CAPÍTULO 8

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O'Donell se encontraba en el lado del copiloto observando las calles con mucha atención

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O'Donell se encontraba en el lado del copiloto observando las calles con mucha atención. Me encontraba tensa, agarrando el volante con ambas manos como si fuese la misma cabeza de O'Donell. Imaginaba yo estrujándolo de tal manera que casi se asfixiara. Pero debo de tranquilizarme. A veces podía ser muy iracunda. Saque mi carácter de parte de mi madre.

En la radio sonaba una melodía del Rock clásico. Una excelente canción, debo de admitir. Pero fue arruinada por la presencia de este mentecato. Me sentía aturdida, había tantas cosas que pasaban por mi cabeza que no podía pensar en una sola. Estoy comenzando a extrañar mi privacidad.

— Oh vamos quita esa cara ¿Puedo saber por qué estás tan tensa? — Yo quiero partirle su madre.

A la mierda con él ¿todavía pregunta por qué demonios estoy tensa? Él es la culpa de que mi corazón sufra una irregularidad cardíaca. Podía ver todas las calles de un color rojo. Quién diría que todo allá afuera ronda normal, y que yo tengo que sufrir con espíritus y criaturas extrañas cómo lo es O'Donell. Podía verlo de reojo. El maldito tenía una sonrisa ensanchada. Su chaqueta de piel negra contrastaba perfectamente con su piel blanca. El cabello alborotado solo hacía que sus ojos azules se volvieran más intensos. Sus tatuajes lo hacían ver todo un chico malo.

— ¿Es un chiste O'Donell? ¿Cómo te atreves siquiera a preguntarlo? — Comenté sarcásticamente.

Iba a doblar vuelta en una calle cuándo me detuve en seco. Había demasiada tensión por mi parte y él estaba tan sereno, tan tranquilo que por esa razón solo quería golpearlo hasta cansarme. Suspiré.

— ¿Ves que estoy bromeando, nena? —Su total seriedad me desestabilizó.

Llevé mis manos a la cabeza. Hice un puchero silencioso y me sentí abatida por la situación tan desesperante. O'Donell va acabar por sacarme canas verdes, me voy hacer vieja más pronto si sigo viendo a este imbécil. Necesitaba descansar de todo esto. En ocasiones recordaba mi extraña infancia. El cómo desde bebé veías las sombras rondar mi habitación. Y fue de repente que destellos en mi memoria me llevaban a siempre a lumbreras azules.

—Hay muchas cosas por las cuáles estoy molesta, empecemos con lo de ésta mañana —giré mi cuerpo en su dirección y éste se acomodó en el asiento. —¿Qué demonios fue ese mensaje tuyo? Y a todo esto ¿De dónde conseguiste mi número?

O'Donell pareció no saber de qué hablaba hasta que vi en él un brillo en sus ojos.

—Un mago nunca revela sus secretos, nena —guiñó su ojo —¿Te molesta saber cuan apetitosa te veías? —Será un hijo de perra.

—O'Donell, eso es acoso, acoso sexual ¿quieres que pida una orden de restricción? —Él negó divertido — Esto ya es mucho que procesar. Estoy cansada mentalmente. Por favor ¿Qué es lo que quieres, O'Donell? — Recargué mi frente en el volante y cerré mis ojos con fuerza.

The Dark Fire © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora