Capítulo 5

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Pasaron años y mi hermoso hogar sigue siendo el sótano. Tuve que empezar a ingeniarme algunas tácticas para poder salir de ahí. Finjo ser amable con Rebeca cada vez que me trae comida o algo de ropa. Me estoy empezando a acostumbrar al sótano. De vez en cuando pasa uno que otro animalito, que es mi víctima, en el que se volvió mi lugar favorito, el baño. Ya tengo quince años se deben de imaginar el tiempo que tengo en ese lugar. Durmiendo en el suelo, con frío y recibiendo comida cuando se acuerdan de mí. Por lo menos no escucho tanto la palabra mocoso.

Estoy ganando muy rápido le he ganado mucho en estatura a Rebeca. Hasta que encontré el techo del sótano un poco bajito para mí. No recuerdo que mi papá fuera de tan grande, casi no recuerdo nada de él. Que le dije la bruja de Minerva, que mi papá no ha preguntado por mí.

̶ Shaun.  ̶ ¿Son alucinaciones mías o escucho a Minerva hablar desde las escaleras? ̶ No te quedes ahí mirándome como un estúpido. Puedes subir a tu habitación y arregla todo este desastre. Espero y ahora si hayas aprendido la lesión.  ̶ Dicho eso desapareció dejando la puerta abierta, ¿Saben que significa eso? Que por fin tendré aire libre y un poco de libertad después de mucho tiempo.

La ropa me queda algo pequeña. Empezar a arrojar toda mi ropa a la basura, no solía ser muy caritativo que digamos. En el tiempo que estuve en el sótano encontré algunas ropas, en unas cajas que mi papá ha dejado, en su momento de divorcio con Minerva. Pero aún así para pertenecer a un adulto, los pantalones me quedan algo cortos y no tengo dinero para comprar ropa. Rebeca de seguro ya ha ingresado a la universidad, pero ese no es mi problema ni me interesa. Ahora que estoy fuera del sótano debo pensar que comeré y que ropa me pondré.

Rebeca y Minerva salieron de la casa hace un rato y la verdad no sé a dónde fueron, ya que me desconecté del mundo en el momento que estuve en el sótano. No sé qué hacen con sus vidas, solo supongo cosas. Estoy algo aburrido ya que he tirado la mayoría de mis cosas. La televisión ya no está en la sala, no sé qué ha pasado con ella. Decido husmear un rato en la habitación de Rebeca, al abrir la puerta puedo notar que ya no está pintada de rosa como lo solía ser no hay juguetes por todos lados. Hay exactamente solo una muñeca en su escritorio, al parecer la única que ha decidido conservar después de haber crecido. Sigilosamente la tomó y vuelvo a cerrar la puerta para luego regresar a mi habitación. Me acostó en mi cama para contemplar la muñeca, que permanece en mis manos. He crecido tanto, que mis pies quedan algo fuera de la cama. Luego decido ponerme de pie, dejando la muñeca en la cama. Voy a la cocina por unas tijeras para luego regresar a mi habitación.

Esta vez no seré tan agresivo. Solo tengo planeado quitarle la cabeza. Eso de que te hagan sufrir no es bueno. Las cosas rápidas son mejores. Me he dado cuenta, en aquel sótano, con cada uno de los ratones que está dispuesto a entrar por la ventana.

̶ ¿Qué estás haciendo?  ̶ La irritante voz de Rebeca. Al parecer se me olvido cerrar la puerta y la hora a la que llegaría esa bruja. Mantuve silencio como si estoy arrepentido de lo que estoy haciendo o si me importa lo que ella está sintiendo.  ̶ Era lo único que me quedaba de mi infancia y tú lo acabas de destruir solo eres una desgracia en esta casa.

Vi cómo se fue y rápidamente vuelve con Minerva, la que comenzó a halarme de una oreja ya gritarme.  ̶ ¿Eres estúpido o qué? ¡No sé porque rayos te traje al mundo! ¡Solo das desgracias y desgracias!

Ya sé a dónde me conduce. Me sé demasiado este camino.  ̶ No quiero volver al sótano. Digo Lo digo, con toda la naturalidad del mundo. No me intimida lo que me puede llegar hacer esa estúpida de Minerva.

̶ Ese es el único lugar donde no molestas, donde tú presencia es mejor.

̶ ¿Y si me voy de la casa? Empezó Entonces comenzó a reír, como si lo que le dijera, fuera de la lista.

̶ ¿Y a dónde crees que ira un mocoso como tú?

̶ A dónde papá.  ̶ Busca unos papeles, en una de las vitrinas de la sala. Los sacude, antes de entregármelos. Al parecer tiene mucho tiempo sin usarlos.

No sé si aún permanezca ahí, pero fue la dirección que tú padre me dio luego del divorcio. Nunca me molestes en ir, ya que nunca llamo. Claro Si claro, solo Rebeca se come ese cuento de que mi papá nos abandonó. Nada de lo que la salga de la boca de Minerva es creíble para mí.

̶ Gracias. No te preocupes por mí. No volveré. Sé No sé ni siquiera por qué digo esto. Ha esta mujer le importa una mierda lo que pasé conmigo. 

Vindicta MinervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora