El Vertedero.

Por favor, ámate.

Hoy fue un día un poco bajo, emocionalmente hablando, pero una persona que quiero demasiado me dijo lo siguiente:
''Ámate''
Y aquella palabra rebotó en mi mente una y otra vez.

Hasta que al final comprendí que, yo no era la culpable de todo lo que ocurre a mi alrededor, no soy tan poca cosa como siempre me creo, por un momento dejé de resaltar todos y cada uno de mis defectos y empecé a contar mis virtudes. Me mentalicé de que tengo derecho a equivocarme, al igual que tengo derecho a arreglar lo que rompí y aprender de mi error.
Empecé a darme cuenta, que mi cuerpo, aunque sea un contenedor donde se esconde mi alma, es en parte mi casa. No puedo estar toda mi vida odiando mi hogar, tengo que empezar a quererlo, a querer cada grano, a querer cada 'pelo que no está en su sitio', a querer mis kilos de más y de menos, mis cicatrices de algunas heridas de la infancia... Y no tan de la infancia. 
Comprendí que siempre debo tener en cuenta y sacar a relucir lo mejor de mí, pero también debo saber, que como cualquier persona, ya que no somos máquinas que fueron programadas para ser perfectas, tengo mis defectos, defectos que quizás debo controlar y que quizás debo trabajar un poco.
Comprendí que amándome a mí misma no le doy el poder a nadie para destruirme, ya que si sé quién soy, nadie podrá definirme, nadie podría decirme que no puedo lograrlo, y aunque me lo dijeran, sudaría, porque me conozco, mejor que tú y que cualquier persona, y sé que yo puedo lograr lo que se me antoje.
Amándome entendí que hay cosas que yo no debo tolerar o consentir, al igual que no debo tolerar que ciertas personas me traten como se les venga en gana. Amándome descubrí el maravilloso universo que soy, lo especial y única que soy.
Y tú que me estás leyendo y si estás como yo estuve, te digo una cosa:
Ámate.
Porque no hay nada más hermoso, especial y valioso que tú, en tu esencia.
Ámate y vive tu vida con orgullo.