Simple things

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Como había dicho el musulman maldito, Valerio estaba a las 10:15 fuera de su puerta esperando que Lucrecia le dejara entrar, respiro profundo para luego abrir la puerta y se reafirmó algo que ya sabia...Habían mejores formas de pasar un viernes por la noche, podia pensar en todas las opciones como por ejemplo; continuar con los hermanos Shanaa  o simplemente tomando una copa de vino mientras disfrutaba del silencio y la soledad, sin embargo el ver aquella sonrisa supo que esa era su forma favorita. Aquella sencilla cosa, tenerlo allí y poder embriagarse con su aroma característico era mas suficiente para ella... Solo con eso todo el estrés que había tenido en la semana valía la pena.

Aunque en aquella ocasión no iba con traje, que era cuando para ella Valerio se le hacia mas atractivo o con aquella chaqueta de cuero negro que solo lo hacia ver como un bad boy, aquel Valerio que tenia ante ella con un sencillo pantalón de chandal y una camiseta a juego ademas de que podia notar que su cabello todavía estaba algo húmedo, le dieron ganas de acariciar aquel mechón desordenado que bajaba por su frente y le hizo recordar aquel chico despreocupado que volvía a España cada que hacia de las suyas en Chile. -Llegas tarde, dijiste a las diez- mencionó con una leve sonrisa en su rostro mientras dejaba pasar al castaño -Ni que fueran las una de la madrugada- respondió restándole importancia al asunto mientras este fue a la cocina y como si fuera dueño o viviera allí empezó a sacar cosas de su nevera.

-Cualquiera que te ve diría que vives aquí- la mujer tomó asiento en uno de los taburetes, mientras le observaba prepararse un sándwich. -Dijiste que querías hablar conmigo- terminó de entrar todo de nuevo en la nevera y saco la jarra con jugo de naranja, al ponerla en la encimera le miro -¿Que sucede?- cuestionó intrigado, desde que recibió aquel mensaje no había dejado de pensar que seria, por que aquello solo significaba problemas y siendo sinceros el chileno andaba en una buena racha, cosa rara así que esperaba las malas noticias por lo que estaba preparado. Lucrecia le miro fijamente aun sentada en aquel taburete -Solo pensaba en ti- respondió suavemente. No le mentía aunque omitía aquel pequeño detalle, sobre quien realmente había enviado aquel mensaje. Aquello fue mas que suficiente para que Valerio dejara lo que estaba haciendo y se acercara hasta ella, le tomo del mentón y la besara como aquel sediento, que desesperadamente buscaba saciarse al encontrar agua.

Habían pasado días desde la ultima vez que se vieron, ambos estaban ocupados ademas de que Lu seguía con sus inseguridades mientras Valerio no quería asediarla, ella seria quien marcaría el tempo entre ellos, por que el no iba a pedirle cosas que sabia ella no estaba dispuesto a dar o por lo menos no el momento en el que ambos se encontraban, pero era difícil por que el se sentía inseguro también, ella no le hacia sentir seguro cosa que era absurda por que comenzaba a entender aquello de la seguridad y estabilidad de la que ella tanto hablaba. El mordió suavemente su labio inferior y susurro aun cerca -Te extrañe- no quería dar la imagen equivocada, no quería verse desesperado sin embargó la necesitaba. Para el era difícil no ir a verle y solo tener que conformarse con enviarle mensajes o algún detalle, cuando lo que realmente quería era tenerla y sentir como el corazón de la chica se aceleraba gracias a el.

Ella acaricio suavemente su mejilla, mientras se sentía en las nubes, nadie mas importaba -Quédate esta noche- mencionó aunque realmente era un ruego. Solo basto una noche para que todo cambiara por ejemplo ahora su cama le parecía gélida y grande, haciendo que se sintiera sola por que solo acostarse y cerrar los ojos recordaba lo bien que se sintió dormir a su lado, rodeada por aquellos fuertes brazos que impedían que se alejara. -No tenias que decirlo, no pensaba marcharme- confeso haciéndola sonreír.

Aquella noche no paso nada físico por que mas que eso, sus corazones fueron las que recibieron consuelo, ambos necesitaban estar así en los brazos del otro, susurrándose mil y una cosas ademas de algunas promesas que aliviaron sus miedos. Aquella noche las simples palabras era lo único que valía la pena.

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