Me congelas con tu amor

Capítulo 1: Accidente

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Arendelle

Elsa

Hoy amanece como cualquier otro día. Anna y yo jugamos en los jardines del castillo mientras que nuestros padres atienden los asuntos reales. Mientras Anna se entretenía con sus muñecas, vi que una abeja se paró en una flor.

—Ven, Anna— exclamó una vez que me acerco a la flor.

—¿Qué pasa?

—Acércate a ver esto— hago un ademán con la mano.

Anna se acerca corriendo a ver a la abejita mientras que ésta se lleva el polen de la flor.

—¡Woow! — se asombra al verlo.

—La abeja se lleva el polen para llevárselo a la reina— explico con una sonrisa.

Me vuelvo a mi hermana menor, embelesada por la acción de la abeja y olvidando por completo su juego con muñecas.

—¿Y por que lo hace? —. Siempre con sus preguntas.

—Es una obrera. Ese es su trabajo— contesto.

—Ah.

Alejo a Anna antes de que la abeja vuele, hay que dejar a la abejita seguir su largo camino hasta la colmena. Regresamos con las muñecas para continuar jugando. Así pasamos un rato hasta que nuestros padres llegan.

—Niñas es hora de ir al gran salón a cenar— canturrea mamá.

Anna se levanta de golpe a correr en dirección a ella mientras agita sus brazos. Yo me quedo en el piso unos momentos más así como mi padre se queda en la puerta del castillo.

—Mamá. Elsa me enseño una abejita— cuenta mi hermana al tiempo que mi madre la recibe en sus brazos.

—¿Ah si? Y dime, ¿qué hacía? — sonríe mamá.

—Estaba llevando polen para la reina.

—Fascinante— responde mamá.

Quiero quedarme más tiempo con Anna a jugar, el príncipe estaba a punto de rescatar a la princesa. —Mamá, ¿podemos quedarnos un ratito más a jugar?

—Si fuera más temprano, con mucho gusto diría que sí, pero es hora de la cena— dice con una mueca triste.

—¡No! Un ratito más— rezonga Anna.

Anna inclina su cabeza mirando a mi madre hacia arriba con su típica cara de súplica. Pienso en unirme a ella, pero mamá rompe el silencio antes de que pueda hacerlo.

—No, mi niña— habla con la voz más firme. —No han comido nada desde la tarde, no quiero que se enfermen. Así que adentro, vamos a cenar.

—Está bien, mamá— respondemos Anna y yo al mismo tiempo.

Anna, mis padres y yo entramos al castillo. Mi hermana y yo vamos directamente a asear la tierra de nuestras manos para después sentarnos a cenar.

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Al terminar de cenar, mis padres nos acompañan a nuestra alcoba, nos cuentan un cuento y luego se van. Arropo a Anna en su cama y le doy un beso en la coronilla.

—Buenas noches, Anna— susurro contra su cabello.

—Buenas noches, Elsa— contesta. —Oye ¿mañana seguiremos jugando?— pregunta con un tono esperanzado.