-¿Cómo qué lo has matado? -Preguntó Noa incrédula.
-Que sí. -Asintió asustado. -No quería hacerlo, pero de repente desapareció y cuando lo volví a encontrar empezó a decirme cosas extrañas y sin sentido, luego le dije que estaba loco y empezó a atacarme...
-Quizá es una locura pero.-Intervine.- Pero creo que eso no era Diego... -Ángel se echó a reír al borde de la locura.
-¿Cómo no iba a ser él Álex? Le ví con mis propios ojos...
-Quizá, un ente lo poseyó...
-¡Qué dices Álex por Dios!
-Espera.-Dijo Noa.-Quizá tenga razón... Mientras estábamos en el otro edificio, algo nos atacó, y era bastante fuerte, mira.-Dijo mientras se subía la pernera del pantalón mostrándole el arañazo que se encontraba en su gemelo.-Esto me lo hizo aquella cosa. Logramos zafarnos gracias a la sal que trajo Álex.
Ángel no se lo podía creer.
-Y tengo la teoría de que un ente parecido al que nos atacó poseyó a Diego. Porque él te atacó en el momento que tú le llamaste loco, eso me da que pensar en que un espíritu que reside aquí, en este psiquiátrico, se adueñó de su cuerpo. Recuerda que los enfermos mentales no soportan que los llamen locos.
-Entonces... ¿No maté a Diego? -Negué con la cabeza.
-Probablemente le has hecho daño, pero no creo que lo hayas matado... Llevanos junto a él, quizá con la sal podemos sacarle el ente.
Nos miró durante un pequeño momento de una forma un poco extraña.
-Seguidme.-Dijo finalmente. Le seguimos por el edificio y subimos hasta el tercer piso, caminamos a lo largo del pasillo y nos metimos en la tercera sala.
Ángel se quedó atónito.
-No está.-Dijo lentamente.
-¿Cómo no va a estar?-Dijo Noa enfadada mientras le apartaba de un empujón y entraba en la Sala.
Y efectivamente, no estaba, sólo encontramos un poco de sangre y su ropa.
-¿Dónde estará? -Dije pensativa mientras alumbraba la habitación. No encontramos nada.
-Tenemos que buscarlo e irnos de aquí cuanto antes.-Afirmó Ángel.
-De acuerdo. -Dijo Noa. -Pero esta vez nada de separarnos, tenemos que permanecer juntos si no queremos correr su misma suerte.-Asentimos, recogimos sus ropas y seguimos buscando por toda la planta, pero el resultado fue negativo. Aquel sitio era inmenso y encontrarle en aquel lugar era como buscar una aguja en un pajar. Pero aún así no nos rendimos y no paramos hasta encontrar a nuestro amigo.
No podíamos dejarlo allí.
Decidimos bajar a la segunda planta, ya que las escaleras para acceder a la cuarta estaban bloqueadas por escombros.
Cuando llegamos a esta, empezamos a escuchar a alguien tararear una nana.
Nos miramos e hicimos de tripas corazón y fuimos en busca de aquello.
A medida que avanzábamos por el pasillo, escuchábamos con mayor intensidad aquella perturbadora canción.
Nos paramos en seco en una de las salas y nos quedamos mirando embobados lo que había dentro de esta.
Había un silueta de una mujer delante de la ventana.
Nuestro pulso comenzó a acelerarse y aquella silueta no paraba de cantar.
-Vámonos. -Dijo Noa en voz baja. Pero en el momento que emprendimos la marcha, uno de nosotros había tirado algo de metal y esto hizo un estruendo ensordecedor.
La mujer empezó a girar lentamente la cabeza, en cuanto nos vio, empezó a gritar al mismo tiempo que corría hacia nosotros.
Nosotros también nos echamos a correr, tratando de huir de aquello.
-¡MI BEBÉ!-Repetía con una voz profunda y ronca. -¿¡DÓNDE ESTÁ MI BEBÉ!?
Nos intentó dar caza a lo largo de toda la planta. Pero era una ratonera, apenas teníamos por donde huir.
De repente, encontré un muñeco de un bebé, lo recogí y recé para que aquello funcionara.
Me detuve en seco y la encaré.
-ÁLEX, SAL DE AHÍ. -Gritaban mis amigos desesperados. Se estaba acercando. Esperé a que se acercara un poco más y le lancé el muñeco.
Ella lo recogió y como si fuera por obra divina se detuvo, miró el bebé de plástico y lo cogió como si fuera real, dio la vuelta y se fue mientras tarareaba la misma canción que escuchamos al llegar.
-Esperemos que la tenga tranquila por un rato.-Dije.-Venga chicos.
Bajamos a la primera planta y la peinamos. Ni rastro de Diego.
-Hey chicos mitad.-Nos llamó Noa. -Fíjaos, ¿no veis una luz en ese edificio?-Dijo mientras señalaba el tercer edificio.-¿Será Diego?
No lo pensamos dos veces y fuimos a meternos allí.
-Diego. -Lo llamó Ángel.
-AYUDADME. - Dijo desesperado. Intentamos seguir el rastro de sus lamentos y súplicas de auxilio.
Cuando llegamos al origen de todo, nos encontramos con que la Sala estaba vacía.
-Joder. -Dijo Ángel desesperado. -Sea lo que sea, nos está puteando como le da la real gana.
-Álex. -Empezó a decir Noa. -Ese cuaderno que cogiste en el otro edificio, ¿contenía más información de más pacientes?
-Espera que miro.-Dije mientras le daba mi linterna y dejaba mi mochila sobre un hombro. La abrí y saqué el cuaderno y de este cayeron unas hojas, las recogí y me percaté que eran los planos del complejo. -Esto nos puede servir de ayuda.-Dije mientras los miraba.
-¿Qué es eso?-Dijo Ángel mientras miraba intranquilo a todas partes.
-Estos son los planos del psiquiátrico, y nos pueden ayudar a encontrar a Diego, ya hemos mirado en los edificios dos y tres, que es en el que nos encontramos. Nos queda por mirar en el uno y en el cuatro. Pero yo creo que lo han llevado al edificio cuatro.
-¿Cómo estás tan segura?-Preguntó Noa.
-Porque ahí es donde se encuentra la sala de castigo. Y creo que es ahí donde la mayoría de los pacientes han muerto, mira.-Abrí el cuaderno y ojeé rápidamente el lugar de fallecimiento de los pacientes.-La mayoría habían muerto allí por inanición o por infecciones.
-Estaría bien empezar por ahí. -Dijo Noa, pero algo nos distrajo.
-¿Oís eso? -Dijo Ángel.
-Sí, son como unos llantos.
-Vamos a ver que está pasando.-Dijo de forma imperativa. Seguimos aquellos ruidosos sollozos masculinos hasta una habitación, ahí, encontramos una figura masculina agazapado en una esquina. Este levantó la cabeza de forma abrupta.
Pegamos un bote en el sitio al mismo tiempo que gritamos.
El hombre escapó por la ventana.
Suspiramos en parte aliviados, ya que era el primero que no nos había atacado, pero al mismo tiempo, nuestra desconfianza aumentó.
-Vamos a la sala de castigo.-Dije decidida.
Salimos del edificio y emprendimos rumbo hacia el cuarto. Cuando íbamos de camino, me di cuenta de que Noa cojeaba y se la veía un poco más débil.
-Noa, ¿estás bien?
-Sí, sólo me duele un poco, no es nada, tranquila.
Cuando estábamos casi en la entrada, el hombre que había escapado, se puso delante nuestra impidiéndonos el paso.
-Está muerto. -Dijo con risa malévola. -Al igual que vosotros.-Acto seguido, se abalanzó a nosotros, pero Ángel cogió un palo y comenzó a golpearlo con todas sus fuerzas hasta que el individuo se quedó inmóvil. Después de esto, tiró el palo al mismo tiempo que decía:
-ESTOY HASTA LOS COJONES DE VOSOTROS Y DE VUESTRAS GILIPOLLECES. Vamos a por Diego y larguémonos.
-Espera.-Dije.-Tenemos que pensar un plan de fuga, mirad, en el lado izquierdo de la entrada hay una alcantarilla que nos va a llevar justo donde está el coche, en cuanto tengamos a Diego, nos metemos por la alcantarilla y en menos de 3 minutos estamos en el coche.
-Perfecto. -Dijo Noa.
-¿Y la Sala de castigo dónde está?
-Debajo de este edificio, tenemos que buscar un sótano.
-Bien, coged palos y tratad de defenderos como podáis, ¿aún te queda sal? -Asentí.-Bien, pues procura tenerla a mano, a saber con que nos vamos a encontrar ahí abajo.
Buscamos por la sala principal una trampilla para bajar al sótano, la encontramos con éxito.
La abrimos y bajamos con sigilo y cuidado, vimos a Diego atado, adormilado y en calzoncillos.
Pero no estaba solo, lo acompañaban tres individuos esqueléticos y apestosos. Sin pensarlo dos veces, les lancé un puñado de sal en los ojos, mientras Ángel y Noa los apaleaban.
Corrí hacia Diego y lo desaté, lo levanté como pude, Ángel me ayudó a subirlo y salimos a la planta principal, y justo en ese momento más individuos bajaban las escaleras para atacarnos.
Llegamos a la alcantarilla, y mientras nos metíamos la rodeé con sal. Recorrimos las cañerías sin problemas sin llegar el coche.
Nos metimos en este y Ángel arrancó y aceleró apurado para salir cuanto antes de ahí.
Fue la peor experiencia de nuestra vida, pero por desgracia, eso no acababa ahí.Al día siguiente, Ángel y yo fuimos a ver a Diego. Noa no pudo, porque la ingresaron en el hospital; la pierna que fue arañada por el perturbado espectro de María del Mar se había gangrenado y debían amputársela.
Diego no articulaba ni una palabra, tenía la mirada fija en la ventana, no comía ni dormía.
Después de un mes, nuestro amigo se suicidó tirándose por la ventana.
Mientras tanto, Ángel y yo fuimos fuertemente medicados por el terrible estrés postraumático que sufrimos, siempre que cerrábamos los ojos, veíamos a nuestro amigo asustado, suplicando nuestra ayuda, lo que nos impedía dormir.
Sin duda alguna, le experiencia más terrorífica que hemos vivido en nuestra vida.Espero que os haya gustado este largo relato de buenas noches.
Recordad que todo apoyo es bienvenido y si compartís me motiváis bastante a seguir escribiendo para vosotros.
Muchísimas gracias por leer y os deseo buenas noches y dulces sueños.
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El Vertedero.
RandomAquí podrás encontrar reflexiones y terroríficos relatos. Espero que disfruteis con esta macedonia literaria ;)