Capítulo 3

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Rebeca ha decidido salir con unos amigos y mamá encerrarse en su cuarto a tomar. Ella cree que no sabemos que toma, pero con el simple hecho de ella abre la boca para hablar ese olor retumba en el lugar.

Sigilosamente entre la habitación de mi hermana para tomar una muñeca. No creo que se dé cuenta que falta una, ya que la última que destruye ni siquiera la mencionó.

Rápidamente voy a la cocina por una tijera y luego me encerré en mi habitación. Las muñecas de rebeca siempre están sonriendo y no importa lo que haga, no dejan de hacerlo. Hice un pequeño dado para divertirme más de lo que ya lo hizo con las muñecas, en dos caras esta la cabeza, en otras dos los brazos y en las últimas las piernas. Tomé el dado que es de color rojo, por cierto, mi favorito, lo lancé desde la altura de mis hombros, el resultado arrojado fueron los brazos. Inicié por las uñas, luego los dedos, las muñecas, los codos, hasta finalmente dejar la muñeca sin brazos y eso mismo hice con los pasteles, que fue el siguiente resultado arrojado por el dado. Se me ocurrió una idea genial, ¿Qué tal si cambio la rutina? En vez de cabeza, destrozar el cuerpo, ya que si ataco la cabeza es menos dolor que agredir el cuerpo. Primero cerré la tijera, empecé a introducir su punta en el pecho de la pobre muñeca de trapo. El algodón vuela por la habitación como si fuera nieve, se ve hermoso. Suelo odiar el blanco, pero ya está empezando a gustar, puede que llegue a mi color favorito. Luego de terminar con mi trabajo recogí todas las partes de la muñeca y las viajes dejando caer por una en el retrete mientras le daba a drenar. Le di la oportunidad a Rebeca de encontrar la otra, pero esta no. Luego de terminar con mi trabajo recogí todas las partes de la muñeca y las viajes dejando caer por una en el retrete mientras le daba a drenar. Le di la oportunidad a Rebeca de encontrar la otra, pero esta no. Luego de terminar con mi trabajo recogí todas las partes de la muñeca y las viajes dejando caer por una en el retrete mientras le daba a drenar. Le di la oportunidad a Rebeca de encontrar la otra, pero esta no.

Me di una ducha, me coloqué mi pijama y me acosté a dormir. Estoy feliz, tengo tiempo sin sensación esta sensación de tranquilidad y paz.

Me desperté un poco más temprano de lo habitual. Grabe que hoy toca lavandería, así que empecé a recoger todas las cosas que tengo sucias para llevárselas a mamá. Salir de mi habitación hizo que la mamá, toque su puerta varias veces, pero al parecer aún está esta noche, por lo que deje mi ropa en su puerta y voy a mi habitación a arreglarme. Luego de bañarme y vestirme voy al espejo a peinarme. Los moretones de la cara no han desaparecido, están igual de feos e intactos, es como si hubiesen sido ahora mismo.

Bajé a la cocina y encontré a Rebeca preparando el desayuno, así que me envió en la isla mientras la saludé.

̶ Hola hermana.

̶ Hola Shaun.  ̶ ¿Estoy escuchando mal o mi hermana me ha llamado por mi nombre? Es raro, porque siempre me llamas por esos apodos que tanto odio.

̶ Estas un poco extraña hoy.

̶ La primera vez lo dejo pasar por alto, pero está ya esta es la segunda. Sé No sé de qué habla. Guardo silencio para que ella prosiga.  ̶ En un principio pensé que mamá la había dejado en la lavandería, ya que no la encontré por ningún lado. Sé Ya sé de qué me habla. Se refiere a las muñecas. ̶ Y la segunda desapareció misteriosamente de mi habitación.

̶ ¿Pero de que hablas? No te estoy entendiendo.  ̶ Quería ver hasta dónde podría llegar a culparme sin tener ninguna prueba.

̶ Sabes muy bien de que estoy hablando, eres el único que entra a esta casa después de mamá y yo.

̶ Exprésate mejor. Hasta que no me digas que hablas, no te voy a entender.

̶ Las muñecas, sabes perfectamente que te dejaron de las muñecas.

̶ ¿No crees que si lo hubiera hecho estaría asustado?  ̶ Estoy actuando natural, cuando en verdad lo único que quiero es morirme de la risa. Esto es más satisfactorio que destruir las muñecas. En eso llegó mamá y se sentó en la isla, sin saludar ni nada.

Tarde Más tarde hablaremos de esto mocoso. ̶ Hasta mucho tiempo duró sin decirme mocoso.

Luego del desayuno mi hermana se fue con unas amigas y mamá a la lavandería. Tomé las mismas tijeras que usé para la muñeca, me dirigí al patio y empecé a cortar el césped que está algo crecido, más de lo que debería. Sentí algo peludo rosando mi codo y cuando di la vuelta para ver es ese estúpido gato del vecino, solo espera a que salga al patio para aparecerse.

Dejo las tijeras en el suelo y tomé al gato en brazos. Me dirijo a mi habitación y tomo los cordones de los zapatos viejos que ya no uso. Vuelvo al patio con los cordones y el gato. Primero amarró las patas del gato, todas las juntas, luego las tijeras, para finalmente introducir una y otra vez en el pecho del gato. Su pelo flota en el aire, al igual que la muñeca de trapo, pero en el caso del gato se mezclaba con el color rojizo de la sangre. Se escuchan los gritos del gato, hasta que ya no. Dejo de apuñalarlo, ya que no tiene sentido seguir haciéndolo.

El color rojo queda a la perfección con este pelaje blanco, lástima que no tengo mucho tiempo para la perfección. Mi hermana no tarda en llegar, así que tengo al gato, lo entro en una funda negra, al igual que mi ropa. Luego, lo eché en el cesto de la basura, ya que el camión recogedor de basura no tarda en pasar y seguro lo que primero es mi hermana. Tomó la manguera y comenzó a echar agua al césped, en el lugar preciso donde asesinó al gato. Luego de no quedarme ni un rastro de sangre o pelo, voy a mi habitación para darme una ducha y colocarme algo de ropa.

Vindicta MinervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora