-¿Ahora es cuando te digo todas las razones que tenés para vivir e intento convencerte de que no saltes de lo alto?
No pudo evitar reírse y se giró a mirar a Gabriel, que se acercaba despacio.
-Descuida, no tengo ninguna intención de hacerte ese favor.
-¿Quién ha dicho que me quiera deshacer de vos?
Renato no dijo nada. A veces sentía que Gabriel lo odiaba, otra que simplemente se divertía metiéndose con él y otra, últimamente las más, que le tiraba onda. Y no sabía terminar de decir cuál de las tres opciones le gustaba o le desconcertaba más.
-Nadie, supongo.
-¿Café?
Gabriel señaló su taza con el ceño fruncido.
-Quería despejarme.
-Tenés un problema vos, ¿eh?
-¿Sólo uno?
Gabriel terminó de acercase y se apoyó con él en el borde de la azotea, muy cerca y demasiado serio para lo que le tenía acostumbrado últimamente.
-¿Es ella no? Ángela es la madre de Camila.
Sintió un dolorcito en el pecho al escucharlo decir en voz alta y al escucharlo sobre todo de la boca de Gabriel, que estaba tan cerquita de nuevo que volvía a descolocar todos sus sentidos.
Y achacó el escalofrío que le recorrió el cuerpo al viendo allí en lo alto y no a nada que tuviera que ver con la persona que tenía delante ni con la conversación que estaban teniendo.
-Sí, es ella.
Gabriel asintió despacio y perdió su vista entre los edificios altos y la noche cerrada.
-¿Me querés contar?
Suspiró. Suspiró porque esa persona que tenía a su lado y que conocía hacía tan poco tiempo de pronto era con quien más correcto se sentía hablar. Quizá porque no era su amigo o porque sentía que era tan ajeno a todo que no le juzgaría o diría nada. O simplemente porque era extraño cómo de cómo se había vuelto interactuar entre ellos.
-No hay mucho que contar.- Comenzó dejando su tacita de café apoyada en el borde.- Ángela y yo éramos novios y teníamos una banda con los chicos.
-Lo sé. Los escuché en el bar el otro día y en la fiesta de Gastón hace dos años.
-Es verdad...- Renato se rascó la cabeza intentando colocar sus ideas en orden.- Me olvidé de aquella fiesta.
Vio cómo Gabriel ponía una mueca extraña en la cara y lo miraba muy fijo a los ojos.
-Yo no.
Y seguía sin entender qué se estaba perdiendo y por qué lo miraba así.
-Cuando vi las imágenes de ese día hace un rato... Dios, cuánto tiempo ha pasado, cómo ha cambiado todo.
-En la fiesta ya no estaban juntos.
-¿Cómo sabés?- Preguntó con el ceño fruncido.
-Vos me lo dijiste aquel día, pero bebiste tanto que apenas recordás nada. No recordás conocerme.
-No... No, recuerdo eso.- Dijo despacio intentando llenar las lagunas que tenía su cabeza de aquel día.- Pero sí, Ángela y yo acabábamos de cortar hacía menos de dos días y yo me puse en pedo mal para intentar pasar la noche lo más rápida posible.
-Lo lograste.
-Sí, supongo.- Aunque se había prometido nunca más ponerse así.- Ángela y yo discutimos y ella me vomitó en los pies. La verdad es que creo que aunque no lo sabíamos esa noche ella ya estaba embarazada de Camila.
ESTÁS LEYENDO
Café a las diez
RomanceTodo el mundo cree que Renato es un colgado, que no le importa nada, pero nadie sabe cómo cambió su vida hace tan poquito tiempo. Y un simple café volverá a darle un giro de ciento ochenta grados por culpa de él.