Noche tras noche, Dazai fingía irse a dormir aguardaba que todo estuviera en silencio, abría la ventana y saltaba, para poderse escabullir hasta la casa de Chuuya, alimentar al lobo, jugar un poco y regresar antes del amanecer. Como resultado se ganó unas buenas ojeras.
-Das miedo, al menos deberías descansar un poco, no es necesario que vengas todas las noches
-Estoy bien, solo que Mori no me deja dormir durante el día... no sabe que salgo por las noches para venir a verte y a esta bola de pelos.- acarició con ambas manos la cabeza del lobezno.- pronto dejará de ser pequeño, necesitará de un nuevo hogar.
-¿Tienes alguna idea?
-Lo natural es soltarlo en el bosque
-...
-Descuida lo lobos no son estúpidos, podrá subsistir por si mismo, solo que ahora necesita un poco de ayuda.-ahora jugando con sus patas delanteras del cachorro- ¿verdad?
- ¿Cuándo será?
-Quizás en un par de meses.-Miró al pelirrojo - ¿te encariñaste con él?
-si...
-Chuuya,no pongas cara triste. -Soltó al pequeño lobo y tomó el rostro del pelirrojo y presiono sus mejillas - piensa que le salvaste la vida.
La diferencia de altura no era mucha pero lo suficiente para que él tuviera que alzar la vista para mirar a Dazai. Ambos sostuvieron la mirada, los ojos azules se reflejaron en los del otro, algo dentro de ellos empezó a despertar.
-Debo irme - fue lo que dijo Chuuya antes de irse corriendo a casa.
Un quejido que provino del cachorro llamó la atención de Dazai.
-Lo sé, yo también estoy confundido.
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El día estaba fresco, una mañana tranquila.El doctor se encontraba desayunando y disfrutando de tan agradable día. Dazai movido por el hambre, se acercó.
Sin quitar su vista de su taza de té -¿A dónde vas por las noches?-Le dio un sorbo
-¿Desde cuándo lo sabes?
- No eres muy cuidadoso cuando cierras la ventana, puedo escucharte desde mi habitación, desde la primera noche supe que vas y vienes.- mordió un pedazo de pan con mermelada de fresa.
Dazai tomó asiento frente a él -¿te puedo preguntar algo?,¿sabes si estoy enfermo?
Fijo toda su atención al muchacho -¿a que te refieres?
-Es muy raro... , mi corazón en ciertos momentos late muy deprisa,tan de prisa que siento que puede ser escuchado por todos, puedo oler a la distancia a cierta persona, más de lo usual. Mis manos sudan, me fijo mucho en los detalles de esa persona y tiendo a decir cosas tontas con tal de verle una sonrisa - hizo una breve pausa - quizás sea algo normal en los hombres lobos pero como no está Fukuzawa, quiero descartar que sea una enfermedad grave.
-Tranquilízate, a mis ojos no tienes nada grave.
- ¿pero que me pasa?
- yo diría que estas enamorado.
-¿eeeh?, ¿cómo?, ¿porque?, ¿ has pasado por lo mismo?
-El amor es difícil de explicar... pero por ahora termina de desayunar,- se levantó de su asiento - hoy llegan más cosas para el consultorio, estaré ahí por si necesitas algo más.
Era verdad que Mori alguna vez estuvo terriblemente enamorado, mismo amor que termino muy mal, decidido a nunca jamás volver a caer tomó la decisión de dejarlo todo atrás e iniciar de nuevo, una de las razones por la cual regresó a Lynch.
Nada en ese lugar había cambiado realmente, lo novedoso fueron sus nuevos inquilinos, Dazai le recordaba a el mismo cuando era más joven e inexperto en muchas cosas. Pero Fukuzawa era una cosa totalmente diferente.
Su primer encuentro fue de lo peor, pero después de conversar con él y darse un tiempo con él,se dio cuenta que coincidían en muchos aspectos de la vida, podía entenderlo. Difícilmente era abierto a las personas pero con él fue una excepción, una química sorprendente se suscitó entre los dos, una terrible que hacia caer por el otro en poco tiempo De tan solo pensar en él su corazón latía con fuerza.
Tocándose el pecho -no otra vez, aun no.
Esa noche Dazai nuevamente se disponía a salir por la ventana, se escuchó que tocaron a la puerta. Era Mori
-No hay necesidad que lo sigas haciendo, puedes salir directamente por la puerta.
Con un pie ya fuera se rió -Los siento, la costumbre
Dazai corrió a la puerta principal y salió.
El doctor que ya cansado se fue a su habitación, escucho la puerta abrirse
-¿olvidaste algo?
Pero quien había vuelto era Fukuzawa, el de pie aun en la entrada, con los ojos azules casi como cristales miraban muy decidido a Mori. Cerró la puerta y se acerco hasta él.