CAPÍTULO 6. PASEO

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LUCÍA

Me gustaba sentir el viento contra mi piel, a pesar de que llevaba casco podía sentir lo que significa la libertad. El sonido de los pájaros, el rugir de la moto... todo.

Me encantaba.

Finalmente, cuando llegamos sus manos me levantan y me deja en el suelo.

—¿Dónde estamos? —pregunto.

—Un viejo camino, hay un acantilado.

—Suena bien.

Mientras él se adelanta por el lugar, yo acomodo mi pantalón.

>>Oye, Devil. ¿Tú....? ¿Cuántos años tienes?

El regresa a ver.

—Bueno, esa es una buena pregunta.

—Dímelo ya.

—Veintinueve.

—Vaya, pensé que tenías más.

—¿Me veo tan mal?

—Luces genial. —Él sonríe, como si fuera un alago que escucha a menudo—. Es decir, luces como un hombre entrando a los treinta y algo más.

—Y tú como una mocosa.

—No tengo mocos.

Él ríe y yo igual.

—Pero supongo no soy tan mayor como tú.

—No lo eres, mira esa cara, eres como una adolecente queriendo ser mala.

—¡Oye! —golpeo su hombro y él sonríe.

Devil sigue caminando y voy detrás de él, al final y después de una larga caminata llegamos a un acantilado un poco alto, pero por alguna extraña razón no tenía miedo a las alturas. Camino y me coloco a su lado.

—Un tanto alto.

—Ya.

Silencio

Empezaba a odiar los silencios.

—¿Qué hay de malo en ti?

—¿Qué? —responde él con enojo.

—Pareces estar muy molesto y no entiendo el porqué.

—Bueno, quizá porque... ¡Maldita sea! Llegas al club y lo vuelves un caos.

—No he hecho nada, tu actitud es tan extraña. Estás bien y luego no, parece que me odias y no sé qué hago de malo. Eres un...

—Deja de jodidos hacerme ver como si estuviera loco.

Me callo.

—Estás... — el me mira—. Estás muy estresado ahora mismo, porque no vas y te tiras de ese acantilado.

Cruzo mis brazos, este hombre era a veces un idiota, no lo entendía.

Devil camina a una de las grandes rocas y se arrima, luego saca un tabaco y empieza a fumarlo. Me siento al frente de él, a una distancia prudente por el humo.

—¿Quieres jugar?

El ríe.

—¿Tenemos tres años?

—Es un simple juego para conocernos.

—Bien. Aunque no hay mucho que quiero conocer de ti.

Viro los ojos.

—¿Color favorito?

—Negro.

—¿Por qué?

Mía para protegerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora