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Capítulo Tres: 

Él más ruin de los hombres

...


-Buenos días, ¿Cómo va todo?- Saludo a un hombre de cabellera dorada.

-¡Occhipinti!, cuanto tiempo sin verte- Devolvio el saludo, dando un gran abrazo la alzó por los aires

-Me harás caer Leonardo- Decía aferrandose  a los hombros del muchacho.

-¿Te quedarás?- la bajo con delicadeza para esperar su respuesta.

-Por supuesto, además, necesito nuevos accesorios.- Sonrió  a la vez que su amigo la hacía pasar a su taller.

-Cuantas veces tengo que decirte Occhipinti, si no es por tu misión, de seguro ni vendrías a verme.-Suspiro con tristeza, pero su amiga ya no se encontraba.

Las calles de Florencia eran muy tranquilas, sin escándalos, a excepción de un par de jovenzuelos que armaba riñas por ahí.

-¡Regresa aquí maldito!- Algunos guardias perseguían a un hombre por las calles, corrían intentando llegar a él, pero siempre subia a los techos por algún callejón sin salida.

-De nuevo has organizado un alboroto, ¿Qué hiciste esta vez?- Preguntaba un joven años mayor al joven castaño y moreno.

-Digamos que la mujer del banquero necesitaba un favor- Sonrió inocentemente, mientras se recostaba en el techo de aquella casa.

-No quiero ni pensar como te habrán encontrado- Hablo nuevamente el mayor, que comenzaba a bajar.

Ya en tierra ambos caminaban por ahí, buscando riñas o simplemente coqueteando.

-Mira a aquella, seguro no le vendría mal un paseito conmigo- Se arreglaba el traje para ir a verle.

-Tan mujeriego como siempre,Maurizio- Una mano en su hombro lo detuvo. Al girar se encontró a tan singular rubia de pie sobre una caja de madera.

-¡Camile!, Que agradable sorpresa.- La hizo girar en sus brazos, dando unas risas.

-La harás vomitar Maurizio- El rubiete los detuvo, dio un fuerte abrazo a la muchacha.

-Flavio,siempre tan caballeroso- El mencionado hizo una reverencia.

Caminaron toda la mañana por Florencia, a medio día llegaron al taller de Leonardo.

-Leonardo, que la occhipinti de Camile llego- Maurizio grito a su amigo, que para entonces se encontraba sobre una escalera buscando en algunos estantes.

-Lo se, ha venido a verme esta mañana- Bajo con algunos libros y los depósito en la mesa.

El pequeño guante anexado a la navaja estaba en la mesa. Rodeado de múltiples herramientas y algunos aceites.

-Es la segunda vez que acudes a Leonardo  en este mes occhipinti.- Flavio hablaba desde uno de los bancos.

- Lo se, pero la hoja esta algo atorada- Camile decía mientras miraba los múltiples cuadros de su amigo.

Leonardo desarmo el arma, mientras miraba atento el instructivo. Luego de unos cuantos arreglos logró abrir por completo la pieza.

-Crei haberte dicho como limpiar  la hoja por cada uso- Mostró una capa gruesa de sangre y un trozo de hueso.

LA CODICIA DEL MINISTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora