Cap 3: Una fiesta en la que no todo es lo que parece.

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Me despierto porque oigo una serie de voces fuera de mi habitación, pero decido ignorarlas y seguir durmiendo.

Un minuto después, las voces se intensifican, así que abro un ojo ligeramente y busco en la oscuridad mi peluche, un tigre. Cuando lo encuentro, me tapo la cara con él, lo que hace que los ruidos cesen. Sonrío e intento volver a dormir, pero cuando la puerta se abre, la luz que entra me ciega incluso a través de los párpados cerrados.

    —Ahí la tienes. Puedes ir despertándola tú, si quieres.—La voz de mi madre, normalmente seria, ahora es dulce y risueña.

    —Encantado de hacerlo, señora.—Responde esa irritante voz que ya conozco.

    —Llámame Tina, hijo.—Le responde mi madre.—Bueno, te dejo con ella.

Oigo como la puerta se cierra, y sonrío, pero cuando unos pasos se acercan hacia mi y se sientan a mi lado haciendo que el colchón se hunda, hago una mueca.

Me doy la vuelta, quedando de espaldas a Noah.

    —Emma...—Susurra con voz divertida.

    —Déjame dormir, Waters.—Digo con voz ronca, y subo las mantas por encima de mi cabeza.

No lo veo, pero sé que está sonriendo. De repente, su mano se introduce en las sábanas y se acercan a mi estómago, en donde posa sus dedos.

Me giro bruscamente, haciendo que aparte su mano.

    —¿Que te crees que haces?—Le pregunto con el ceño fruncido.

    —Al menos ya has despertado.—Se levanta y abre la puerta.—El desayuno está en la mesa.—Dice antes de desaparecer.

Gruño y empujo las mantas con los pies. Me levanto y me dirijo hacia el baño, en donde me lavo la cara. Luego, bajo las escaleras hasta llegar a la cocina, en donde están mis padres, mi hermano y Noah.

    —¡Emma! ¿Por qué no subes a ponerte algo más?—Mi madre, escandalizada, me mira de arriba abajo.

Miro hacia abajo y me doy cuenta de que tan solo llevo una camiseta negra que apenas cubre nada. Luego, miro a mi madre; lleva el traje de negocios, y el pelo pelirrojo retirado en un moño.

    —Mamá, el invitado es él. No sé como pretendes que esté tres meses sin ir cómoda por mi propia casa. No pienso dejar de ir así, y si no le gusta, puede ir yéndose.—Me cruzo de brazos, adoptando una posición desafiante.

    —Por mi ni hay ningún problema.—Dice tras unos segundos de silencio Noah.

Ashton y yo lo fulminamos con la mirada, pero él tan solo sigue sonriendo, sin dejar de untar mantequilla en su tostada.

    —Emma, sé un poco más respetuosa con nuestro invitado.—Dice mi padre, más calmado que mi madre.

    —No estoy siendo irrespetuosa, tan solo digo que esta es mi casa, y a mi no me causa ninguna vergüenza que me vea así. Si a él le da reparo, que ya veis que no, es su problema.

Nos quedamos todos callados, en un silencio algo incómodo.

    —Tienes el desayuno aquí mismo.—Noah señala un plato lleno de tostadas y uvas, y al lado una taza con leche.

Me acerco desconfiada, pero finalmente tomo asiento y empiezo a desayunar con normalidad.

    —Tina, James—Noah se dirije a mis padres—, hoy hay una fiesta en casa de un amigo, y me gustaría que Emma pudiese venir.

Casi me atraganto con la leche.

    —Oh, si, Emma ya nos habló de la fiesta. ¿Verdad, Emma?—Mi padre me sonríe.

Invadiendo mi espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora