El Misterioso Visitante. (Cherik - Wolvesilver)

VI

Dedicado a KiKaLoBe y un gran agradecimiento por su ayuda.

Quería agradecer también especialmente a @LuzAlvz por la promoción que ofreció de mis historias Wolvesilver. En el próximo, tendrás más de ellos.

VI

Charles estaba tan excitado que en el frenesí del beso le mordió el labio inferior. Erik soltó un gruñido pero no lo liberó sino que lo atrajo más contra sí. El Duque había tenido encuentros casuales con otros hombres, principalmente en la Corte donde podía llevar una conducta más liberal que en su propia casa bajo la mirada estricta de su madre, en cambio, Erik se sentía atraído hacia alguien de su mismo sexo por primera vez. Veía a Charles encantador y el telépata le transmitía una energía que lo hacía querer desnudarlo, palparlo, morderlo y explorarlo.

Solo se apartaron por la necesidad de respirar. Se observaron con una chispa de ansiedad y picardía. Sonrieron. Erik le masajeó la nuca y, de a poco, volvió a empujarlo con esa mano hacia su boca. Charles se colgó de su cuello y le robó los labios de cuenta nueva. Magneto recargó la mano libre contra el umbral y con la que continuaba en el cuello, atrajo al Duque hacia el interior de sus aposentos. Charles se dejó llevar y cuando estuvo adentro, pateó la puerta para cerrarla. Erik se inquietó con el gesto y alejó los labios de su boca.

El Duque quiso volver a besarlo pero él lo detuvo.

─ ¿Qué sucede? ─ preguntó Charles y lo leyó, percibiendo sus emociones de confusión, ansiedad y deseo. Magneto se sentía desorientado porque nunca antes había sentido por un hombre lo que Charles le estaba provocando en ese momento: se había enamorado en una sola oportunidad de la jovencita que fue su esposa, y ahora, este noble escocés, guapo, altivo y de corazón de oro, lo estaba llevando por las nubes. El telépata se apartó para darle espacio ─. Tienes dudas y necesitas tiempo ─ comprendió con honestidad ─. Te entiendo, Erik.

─No, aunque me hayas sentido no me entiendes, Charles ─ replicó, nervioso ─. Tú, toda tu persona, me atrae pero de una manera especial ─ lo miró de la cabeza a los pies, devorándolo con la mirada. Había deseo en sus ojos pero también inquietud ─. Sentí una única vez lo que siento ahora ─ parpadeó, recordando a su esposa ─. No pensé que lo volvería a sentir.

El telépata percibió de cuenta nueva una oleada de sus emociones y comprendió el motivo. Erik se estaba enamorando de él, así como él ya estaba enamorado, pero pensaba en su familia asesinada, en Peter y su cercana tragedia, y se cuestionaba si la gente que amaba estaba condenada a sufrir. Era algo natural en el mundo supersticioso que les tocaba vivir, donde la fe luchaba contra la razón y la ciencia. Magneto se cuestionaba si no portaba una maldición que condenara a sus seres queridos. ¿Qué tal si tal castigo recaía sobre Charles? El Duque se conmovió ante su miedo y le sonrió con compasión porque era innegable lo que Erik sentía por él y las ansias por protegerlo. Le acarició la mejilla en un gesto de afecto y agradecimiento.

─Sufriste mucho, Erik ─ suspiró y detuvo la mano cerca de sus chispeantes ojos verdes ─. Tú y los que más quieres, viste sufrir y padeciste el dolor de tus seres queridos. No puedo prometerte que viviremos felices por siempre, no leo el futuro solo las mentes ─ rio y Magneto alzó apenas las comisuras de los labios ─. Sin embargo, pienso en el aquí y en el ahora, y siento que podemos darnos una oportunidad. Si, en cambio, sientes recelos porque soy un hombre, respetaré tu tiempo.

Erik atrapó la mano en su mejilla y la besó ardientemente. Después la soltó para capturar de cuenta nueva su boca. Charles volvió a morderle el labio por la ansiedad y, esta vez, él le contestó apretándolo con más fuerza. Sin quebrar el beso, Magneto lo empujó hacia un sofá, junto a la chimenea. El Duque se sentó a lo largo del diván, con una pierna extendida sobre los cojines y la otra en el piso, y recargó la espalda contra el apoyabrazos, mientras que Erik se le ubicó encima. Acabaron el beso. Charles comenzó a quitarse el saco para luego desabotonarse el chaleco y la camisa. Estaba vestido de manera elegante pero poco práctica para desnudarse rápido. Erik solo tenía una camisa holgada, de cuello ancho, que se la sacó estirando los brazos. La dejó caer al piso y observó al telépata, que todavía luchaba con los botones de su chaleco. Le apartó las manos para comenzar a abrirlos él mismo. Charles se lo dejó hacer, mientras lo miraba intensamente. Sin barba, con el cabello peinado hacia atrás y bajo la única luz de la fogata del hogar, Erik se veía distinto, con un halo de misterio que lo volvía más fascinante. El Duque sintió que su erección crecía y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.