Voy a la sala, me envió en el sofá y me puse un ver algo de televisión. Mi hermana llega y se encierra de inmediato en su habitación. No preparo nada de comer, ni siquiera me llamo mocoso. Luego de unos minutos aprecio mamá, realización de la misma acción, entrar a la habitación de mi hermana y se encierran ambas ahí. Pasó toda la noche y no salieron de ahí.
Me voy a mi habitación a descansar. Al otro día cuando desperté ya ambas se han ido de la casa y no han dejado nada de comer, supongo que no es nada nuevo, que constantemente se olviden de mí. Decido prepararme algo y ver un poco de televisión. Me aburrí y voy a la habitación de mi hermana para tomar una de sus muñecas. Voy a mi habitación y con la misma tijera que usé para el gato, empecé a cortar su cabello. De repente alguien abre la puerta sorprendiéndome en el acto. Estoy paralizado, nunca me imaginé esto, tengo todo el tiempo determinado, no creo que haya durado tanto tiempo cortándole solo el cabello.
̶ ¿Qué demonios haces? La cara de Rebeca parece que requieren explotar en cualquier momento. Solo ¡Solo eres un estúpido mocoso! Me quito la muñeca y las tijeras. Mientras comencé a cortar mi cabello.
̶ Por favor no. ̶ Estoy a punto de llorar, no pensé que ella sería capaz.
̶ No es la primera vez que lo haces y hasta que no te enseñe no aprenderás. ̶ Todo lo que dice lo que hace gritando, hasta que me tomó del pelo y me pidió a la cama. ̶ Hablaré con mamá cuando llegué. ̶ Dicho eso se fue y cerró la puerta con seguro.
̶ Yo no soy un mocoso, no soy un estúpido mocoso. ̶ Esas palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza, mientras no dejo de llorar. Extraño a papá como a nadie en esta vida. No sé en qué momento me quedé dormido, solo sé qué luego de unas horas ahí en mi habitación, alguien abrió la puerta bruscamente como si hubiera sido destruido y comenzó a moverse para que despertara.
̶ ¡Levántate!
̶ Ya va, solo no me grites. Parecer al parecer mamá ha tomado mucho esta noche ya que su aliento choca en mi cara y huele a puro alcohol.
Estas empezando a hacerme perder la paciencia. Ya estoy harta de tus juguetes. ̶ No me deja ponerme bien de pie, para halarme por el poco cabello que me ha dejado Rebeca y conducirme hasta el sótano.
̶ Mamá al sótano no, por favor.
̶ ¡Te callas! Que ya me tienes harta. Me lanzo por las escaleras del sótano. Por suerte no me caí, logré estabilizarme un tiempo. Vas y te vas a quedar aquí hasta que yo me dé la gana de que salgas, por estar poniéndole la mano a las muñecas o las cosas de tu hermana. ̶ Dicho eso cerró la puerta de un portazo, con todo y seguro. Supongo que hoy me tocará dormir en el suelo.
Las horas pasan y no encontramos nada divertido que pueda hacer en el sótano. Solo hay ropa sucia, una que otra cosa vieja o que ya no se usa, un baño algo abandonado y no pienso entrar ahí. La luz está dañada y si cierras la puerta te suele dar un poco de miedo.
Pasan alrededor de una o dos semanas, que no salía del sótano. A veces como, si se acuerdan de mí, que es para lo único que abre la puerta. La mayoría del tiempo la paso durmiendo, hasta que ya no tengo ganas de dormir, de tanto que lo hago. Hasta empecé a usar aquel baño que dije que no pisaría. Sí mi mamá o Rebeca me traen ropa es de sorprenderse, ya que la comida la traen por obligación.
Estoy muy entretenido viendo las hormigas pasearse por el plato de comida que me ha traído, que tiene semanas sin lavarse. Hasta que veo una pequeña rata asomarse por mi ventana, me quedo tranquilo para que mi presencia no le impida entrar, entrar como si hubiera algo de comer, en este lugar abandonado y carente de vida. Veo cómo se escabulle entre la ropa sucia que hay en un cesto, por lo que rápidamente me dirijo fácilmente ese lugar y tomo al pequeño ratón de la cola. Se ve tan indefenso. Se pueden escuchar sus pequeños gritos, casi igual de silenciosos que una pluma. Es de color blanco, igual que el gato del vecino que solía molestarme en el patio, igual de intruso por estar husmeando en mi casa.
Pongo al pequeño ratón en el suelo sin soltar su cola. Puedo ver cómo trata de huir, pero le es imposible. Luego paso a llevarlo a mi baño. El pasado tanto tiempo en el sótano, que ya consideró este baño mío. Lleno la bañera de agua e introduzco la cabeza del ratón en el agua. No dejó su cabeza ahí por mucho tiempo, solo quería que se mareara un poco. Voy a dónde está mi intento de cama, tendrá el cubierto que está en el plato que tiene días. Regreso a la bañera con el ratón en una mano y el cubierto en otra. Tengo mi mano extendida hizo la bañera con el ratón en esta, para empezar a introducir el cubierto en el estómago de aquel ratón. Es algo difícil ya que el cubierto tiene varias puntas y no es igual de filoso que el cuchillo, en el caso del atentado contra el gato.
Luego de mi eterna lucha, puedo modificar el hermoso color rojo mezclado con el agua. Es más intenso en lo que queda del ratón, que en el agua de la bañera. Tengo más tiempo de este color hermoso, ya que no creo que nadie esté buscando o quisiera entrar al sótano. En eso escucho la puerta de sótano abrirse y alguien llamarme.
̶ Shaun. ̶ Esa es Rebeca, molestando en el momento menos indicado. ̶ ¿Dónde estás?
̶ En el baño. Rápidamente cierro la puerta del baño, la cual permanece abierta. Empezó a drenar el agua de la bañera. Luego lanzo el cuerpo del ratón al retrete y lo dejo drenar también.
̶ ¿Qué es lo que huele tan feo aquí? La próxima te dejaré la comida en la escalera o no comerás nada. ̶ Siento como sus pasos se alejan. Si este lugar es asqueroso, ¿Por qué no me sacan esas estúpidas brujas? Eso de mamá también se acabó, al igual que ya no le diré hermana a Rebeca, no le diré mamá a Minerva.
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Vindicta Minerva
Mystery / ThrillerTengo todo calculado. Cada una de las piezas caerá. Tú mi querida Minerva, seras la ultima en vencer. Te daré esa hermosa oportunidad. Al caer la ultima pieza, el juego habrá terminado. No tendré razón o motivo para volver a jugar. Seré libre. Ya ha...