Capítulo 3: No has de abrir tu corazón

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Elsa

Me aparté de la ventana, asustada. La escarcha seguía creciendo. Grité por mis padres que iban abriendo la puerta para mis lecciones. Ellos deben ayudarme. Ambos exclaman en sorpresa, pero no retroceden. Papá me aparta a la chimenea para verme a los ojos

—Elsa, tranquila— me calma. —Recuerda: No haz de abrir tu corazón. Tus emociones están ligadas a tus poderes de una manera extraña, por más mínima que sea tu emoción, tus poderes actuarán conforme a ellas, aunque tú no quieras— habla con la voz algo firme.

A mamá se le ocurre una idea así que va al guardarropa y regresa con unos guantes blancos. Ambos se sonríen, papá entiende de inmediato, toma los guantes y me ayuda a ponérmelos.

—Los guantes te ayudarán— dice con dulzura. Miro el guante. Es una barrera. —¿Ves? Esconde—. Cubre mi mano con las suyas.

—No haz de abrir...— repito lo que acaba de decir.

—...Tu corazón— decimos al unísono.

Miro mis manos enguantadas. Lo entiendo, pero no me siento tan cómoda estando así. Sin embargo, debo hacerlo o puedo llegar a lastimar a mi familia.

—Hazle caso a tu padre hija—. Mamá llega a mi lado. —Es lo mejor—.

—SÍ, mami— respondo.

«Lo intentaré».

Ambos se apartan de mí. Se miran un momento con una expresión triste antes de irse hacia la puerta. ¿Se irán?

—Pospondremos la lección de hoy— aclara mamá con su tono cálido.

—Estaremos en nuestra alcoba— agrega papá cuando mamá sale por la puerta. —Tranquila, aprenderás a controlarlos—.

Dicho esto, ambos se van, cerrando la puerta tras de sí. Me quedo sola en mi habitación pensando en ellos y en qué pasaría si los perdiera. Debo controlarme.

—Sí... —susurro para mí misma.

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[Dos años después]

Elsa

Estoy en mi habitación terminando un libro al lado de una ventana. Alguien me tapa los ojos y no puedo seguir leyendo, pero sé que esas manos heladas solo podían ser de alguien además de mí.

 —Jack, ya sé que eres tú— murmuro con una risa.

Él me descubre los ojos, volando encima de mí hasta que aterriza dentro, al otro lado de la ventana. Me sonríe antes de acomodarse junto con su báculo. Ha pasado los dos últimos años aquí en Arendelle para hacerme compañía y en todo ese tiempo, jamás ha notado que tengo poderes. Tengo miedo de lastimarlo a él también, así que mejor se los oculto.

—Hola, Elsa— dice en un tono dulce.

Se fue hace una hora a comer y me sorprende que esté de vuelta.

—¿Por qué volviste tan pronto?— le pregunto dejando el libro de lado.

—No lo sé. Creo que no tenía nada que hacer así que... aquí me tienes— se señala a sí mismo. —¿Usas guantes para leer aunque estés adentro?—.

Mira los guantes en mis manos que he traído todo el tiempo desde hace dos años, antes me comprendió pensando que eran por el frío, pero creo que esta mentira no durará mucho. Sigo su mirada pensando en si decirle o no.

Me congelas con tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora