Capítulo 13

3 1 0
                                    

En esta ocasión solo alquilo una habitación por el momento es lo único que necesito. No puedo estar gastando mucho dinero ya que no tengo trabajo. Por el momento va hacer muy difícil obtener una identificación falsa. Pasan los días, semanas, meses, hasta que llegamos a seis o siete meses. Son mis números favoritos y el momento donde me gusta entrar en acción.

Son en eso de las diez de la mañana. Me quito toda la barba, me dejo el cabello corto y algo alborotado. Me doy una ducha, me pongo un pantalón y una camisa blanca. Espero que aún recuerden como me gusta combinar el blanco con el rojo. Mejor aún hoy, que será un día bastante especial. Me pongo unos lentes oscuros al igual que mi sombrero.

Salgo del apartamento y conduzco mi auto hacia la casa de mi hermana. Puedo llegar fácilmente caminando, pero luego de eso, tengo planeado ir a otro lugar. El favorito de toda esta historia. Cuando llego salgo del auto, toco la puerta y quien la abre parece ser su esposo.

̶ Hola. ̶ Al parecer es simpático.

̶ Hola.

̶ ¿En que lo puedo ayudar señor?

̶ Estoy buscando a Rebeca.

̶ ¿Usted quién es?

̶ Su primo, acabo de llegar al país. ̶ No le puedo decir que soy su hermano. Posiblemente me cierra la puerta en la cara y empieza a llamar a la policía.

̶ Un gusto. ̶ Me extiende su mano en forma de saludo. No lo pensé dos veces y se la acepté. ̶ Yo soy su esposo, Ryan.

̶ El gusto es mío.

̶ Pase por favor. ̶ Ryan como dijo llamarse entra a la sala y luego lo sigo. me ofrece sentarme y pues lo hago. ̶ ¿Le gustaría un café?

̶ No tomó café, un té por favor. ̶ Dicho eso me da un asentimiento de cabeza y se va. Si mi instinto no falla a la cocina.

En mi espera puedo ver la casa un poco más detallada, es grande, de dos niveles, de colores suaves como blanco, gris, pastel. Las decoraciones parecen ser de cristal al igual que la mesa que se encuentra entre los sofás y la televisión. Hay muchas fotos de Rebeca y Ryan por todos lados. Un enorme cuadro que si no me equivoco es de la graduación de Rebeca. Pero como en ese entonces estaba en el sótano no lo puedo afirmar.

En ese momento vi venir a Ryan con dos tazas en las manos me extendió una y le agradecí con una sonrisa, como la persona cortés que siempre he sido.

̶ Rebeca no me ha dicho que hoy tendríamos de visita a unos de sus primos que viven fuera del país.

̶ Lo que pasó fue que tuve que viajar de urgencia por mi trabajo y decido pasar a visitarla, para darle una sorpresa.

̶ Ah okey, ahora entiendo.

̶ ¿Y hace cuanto tiempo están juntos? La última vez que vi a mi primita ni siquiera tenía pareja.

̶ Hace unos cuantos años.

̶ El tiempo pasa volando.

̶ En verdad. ¿Me permite su taza?

̶ Pues claro. ̶ Toma las tazas, las cuales ya no tienen contenido en su interior y las lleva a la cocina. En eso empiezan a tocar la puerta y como soy una persona muy cortés me pongo de pie para abrir.

̶ Cariño disculpa, creo que deje las llaves en el otro bolso. ̶ Esa es Rebeca. No se ha dado cuenta que soy quien ha abierto la puerta, ya que al parecer busca algo en su bolso. Al notar que permanezco en silencio, levanta su rostro y parece perder el aliento.

̶ Pasa por favor y no te atrevas a hacer un escándalo. ̶ Tarda en asimilar lo que dijo, pero me obedece y la ayudo a sentarse en el sofá, ya que el miedo no se lo permite hacerlo por si sola.

̶ Rebeca, cariño. ̶ Ryan empieza acercarse a su esposa para saludarla. ̶ ¿No te gusto la sorpresa? ̶ Por más que Ryan habla, Rebeca parece inmóvil y fuera de la realidad.

̶ ¿Quieres saber por qué no le gustó la sorpresa? ̶ Digo dirigiéndome a Ryan. ̶ Porque soy su queridísimo hermanito Shaun, ah no cierto. Soy su queridísimo hermano el estúpido mocoso.

En ese momento saco a mi querido amigo follout 4 y le disparo a Ryan. Rebeca empieza a llorar como loca y abrazar a su esposo que ahora mismo tiene un enorme agujero en la cabeza.

̶ Que lástima que tuviera que morir. En verdad me caía bien. ̶ Digo mientras disfruto un poco de la sangre saliendo de la cabeza de Ryan, los gritos de angustia y miedo de Rebeca. Hasta el momento que ya me molesta su detestable voz y decido darle fin a su vida, al igual que como hice con su esposo su esposo.

Voy a su cocina, tomo un cuchillo y luego regreso a la sala. Tomo los brazos de ambos para nuevamente regresar a la cocina. Me coloco el delantal para empezar a cocinar, tomo un sartén grande y un poco de cada uno de los brazos. En la nevera hay muchas sazones. Todos los que necesito para que esta carne quede exquisita.

Luego de haber terminado echo la carne en un plato para llevar. La dejo reposar, mientras subo a las habitaciones. No es tan difícil encontrar la principal. Me doy una ducha y me coloco algo de ropa de Ryan para volver a bajar, tomar la carne, subir a mi auto y pues ir de camino a la casa de mi querida madre Minerva.

Es un poco largo el camino, ya hay mucho tránsito. Otra cosa también, Rebeca y Minerva no viven muy cerca que digamos. Llego y no toco la puerta, tengo una copia de su llave. Todo este tiempo lo he estado planeando a la perfección.

Voy a la cocina tomo un plato, un cuchillo y un tenedor. Subo a su habitación y aún esta dormida. Dejo la carne, el plato, el cuchillo y el tenedor en su mesa. Al igual que una nota que he hecho escribir a Rebeca antes de dispararle, que decía: "Un regalo para la mejor mamá del mundo". Con amor Rebeca.

Luego de eso bajo a la sala y me pongo a ver algo de televisión hasta que a Minerva le diera la gana de despertar.

La espera es algo larga y un poco irritante. Por fin escucho los hermosos pasos de Minerva.

̶ Gracias mi niña por la carne, está muy rica. ̶ Se escucha feliz. Pero esa felicidad se le acaba inmediatamente me ve. La cara de todos de miedo, no eran nada comparado con la de Minerva.

Estoy muy normal, hasta le ofrezco sentarse. Se podría decir que las cosas no pueden estar más calmadas, aún no he sacado mi pistola. Le cuento todo desde el momento en que Ryan me abrió la puerta. No me ha dejado terminar de contarle mi historia, ya que empieza a tener náuseas y trata de vomitar. Qué pena que no podía.

̶ Yo soy el malo por matarlos. Pero tú das lástima, tú te los comiste. Lo peor de todo esto es que lo disfrutaste. ̶ Mi toque secreto en la carne empieza a hacer efecto. En el momento de preparar la carne le eche una píldora que empieza a debilitar tu estómago y te mata en un proceso de una hora, lentamente y doloroso.

Disfruto mucho ver a Minerva retorcida en el suelo, agonizando, suplicando que la ayudé, pero no hice nada. Solo le repeto que un estúpido mocoso no servirá de ayuda. Cuando ya no se movió más llame a la policía. Mi estadía en la cárcel no será mala. Me alimentarán y no tendré que trabajar.

Vindicta MinervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora