Mía para proteger

CAPÍTULO 22. BEBÉ

LUCÍA

Se sentía mal, muy mal. Estaba cansada, me dolía mucho esto. No tuve tiempo de nada, antes de que pudiera hacer algo ellos ya estaban colocándome una mascarilla en mi rostro.

Trate de no dormirme, lo juro. La señora que desde la primera vez estuvo a mi lado, nunca se separó de mí, su mano siempre sostuvo la mía, y se sentía tan cálido, como una mamá. Y ella me miro, y con mis ojos llenos de lágrimas le supliqué que la decisión que vaya a tomar, lo haga con el corazón.

Simplemente cerré mis ojos, la sensación de cansancio era cada vez mayor. Y luego hubo un lloro, pero no estuve ahí.

DEVIL

—No estoy muy seguro de esta mierda —admito. Mis hermanos se habían organizado para conseguir esos expedientes, necesitábamos saber el pasado de Lucía, lo necesitábamos. Eso era muy necesario para mí— Debía conocer todo acerca de mi niña. Por qué no sabía si ahora mismo estaba en peligro, y comprendía con más claridad todo esto.

Nos estábamos involucrando con gente muy poderosa, y joder. Estaba dispuesto a dar la vida por mi familia, pero no dejaría que nadie más salga herido. Esta era mi guerra, solo mía. Mis hermanos no morirían en este trayecto.

—Iré yo —habla mi VP—. Lo haremos, hermano. Ten la seguridad de que la recuperarás, pero esta vez tú no lo harás.

Gruño.

—Estoy con el —RR—. Prez, ha sido una larga lucha, es mejor y dejes que nosotros vayamos.

Intento ponerme de pie, Annet enseguida pone su mano en mi pecho.

—Hermano. Basta, debes entenderlo. La recuperación será mejor si tú colaboras —Mi VP interviene y bajo la cabeza.

—Quiero saber absolutamente todo —hablo rendido.

—Lo sabrás —confirman ellos.

No sé cuántas horas pasan, solo sé que mi casa nunca se sintió tan vacía y fría. Con Lucía todo parecía ir a mejor. Ella daba vida a este hogar, podía recordar cada detalle de ella. Sus comidas, su risa, sus ocurrencias, como sonreía cuando llegaba a casa, como dormía su siesta... era complicado entender porque me la habían quitado.

Y ahora qué miraba la fotografía de nuestro hijo, solo sentía una opresión en el pecho.

Habían pasado trece días exactamente. Sabía que quizá en este tiempo nuestro hijo ya hubiera estado en mis brazos.

Podía ver su rostro ya.

¡Esto apestaba!

—También quiero y esto acabe —Annet me da la bolsa de mis medicamentos y la lanzo a cualquier sitio.

>>Devil, he llorado más de lo que creí y era posible, pero confió en que esto acabé. —Ella levanta la bolsa del suelo—, pero debes saber que cuando ella esté aquí debes caminar para llevarla en brazos.

Dejo la foto de mi hijo y la veo.

—No sé qué voy a hacer, por primera vez en mi jodida vida no tengo un plan.

—Lo encontraremos, Devil. También me da miedo que algo le pasé a Lucía. La verdad es que todo esto es muy raro.

>>Pero Lucía volverá, te lo prometo. Haremos todo lo posible.

*****

RR ingresa con algunas carpetas, documentos y una cara de pocos amigos.

—¿Todo bien? —pregunta la castaña mientras lo besa y abraza. Han sido días sin ellos.