón, enfocando y desenfocando demasiadas cosas en poco tiempo. Se escuchaba música y las voces y risas de todos los que estuvieron ese día en la fiesta esparcidos fuera de imagen en algún lugar de la casa. De pronto la cámara enfocó a Matías, que era quien la manejaba, y se vio cómo ponía una mueca extraña mientras parecía intentar apretar mil botones. Al fin sonrió grande directo al objetivo y volvió a darle la vuelta a la camarita, enfocando de nuevo la fiesta.

Se movió por un pasillo lleno de gente y llegó al living, donde Gastón y Agustín jugaban a la Play Station entre gritos y aspavientos, señalando el televisor exageradamante.

- ¡Fue falta! ¡Fue falta!- Gritaba Agustín.

- ¡Callate, boludo! No sabés perder.

Gastón reía y le daba un trago más a su cerveza.

- Necesito otra birra.

- Dejá de beber o seguiré ganándote.

- ¿Y?- Se escuchaba la voz de Matías muy cercana y fuerte.- ¿Qué dicen los chicos?

Los dos le miraron, resoplando y gruñendo al darse cuenta el objeto que llevaba entre las manos.

- Los chicos están hasta las pelotas de tu camarita.- Protestó Gastón.

- Qué amargos, che.

Matías se acercó más a ellos, enfadándolos aún más.

- Dejate de joder, ¿querés?

Agustín alzó la mano y desvió la cámara para que enfocara a la otra punta de la habitación, pero Matías rápidamente volvió hacia ellos.

- ¿Y si soy el próximo Scorsese?

- Callate Scorsese.- Pidió Agustín abriendo una cerveza más y dándole un trago.

- ¿Dónde está Gabi?

Gastón alzó las cejas antes la pregunta de su amigo y se rascó la cabeza intentando recordar.

- La última vez que lo vi intentaba lograr que Tato tomara un café.

- Está en pedo mal.- Añadió Agustín.

La cámara comenzó a moverse torpemente de nuevo mientras Matías comenzaba a andar por el pasillo de la casa. Abrió la puerta de una de las habitaciones y se le escuchó pedir disculpa a una parejita a la que había interrumpido en medio de un chape desenfrenado sobre la cama. Cerró la puerta y, de nuevo enfocando al pasillo de la casa, apareció Estefi arrastrando a una Ángela visiblemente traspuesta.

- ¿Está bien?- Se escuchó la voz de Matías.

- No para de vomitar.- Contestó Estefi ayudando a su amiga a apoyarse sobre ella.

- Voy a matar a Tato...- Se quejó Ángela con un hijo de voz y la cara totalmente blanca.

- No sé qué le dio de beber pero le cayó horrible en el estómago.

- ¿Dónde está ese hijo de...?

La frase de la chica se quedó inacabada en el aire porque de nuevo las arcadas volvían a hacerle salir corriendo hacia el baño seguida de su amiga.

Café a las diezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora