Capítulo 6

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Estos últimos días he pasado mucha hambre. Duermo en las calles, lo que no es diferente al sótano, ya que es el mismo suelo duro. Hay días de lluvia, al igual que otros cuando el sol es tan radiante, que arde en la piel. Llego el día, el día que veo la casa. Toco una y otra, vez, pero nadie me abre, la casa parece estar vacía. Permanezco en la puerta sentado, horas y horas, hasta que veo dos adultos acercarse. De seguro me he equivocado de casa.

̶ Buenas. Digo Les digo amablemente. Cuando ya están lo suficiente cerca.

̶ Buenas joven. ̶ Escuche decir a la señora mientras sonríe. No sé porque, pero su cara me parece familiar.

 -¿Esta es la casa del señor Hudson?

-Por supuesto. ̶ Ese es el señor, que tiene algo de curiosidad.  ̶ Para ¿Para qué lo busca joven?

̶ Es mi padre.  ̶ Puedo ver un pequeño detalle de sorpresa en aquella señora, al parecer no lo esperaba. 

̶ Tú debes de ser el pequeño Shaun, ¿Cierto?

̶ Si señora y ... ¿Ustedes son?

̶ Somos tus tíos Margaret y Sebastián.  ̶ Entonces Margaret comienza a abrir la puerta. Me indico que pasará, Sebastián hizo lo mismo. Este se dirige a otro lugar, mientras Margaret y yo nos sentamos en la sala, en algunos sofás.

̶ ¿Y mi padre?

̶ Él se encuentra de viaje hace un tiempo. Hace poco lo que tratamos de contactar, pero estaba muy ocupado. Él nos prestó esta casa, ya que somos una pareja sin niños. La casa solo tiene dos habitaciones.

̶ Ah okey, entiendo. Busco un lugar donde quedarme. No causo mucha molestia.

̶ Puedes quedarte. No hay problema, pero ... ¿Qué hace un joven como tú deambulando?

̶ Si mi papá fue capaz de divorciarse de Minerva, ya debe imaginarse que no quiero estar en esa casa.  ̶ Margaret me acompaña a una de las habitaciones de la casa. Me dice que será mía, por todo el tiempo que quisiera. El señor Sebastián me regala algunas de sus ropas, que ya no usa. Me quedan a la talla, porque él es delgado, al igual que yo y más alto que mi papá. Soy más grande que Sebastián, pero no es mucha la diferencia.

Se siente bien no estar cerca de Rebeca, ni de la bruja de Minerva. Esa vieja me las va a pagar y le va a salir muy caro. Me pisoteo durante muchos años. No le importo que yo fuera un pequeño niño, tan indefenso y frágil. Pero gracias a sus queridos maltratos, le daré su merecido tarde o temprano, pero lo tendrán.

Pasan los días y la tía Margaret se empieza a ponerme cada día más mandona irritante. Primero comencé a enseñarme a cocinar. Pensé que lo haría con buena voluntad, pero llegué a un momento en el que soy el único que cocina. Está bien, con eso no hay problema. Pero luego comenzó a mandarme a arreglar las habitaciones, lavar los trastes, limpiar la casa, el baño, sacar la basura, todo lo que hice yo. Siempre usa el mismo pretexto: "Si no lo haces llamaré a tu mamá y te llamaré a ir con ella".

̶ Shaun. Empezó Ya comenzó Margaret una molestar. No espera a que salga el sol para iniciar a mandar. Me termino de peinar el cabello, para salir a la sala, donde se supone esta Margaret.

̶ ¿En qué la puedo ayudar a tía? Digo Le digo cuando ya estoy lo suficientemente cerca de ella.

̶ Como hoy es tú cumpleaños. Te voy a conceder el derecho de ir a hacer las compras y poder traer algo más para la cocina. Productos para recetas nuevas y eso. ̶ Siempre con esa sonrisa, solo sirve para eso. Hasta la ropa del marido le tengo que planchar. Ayer le había dicho que hoy cumplo dieciséis años, para ver si me deja tranquilo. Es todo lo contrario. Que Se que te encanta cocinar. ̶ Odio cocinar. Lo hago porque es elegir, entre eso o volver con la estúpida de Minerva. ̶ Prepara algo de desayuno para ambos. Siquiera Ni siquiera pude decir por favor, ni Minerva es tan mandona.

Me dirijo a la cocina para preparar algo, solo para nosotros dos. El señor Sebastián no se encuentra en casa. Hoy es lunes y Sebastián trabaja de lunes a sábado. Por lo que se suele ir muy temprano, como esperar el desayuno. Es el que mejor me cae, solo lo veo a veces en las noches y los domingos. Para nada mandón.

Luego de preparar el desayuno, me envió en uno de los sofás de la sala a esquina con Margaret. Cuando terminamos, me dispongo a lavar los trastes. Vuelvo a la sala y recibo la enorme lista, que me da, para ir a hacer las compras. El sol está un poco ardiente y la distancia del supermercado a la casa, cansona. Buscar las cosas que anoto Margaret, me ha costado en eso de tres horas. No tome nada más, porque no me interesa cocinar más de lo que ya ella me ha exigido.

En el camino, las bolsas me encontraron un poco pesadas, ya que están un poco más pesadas de la cuenta. En eso veo una pandilla acercarse a mí. Creo ver cinco, pero luego veo otro salir de atrás, por lo que son seis.

̶ Vaya, vaya.  ̶ Que el que acaba de hablar, parece ser el líder y también se encuentra en el medio de los demás. ̶ ¿Qué tenemos aquí? ̶ Intenta tomar una de las bolsas, pero no se lo permito. Su cara parece asombrada con mi actitud.  ̶ El pequeño Shaun está algo cambiado. Ese en ese momento puede ser en cuenta de que son ellos. Los chicos que me molestan cuando era pequeño en el colegio y cuando dejo de ir también. Se creen los muy valientes, pero ya se les acabo su reinado. Dejo las bolsas en una esquina y preparó mis puños, para darle una paliza. Que parece que el pequeño Shaun se ha convertido en un galito y quiere pelear.

Sus amigos se hacen a un lado y el hace lo mismo que yo con sus puños. Primero me lanza un puñetazo a la derecha, luego a la izquierda y por último al centro. Todos los esquivos como si estuviéramos donde lanza cada golpe, está un poco mareado por los golpes que ha dado en vano. A diferencia de él, todos mis golpes son en reversa, centro, izquierda, derecha. Sus movimientos son ser confusos, ya que espera los golpes en el mismo orden que los lanza. Cada uno de mis puñetazos experimentados, provocando que sus amigos salgan corriendo y él cae al suelo. Intenta ponerse de pie lo más rápido posible, para salir rápido igual que los otros. En su intento de ponerse de pie, deja caer algo. Cuando me acerco puedo notar que es una pistola, una lluvia 4, la tomo y la guardo en mi pantalón. Recojo las bolsas y regreso a la casa.

Luego de hacer todo lo que Margaret me ordena, me voy a mi habitación. Cuando estoy a punto de quitarme la camiseta para bañarme, escucho su voz. Dejo la camiseta en su lugar y vuelvo a la sala.

̶ ¿En que la puedo ayudar tía Margaret? ̶ Cuanto me cuesta decirle tía. Con lo irritante que llega a hacer esta mujer.

̶ Pásame un vaso de agua.

̶ Como usted diga. ̶ ¿Enserio? ¡Por un puto vaso de agua me llamo! No se puede parar a buscar su estúpido vaso de agua. Voy a la cocina y el busco su vaso de agua. ̶ Aquí tiene tía.

̶ Búscame una servilleta que se me olvido. Se Como se deben imaginar, tengo que volver a la cocina, por la servilleta de la Margaret esa.

Luego de ser una vez más el título de mi tía, puedo ir a mi habitación, darme una ducha y descansar. 

Vindicta MinervaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora