CAPÍTULO 10

3.1K 295 21
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La furia se había apoderado de mi cuerpo. Temblaba del coraje. Estuve a nada de devolverme y meterle una buena tunda al imbécil de O'Donell. Pero me tuve que controlar. No podía hacer una escena por algo tan estúpido y menos con algo relacionado con él. En mi interior voces demandaban venganza. Pero eran aplacadas al instante. ¿Cómo era posible siquiera que el descaro de O'Donell llegara a esos niveles? No podía evitar sacarme de la cabeza el rostro de O'Donell y mucho menos sus palabras.

No me interesa. Se puede ir al demonio.

Tenía que repetirme esas sencillas y muy poderosas palabras.

Cuando salí del bar, algo acalorada de la misma ira que llevaba por dentro, Joe me había llamado con voz algo preocupante. Había detenido mi andar, y lo único que hizo él fue abrazarme y me dijo que enamorarme de él no servía de nada para cambiarlo. No lloraba por eso, no me importaba con quién se acostará, o dejará de hacerlo. Pude haberlo empujado, pero no llevaba al caso. ¡Pero es que yo no busco que él se enamore de mí ni yo tampoco quiero eso! Había notado que las lágrimas habían salido sin previo aviso. Una luz se había reflejado en el pasillo, escuché su voz y no quería verlo.

Fue cuando salí a gran velocidad del Infernal Cave's.

No podía ser fuerte todo el tiempo. Soy una persona con sentimientos. Solo que... lo más probable es que me haya encontrado tan indefensa emocionalmente por todo lo que había estado pasando, solo qué, en realidad por lo que estaba decepcionada era por el tiempo que había perdido en ese estúpido bar. No sé qué estaba pensando cuando acepté que O'Donell me acompañara. Pero bien dicen por allí que de los errores se aprende. Y vaya que he aprendido esta noche muy bien todo el valor que me tengo a mí misma.

En la calle, los espíritus merodeaban las oscuras esquinas, era de lo más normal a estas horas de la madrugada. Yo simplemente no debo estar ya más fuera de casa. Vi a O'Donell en el marco de la puerta observarme, pero no hizo nada por acercarse.

Encendí el auto, de inmediato algo en mi colapsó. Con la furia acumulada aceleré como nunca antes lo había hecho. No había servido de nada mi intento por aplacarme, no era mi forma de ser. Intenté controlarme por el lugar en el que estaba, pero ahora, en mi soledad, quería desprenderme de todo. Al diablo con lo que dije de que no valía la pena. Era mi maldito tiempo. ¿Quién se cree ese jodido idiota? ¿Cree que puede jugar con mi tiempo? ¡No, esto no se queda así! Soy una tonta por haber aceptado su compañía. Apreté con fuerza el volante, adentrándome a los edificios de la ciudad. Hammerfall era lo único que podía relajarme en este momento. Parecía flash por las calles, manejaba a toda velocidad olvidándome de todo lo que estaba dejando atrás.

Pero en estos momentos me encontraba contrariada conmigo misma. Una chispa se había encendido en mi cabeza ¿Por qué me enojo? Él no debería importarme en lo absoluto. Es su puta vida, él puede hacer lo que se le dé su real gana.

The Dark Fire © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora