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Capítulo Cinco:

Un trato justo

...


Había pasado una semana y media, Giovanni empezaba a investigar quien era el hombre que hacía suspirar a su hija, aún cuando Camile lo negaba, podía ver la calidez de sus ojos y esa felicidad al andar, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la miro tan feliz.

-Leonardo-  Giovanni se acercó a Leonardo dando un saludo.

-Giovanni, ¿Necesitas algo?- Miro a Giovanni, dejando el pincel en la mesa.

-Tú no sabrás en que anda metida Camile, ¿o si?- Giovanni miraba con intriga a Leonardo, tratando de notar la más mínima expresión en su respuesta.

- No, sólo estoy enterado que sigue buscando a los ladrones que escaparon a París hace tiempo- Leonardo respondió con tranquilidad.

Giovanni dio un gran suspiro, sólo pensaba en que se había equivocado, ¿Fue darle mucha libertad?

-Leonardo, ¿en qué me equivoque?,¿Hice mal al darle tanta libertad?- Tomo a Leonardo de los hombros, esperaba una respuesta.

Leonardo estaba a punto de hablar, pero una de las sirvientas entro a la habitación

- Señor Geovanni, ha llegado el señor Alonzo.

-Hazlo pasar a mi estudio, lo acompañare en un momento.- La sirvienta se retiró, Leonardo miro con sospechas a Giovanni.

-Hablaremos más tarde Leonardo.-  Se despidió de Leonardo.

...

-Alonzo, ¿Qué te trae por aquí?- Giovanni saludo a su amigo.

-Algunos asuntos de trabajo, he venido por mi señor.- Decía Alonzo mientras bebía un poco de vino que Giovanni le había ofrecido.

- No sabía que eras sirviente, ¿Qué sucedió con el negocio?- Giovanni miro a su viejo amigo.

-Digamos que no me fue muy bien, pude conseguir ser asistente del ministro francés. - Aquella respuesta llamo la atención de Geovanni.

-Supongo que la vida da  muchos giros, ¿no es así?- Giovanni sonrió dando un sorbo a su copa-Hace 35 años te marchaste de Florencia.

-Era joven y esperaba que el mundo me recibiera con los brazos abiertos, de no haber sido por mi señor seguro habría muerto.- Alonzo recordaba con melancolía su pasado.

Miro por la habitación, Su amigo había avanzado demasiado, y pensar que el también podría haber gozado de la misma suerte lo hacía sentirse inútil.

-Alonzo, ¿nunca tuviste hijos?- Giovanni  pregunto a su amigo.

-Ja, me hubiese gustado engendrar uno, pero- Giovanni contuvo una risa.

- ¿Ninguna era digna de ti?- Alonzo rio ante la respuesta de Giovanni.

-Digamos que una monja es muy difícil de corromper- Ambos hombres rieron.

-y de ti Giovanni, ¿ Qué tal a sonreído Dios para ti?- Alonzo le pregunto a Giovanni con curiosidad.

LA CODICIA DEL MINISTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora