XI

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Aquel rincón se encontraba muy fresco; la almohada era bastante cómoda, incluso la débil luz de la lámpara era apropiada para despertar de ese sueño.

Estiró su cuerpo hasta escuchar el crack de algunos huesos, nada como aquella sensación de placer que se siente cuando el cuerpo estuvo en espléndido reposo.

Algo sobre su abdomen pesó sobre él, movió su mano para tantear en ese claroscuro. Una mano posaba sobre su cuerpo. Con solo ver la piel ya sabía de quien pertenecía. Giró un poco la cabeza para comprobar lo que ya sabía.

Parpadeó tratando de recordar como demonios había llegado a la habitación del tipo. Brincó un poco al recordar que estaba dormido en la sala y ahora está aquí.

-Qué demonios...-susurró

Aún entre los brazos de aquel gran bobo tuvo la vergonzosa necesidad de comprobar su estado físico. Parpadeó una vez y agitó un poco la cabeza para terminar de despertar.

Ambos estaban vestidos. No sentía ninguna incomodidad alguna en su cuerpo. Básicamente se sentía renovado.

«¿Entonces él solo me trajo aquí para dormir y ya?»

Tatsumi se volvió a acomodar, trató de despegarse un poco pero el tipo a su lado lo tenía abrazado con fuerza.

«Que alguien me lo quite de encima»

Hizo un intento patético para zafarse de él, pero a quién diablos engañaba. Había pasado un tiempo desde que estuvieron así.

Souichi entendía la naturaleza de su relación. Había aceptado otros tipos de interacciones de forma natural, tales como tener estos momentos de intimidad que no tenían nada que ver con lo carnal.

Con la mente más despierta y despejada fue recordando poco a poco lo que había hecho en el día. Hasta hoy en la mañana Morinaga no le dirigía la palabra más que para lo esencial. Fue al laboratorio. Trabajó con Carvalho.

Carvalho.

Carvalho con Morinaga en la cafetería.

Entonces se acordó de todo. De nuevo sentía acidez en su estómago. Ellos dos se veían muy animados en ese lugar, y se notaban muy cercanos. Recordó el sueño y todo se volvió más claro.

Aquello había sido lo más asqueroso que había soñado. Un tipo cualquiera se metió con Tetsuhiro, follando como bestias en el laboratorio. Le dieron nauseas de recordar ese espantoso sueño

-Oye Morinaga, suéltame.

Sacudió al inocente que seguía durmiendo a su lado, ahora estaba de nuevo enojado, intolerante y celoso. Esto último no quería aceptarlo, pero era lo que más lo tenía encendido.

-Senp...

Morinaga poco a poco abrió los ojos, retomando el sentido. Se talló la cara para despejarse. Y de pronto se incorporó de nuevo preocupado.

-¿Senpai, ya te sientes bien? Dime qué estabas soñando. Me preocupaste, estabas llorando.

Souichi lo miró con cara de pocos amigos, ¿llorar? No sabía de qué diablos hablaba aquel tipo.

-¿De dónde sacas eso? – Tatsumi ya se sentía hastiado de todo.

-Cuando llegué te encontré dormido en el mueble y estabas llorando. Me angustié muchísimo. Quise levantarte, pero no pude. Estabas gimoteando mi nombre y entonces solo pude consolarte. Te volviste a dormir. Me preocupé mucho.

Amante do BrasilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora