IV

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Sebastião salía con sus amigos por la noche, antros y bares coloridos. Los japoneses sí que sabían de diversión nocturna. Lo que más le gustó fue el karaoke, una sala para ellos solos.

Todo era divertido, pero necesita algo más, lo buscó y buscó por días hasta que lo encontró.

Y justamente hoy lo encontró, que tanto ansiaba esos tragos. Demasiados sueños húmedos y erecciones incontrolables en el laboratorio.

Demasiadas buenas vistas; demasiado pan y no poder comer. Demasiada excitación y no lograr un orgasmo satisfactorio en compañía de su senpai.

Al fin un bar. Al fin un desahogo.


Pero tenía que andarse con cuidado, ese país era demasiado homofóbico. Y con cautela entro a un lugar con un ambiente tranquilo y más acogedor.

Adamsite rezaba el letrero de afuera. Leer japonés ya no suponía un problema, desde su adolescencia mostró interés en el estudio de la lengua, por lo que su vida en aquel país era más fácil.

Entró y buscó un lugar en un rincón. Un par de chicos se le acercaron después de un rato. Le preguntaron un montón de cosas, ya que era muy evidente su apariencia latina.

- Eres el más guapo de la noche.

- No es para tanto, chicos.


- Tienes un cuerpo bien trabajado. Tus ojos son hermosos, igual que el mar... y tú cabello es así de negro, brilla.

- Bueno...si...- estaba un poco incómodo por la cercanía del tipo- me gusta hacer ejercicio, y mi cabello... gracias.

- ¿Quieres pasar la noche conmigo?

- ¿Qué me ofreces?


Sebastiãn no podía perder la oportunidad de tirarse un polvo o quizás dos con ese desconocido.

- Puedo hacerte sentir bien con mi boca y quizá tú puedas enterrarla muy profundamente.

Interesante, los japoneses sí que eran perversos. Sebastiãn sonrió ante la oferta y tuvo que declinar.

- Creo que buscamos cosas diferentes, ¿Entiendes? No encajamos...

- ¿O sea que tú...? Con ese cuerpo ...


El desconocido japonés lo miró de pies a cabeza, jamás pensó que aquel tamaño de hombre podía jugar ese rol. Era incluso más alto que él...muy alto.

- Podríamos intentarlo- le dijo coqueto el japonés.

- No, no tengo ganas.

Y se alejó del desconocido, dejándolo con ganas y una cara de imbécil. No se le antojaba experimentar, él quería a alguien en concreto.

Y ese alguien estaba seguramente en otro lugar, con un montón de chicas.

Decidió abandonar su rincón y se fue más cerca de la barra. Alzó su vaso al cantinero. Ese chico estaba envuelto en grandes pláticas con un cliente.

No paraba de hablar, su atención estaba fija en aquel individuo. ¿Dónde demonios estaba la eficiencia japonesa?

Se rascó la barba esperando con paciencia, pero aquel chico seguía enfrascado en la conversación.

Se paró totalmente decidido a tomar otro trago. La barra sería su línea de defensa, desde ese lugar podría ver bien el panorama y elegir algo bueno para llevarse a la cama.

Se acomodó en el taburete. Agitó la mano al cantinero y con un elegante acento portu-nés pidió otro trago.

El mundo es pequeño. En verdad pequeño...



֍



Morinaga Tetsuhiro estaba platicando alegremente con su amigo Hiroto, en Adamsite.
Sebastião se quedó estupefacto al reconocer aquel individuo sentado en aquel taburete.

«Miren quien está aquí»

Decidió apreciar su perfil en silencio, su senpai estaba bien vestido, con un blazer fino que parecía estaba hecho a la medida. Estaba platicando alegremente con el chico de los tragos.

No se veía para nada incómodo, se notaba muy a gusto. Incluso se veía muy familiar con los sujetos a su alrededor. Regresó al rincón oscuro de donde salió.

Buscó una mesa cómoda para poder apreciar la situación, un mesero pasó por ahí y le pidió le rellenaran su copa.

Afortunadamente no había tipos molestos queriendo lograr algo. Estuvo observando todo. Efectivamente era su amado Morinaga san. Cuando el mesero llegó no pudo quedarse con la curiosidad.

-¿Conoces al tipo de allá?

-¿Eeeh? –Sebastião señaló al pedazo de hombre que reposaba sus preciosas sentaderas en el taburete de la barra- Aquel hombre de la barra, el de blazer de rayas.

-¡Aaaah! aquel chico. Si, lo conozco. Es un cliente habitual.

-¿En serio? Es muy guapo, me gustaría conocerlo.

- Ay, en ese caso, te deseo suerte.

-¿Por qué?

-Morinaga san no le hace caso a nadie. Siempre que está aquí se le acercan, pero el siempre declina amablemente. Es un buen tipo.

-Pero...¿Es gay? -Sebastian quería confirmar lo que su mente tanto esperaba.

-Lo es, tanto como tu y yo.

- ¿Y por qué está solo? Míralo, es MUY guapo.

-Creo, según me ha contado Hiroto san, tiene un amante, solo que es un poco complicado.

-Entiendo, gracias.

El mesero se encogió de hombros y se retiró a seguir atendiendo a sus clientes.

Carvhalo san tomó muy despacio su trago, maquinando sus próximos pasos. Confirmada la situación de Morinaga, nada podía detenerlo. Ni un novio. Ni un amante. Ya podía actuar con seguridad.



Miss Book

Amante do BrasilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora