CAPÍTULO 35

1.9K 212 155
                                    

El aire olía a humedad, ésta tarde estaba nublada, pero ahora las nubes de tormenta se aproximaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire olía a humedad, ésta tarde estaba nublada, pero ahora las nubes de tormenta se aproximaban. Se veían los relámpagos en el horizonte, dónde el cielo tocaba el mar. Y las palmeras comenzaron a mover sus hojas a causa del viento. Estábamos espalda con espalda. Me encontraba algo tensa y podía percibir que Gab se encontraba en la misma situación que yo. Yo sabía lo que ocurría, pero él ahora estaba involucrado en una guerra que a él no le correspondía. Quería pensar que pronto todo pasaría rápido y la libraríamos. Comencé a sudar en frío, pero sentí que cada uno de mis sentidos se agudizaba. Respiré lentamente y me preparé para lo que se iba a desatar. Podía ver en las miradas de los cazadores ansiedad, preocupación, pero, sobre todo, algo que ellos tenían en común...

Coraje.

El hombre robusto que tenía aquella cadena, fue el que dio el primer paso, con un movimiento de su mano éste la giró un par de segundos y me la tiró encima con demasiada fuerza y velocidad. La tomé con uno de mis brazos, enrollándome involuntariamente contra ella, y comenzó a salir vapor de la cadena. Miré la cadena, y no creí que fuera posible. Un hedor salió del vapor y sentí que me mareaba. La garganta comenzó a picarme y mis ojos lagrimeaban. ¿Qué demonios era esa cosa? La cadena estaba atravesando mi ropa como el ácido y pronto comenzó llegar a mi piel, haciendo que me ardiera como nunca antes había sentido. Hice una mueca de dolor y jalé la cadena a pesar de que estuviera hiriéndome, con mayor fuerza de la que él estaba ejerciendo e impulsando al hombre que la traía hacía mí. Se resistía, pero comenzaba a tener más confianza en mí misma. En mi cabeza debía repetirme mi posición y darme una dosis de realidad.

"No era humana".

"Era un demonio poderoso".

"Era la Princesa de las Tinieblas".

"Soy el Fuego Oscuro".

Cogí más fuerza de la que ya tenía, sorprendiéndome a mí misma de lo que la voluntad podía hacer conmigo. Una vez se acercó lo suficiente el cazador, golpeé su estómago con una de mis patadas más bruscas que podía dar. Tal fue la fuerza que el hombre salió repelido con violencia, llevándose consigo a unos cuántos cazadores al suelo y dejándoles inconscientes al instante. Mi brazo seguía ardiendo, pero no era momento de prestarle atención a mi herida. Avancé solo tres pasos, cuando otro cazador se me abalanzó directamente a mí con puños hábiles y movimientos fluidos. Comencé a esquivarlos mientras retrocedía y golpear sus brazos con los míos. Agaché mi cabeza cuándo éste intentó darme un golpe directo y noquearme. Golpeé una de sus rodillas y éste se retorció. Recordé entonces todo lo que mi papá y Arnold me habían enseñado. Pero esta vez, jugué algo sucio.

Con mi pie derecho barrí al sujeto de sus piernas haciéndolo desequilibrar, para que luego cayera al suelo con una patada voladora, que iba directamente a su rostro. Sin darme cuenta, dos cazadores me sujetaron de ambos brazos, me removí violentamente. Estaban ejerciendo mucha presión, demasiada y casi me era imposible moverme. El mismo cazador que se encontraba en el suelo se levantó de un salto, aunque cojeando un poco. Venía de nuevo hacía mí con una daga en sus manos. Pero tuve una grandiosa idea, tomé impulso de los dos cazadores, con todas mis fuerzas levanté la mitad de mi cuerpo y ambas piernas se quedaron suspendidas en el aire, y en cuanto éste estaba cercas, mis piernas lo arrojaron lejos. Sí seguía peleando de ésta manera, nunca tendría fin y acabarían con nosotros.

The Dark Fire © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora