Extracto IX: Choque.

26 1 2
                                    

-Apesta a muerte- dijo Bernos.
-¿Acaso la has olido mucho?- contestó Atthis.
-No, pero probablemente huela a esto- replicó.
Una mirada hostil se clavó directamente en los ojos del joven.
-¿Eres muy gracioso, no?
-¿Tú crees? Mira que juraría que el humor no es mi punto fuerte.
-Quizá deberías cambiar de profesión y ser bufón de la corte.
-Bueno. Eres tú la que tiene ahora mismo potestad sobre mi vida. Capitana- respondió, con una sonrisilla irónica.
Atthis se limitó a contestarle con un silencio áspero y sepulcral.

La herida del hombre supuraba pus blanca y la carne pútrida desprendía un olor vomitivo. El corte recorría todo su muslo derecho y cada día que pasaba tenía peor pinta que el anterior.

-Os recomendé cauterizar la herida, capitana- dijo Mircea.
-Ya sé, ya sé...- respondió Atthis, mientras se pasaba la mano por la cara, nerviosa. -Trae a un par de hombres y un hierro candente. Y ron. Importante, el ron- añadió.
-Sí, capitana- asintió. Y acto seguido cerró la puerta de la habitación tras de sí, dejando a solas a Atthis y a Bernos.

Atthis aprovechó para volver a examinar la herida del tripulante moribundo.
-¿Por qué te importa tanto?- habló Bernos.
-¿Por qué me importa tanto el qué?- replicó.
-Quién va a ser. Yo no.
-Tú no, desde luego. Y cada segundo que pasa me pregunto por qué no te corté el cuello y te tiré al mar- dijo con tono asqueado.
-Es una buena pregunta. ¿Has encontrado la respuesta, capitana?- preguntó, con una sonrisa pícara.
Atthis lo volvió a mirar fijamente, mientras se acercaba a él.
-No te aguanto- dijo, mientras apretaba más las cadenas que ataban las muñecas de Bernos.
-Pero te alegro- sonrió.
-Me torturas.
-¿Seguro?
-Sí.
-¿Entonces por qué no te deshaces de mí?
Atthis se giró con desdén, ignorándolo.
-Mira... -continuó Bernos- Querría creerme tu versión de que no me aguantas y todo eso, pero el hecho de que te aferres a un marinero moribundo como si te fuese la vida en ello solo hace que piense cada vez más y más que me encuentras útil para algo y que por eso no quieres tirarme a los tiburones. Capitana- dijo con la picardía que le caracterizaba, recorriendo cada una de sus palabras.

Atthis notó cómo la sangre comenzó a hervirle, y se volvió de nuevo hacia él.
-Mi vida está en este barco, y la tripulación está dentro de este barco- dijo, irritada. -Todo lo que ocurra dentro de este barco es mi responsabilidad, y mis hombres, por tanto, son mi responsabilidad. Y si alguien está contento, debo alegrarme con él. Y si alguien se está muriendo, tengo que intentar que ocurra lo contrario. Y si para eso tengo que cortarle la puta pierna y ponerle un puto hierro ardiendo, lo haré.
Cogió a Bernos de la cara.
-Mírame- le ordenó. -Mírame bien. Si te tengo aquí dentro es porque me beneficias, pero te beneficio yo más que tú a mí. Me pediste clemencia y yo te la di. Así que deja de comportarte como un puto bastardo para que esa clemencia no se torne en crueldad, porque me queda muy poco para replanteármelo- y le soltó bruscamente.

Justo en ese momento la puerta se abrió de par en par, y entró Mircea agitado y dando bocanadas de aire.
-Capitana, un barco... a babor... muy grande... Viene hacia aquí- balbuceó.
Atthis cerró los ojos por unos segundos, intentando serenarse. Y cuando más o menos lo logró, los volvió a abrir.
-Perfecto. Preparad los cañones e izad las velas- ordenó. -Ah, e importante: tráeme el ron.

Extractos de una historia incompleta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora