Capítulo 14.

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[Errores de dedo se corrigen después]

Entonces, lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos la tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda apretándosela con cara movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo defi...

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Entonces, lo aprisioné con mis piernas y empecé a moverme rápidamente, sus manos la tenía a mis costados apoyadas en la cama, yo subí las mías y las puse en su espalda apretándosela con cara movimiento que se iba intensificando, no sabía cómo definir los sonidos que escapaban de mi boca, por la intensa excitación de sentirlo dentro, como entraba y salía de mi mientras él gruñía, tenía las mismas ansias y la misma necesidad que yo.

Hizo los movimientos finales para llegar al orgasmo al mismo tiempo que yo y gritamos juntos, se dejó caer encima de mí y así se quedó un buen rato sin retirar su miembro de mi interior, que se lo agradecí infinitamente.

Esa noche lo hicimos de diversas formas, con urgencia, no quedó un solo centímetro de mi cuerpo que no haya quedado cubierto por sus besos y sus caricias y, entonces, comprendí que no importaba cuanto luchara, yo lo necesitaba y no podía dejarlo, no cuando me brindaba todo ese universo de posibilidades que ni siquiera mi mente retorcida podía crear, era completamente adicto a él y no me importaba irme al mismo infierno con tal de seguir disfrutando de su cuerpo, de sus besos y de sus dedos acariciándome, me declaré vencido y no iba a volver a alejarme de él.

Una vez más colapsamos juntos, nuestros cuerpos estaban repletos de sudor, nuestras respiraciones erráticas y el pulso hasta las nubes. Se acostó a un lado de mi mientras su ritmo cardíaco y su respiración regresaban a la normalidad al igual que los míos, nos quedamos en silencio mirando hacia el techo, yo estaba buscando la forma de preguntarle si él era quién me había llamado, cuando un fuerte trueno se escuchó seguido de una intensa lluvia, yo me abracé a él sin poder evitarlo.

-¿Te asustan las tormentas? -preguntó extrañado.

-Si, desde niño-respondí con toda la vergüenza del mundo, algo completamente absurdo después de todo lo que habíamos hecho, quizá por eso me sentía tonto al admitir mi terror.

-No pasa nada, la lluvia es algo muy normal, vital para la vida, además, no estás solo.

-Lo sé, es solo que...-recordé las famosas reglas y guardé silencio-...no importa.

-Tranquilo, me quedaré aquí hasta que pase-dijo acariciando suavemente mi hombro.

-¿De verdad?

-Si, no traigo auto y no quiero mojarme.

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría solo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la reglas de los lazos afectivos, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormido.

Mi ilusión se desvaneció en el aire, por un segundo pensé que se quedaría solo por hacerme compañía, pero supuse que eso rompería la reglas de los lazos afectivos, me abracé a la almohada hasta que me quedé profundamente dormido

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Ardiente Tentación. [Riren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora