Capítulo 12

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No me voy del país, pero si bastante lejos. Salir del país implica complicaciones a la hora de realizar mi venganza contra la estúpida esa de Minerva, que por cierto no sé nada de ella, tampoco es que me importe o interese.

No me gusta dejarme la barba ni el cabello tan largo, pero lo amerito para poder cambiar de datos e identificación, empiezo a vestir un poco diferente como si fuera algo mayor de lo que ya soy. El lugar donde realizo todo el papeleo y eso no es muy diferente a donde voy a realizar la compra de mi follout 4.

Mi nuevo hogar es aún más acogedor que el anterior. La habitación viene con el baño incluido, una sala y cocina con una pequeña área de lavado.

Espero unos cuantos meses como seis o siete, para poder conseguir trabajo. Ese tiempo que estuve escondido tenía un ahorro, bueno aún me queda, por si algún inconveniente como este. Lo que quiere decir que tengo que pasarme menos tiempo por las calles, conociendo gente como nuestra queridísima Sharismell. Pobre, no me cansaré de decir que en verdad me llegó a caer bien.

Estoy sentado viendo la televisión, en lo que interrumpen mi visión con un estúpido aviso de noticiero.

̶ Seis meses, casi siete, sin ninguna respuesta de nuestro asesino Shaun. El cual se hace pasar por un tal Style, es lo que le dice a la mayoría de sus víctimas. Una diferente y peculiar fue la señorita Sharismell de seguro... ̶ En eso apago la televisión y me voy a mi cama. No quería seguir escuchando a esas personas diciendo estupideces, al parecer no se cansan de repetir los mismo tantas veces, bueno no debo de estar hablando de eso, yo suelo matar de una manera consecutiva. Una carcajada de esas grandes, que extraño, sale de lo más profundo de mi ser. No he matado a nadie como para sentirla, seguro es por todas las vueltas que he puesto a dar a los pobre policías. Tan simples y estúpidos.

Cuando despierto emprendo mi camino hacia una pequeña cafetería que está cerca, la cual busca un empleado como camarero. Cuando llego con toda mi amabilidad y astucia, no me resulta tan difícil recibir el trabajo. Es de medio tiempo y no es mucho lo que me pagaran. Pero era algo, suficiente hasta llegar a donde nuestra queridísima Minerva.

La cafetería esta algo llena, en eso una chica abre la puerta y me hace una señal para que me acerque.

̶ ¿En que la puedo ayudar señorita? ̶ Siempre cortés y con una radiante sonrisa.

̶ Es que quería tomar algo y no veo lugar para hacerlo.

̶ Eso no es problema. ̶ La dejo ahí parada hasta que voy a despedir una pareja, que tiene ratos ya han terminado con su pedido y deben de entender que hoy estamos un poco llenos de personas. Entienden sin ningún problema y se retiran.

Luego vuelvo hacia donde la chica. Le indico que se siente dónde estaba la pareja anteriormente. Tomo su pedido al igual que el de muchas personas que están a la espera.

En el momento que todos los que quedan en la cafetería, terminan con su pedido les llevo sus facturas. Llegó el momento de entregarle la de la chica.

̶ Muchísimas gracias. ̶ Puedo ver cómo me sonríe, esta puede ser una de las tantas señales.

̶ No hay de que, ¿Qué te parece si salimos un rato? Dentro de quince minutos termina mi turno.

̶ Es una excelente idea, aquí te
espero.

La dejo ahí sentada y continuo con mi labor. Ya se ha aplacado un poco más el gentío, hay menos personas. Durante los quince minutos que me quedan solo puedo atender dos mesas e inmediatamente llega mi suplente, voy a la parte de atrás para cambiarme la ropa.

Luego vuelvo a la parte de adelante, busco a la chica y le pregunto si tiene coche, la cual dice que no, eso ya era una ventaja. Mientras vamos de camino charlamos un poco y pues llegamos a mi casa, lo quiero hacer en mi casa. Ya que el trabajo está muy cerca, no podre volver y en cualquier momento se darán cuenta la policía que vivo aquí.

Ella empieza a ponerse algo coqueta con sus segundas intenciones y solo me pasa por la cabeza que esa debe de ser igual, que las dos chicas que recogí aquel día que parecían salidas de un burdel.

Esta es una de las tantas Minervas que han pasado por mis manos. Esta vez quería hacer algo diferente y pues le permitiré hacer lo que quisiera conmigo.

Me dejo caer en el sofá. Primero empieza a masajear mi cabello, luego me quita la camisa, besa mi pecho, cuello, labios, "Estúpido mocoso".

̶ ¡Suéltame! ̶ Rápidamente me separo de la chica y le disparo, ¿Cuándo demonios Minerva me va a dejar en paz? Ah sí, cuando la mate.

Esos pensamientos solo llegan a mi cabeza en algunos sueños y ahora que intento dejar a una de esas rubias con vida aparece. Es como una señal para no dejarme cegar, ni nada parecido.

Ha llegado el momento de pensar por última vez donde viviré antes de acabar con nuestra queridísima Minerva. Es un poco peligroso lo que tengo en mente, pero la verdad no me importa, no es de tanta relevancia. Será vivir nada más y nada menos que cerca de nuestra querida Rebeca, hace tiempo no la menciono y es porque la tengo preparada para el final. Lo malo de la historia es que, al estar casada, a ella y a su esposo les pasará igual que a la tía Margaret y el señor Sebastián. Esas van a hacer mis últimas víctimas antes del plató principal.

Vindicta MinervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora