Nada duele más que una traición.
Que te miren a los ojos y que te digan que formas parte de ese mundo, que te agarren de las manos y que te digan que te admiran y que eres importante en su vida. Te lo crees. Y al final, ahí llega.
Ahí llega la patada en el estómago que te devuelve a la realidad. Enterarte que no eres importante, que eres una opción B mientras que la A se ausenta.
Duele, ayudar a una persona a superar a otra que la dañó, y ver que después de las traiciones, prefiere a la otra persona, mientras que tú cada vez te invisibilizas.
Duele que te traicionen, y mucho, pero, ¿Sabéis que duele más?
Darte cuenta, que te ha traicionado porque no le importas, porque no significas nada. Cuando realmente quieres a la otra persona, da igual el vínculo del que se trate, no la engañas, no la ignoras y sobre todo, no la apartas de tu vida.
Esto hiere, porque forma una profunda herida en nuestra alma, que, con el tiempo, cicatrizará, sin embargo, algo dentro de nosotros cambia, y nos atormentaremos con la misma incógnita: ¿Debería seguir siendo buena persona a pesar de lo que me han pisoteado?
La respuesta es: Sí.
Es mejor, hacer lo que sientes, en el momento que debes, que no hacerlo y preguntarte ''¿Qué hubiera hecho si...?''
Tu buen corazón, a pesar de las cicatrices, seguirá siendo bueno, tu alma será hermosa, y no te importará darlo todo por las futuras personas que entrarán en tu vida.
Sin embargo, el/ la traidor/a se acordará de ti y de tu lealtad, cuando trague su propia medicina.
Te doy mi palabra.

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El Vertedero.
De TodoAquí podrás encontrar reflexiones y terroríficos relatos. Espero que disfruteis con esta macedonia literaria ;)