Relato de Buenas Noches IV Parte:1

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Era un sábado frío y nublado de noviembre. Yo estaba reunida con mis tres mejores amigos en el parque, tomando unas cervecitas mientras fumábamos unos pitillos  y hablando un poco sobre la vida y temas triviales. Noelia, una linda muchacha bajita, morena de ojos almendrados y de color café a la que llamaba de forma cariñosa Noa, empezó a contar una leyenda urbana ambientada en el antiguo y abandonado psiquiátrico que se encontraba a varios kilómetros del pueblo de al lado.
-Se dice que en aquel psiquiátrico, por allá en los años 70, se maltrataban a los pacientes, ponían en práctica duros y cruentos tratamientos  que se basaban en descargas eléctricas u otras técnicas que se podrían considerar métodos de tortura propios del medievo, hubo algunos pacientes que los encerraban durante horas que muchas veces llegaban a prolongarse días, semanas o meses en un minúsculo cuarto en el que sólo había una cama y un cubo para hacer sus necesidades.
También se comenta que a algunos pacientes los llegaron a matar de hambre, a otros, les metían palizas y les sometían a un maltrato psicológico muy estresante.
Se comenta que el maltrato era tal, que medró la locura de los pacientes hasta el punto de lastimarse entre ellos de la manera más dolorosa y terrorífica...
Ángel, un chico alto y atractivo interrumpió.
-¿Qué hacían?-Noa agachó la cabeza.
-Se dice que un paciente cogió unas tenazas y le arrancó los dientes a su compañero, otro, violó a su compañero, después le abrió el estómago, le arrancó sus vísceras y empezó a revolcarse en ellas con una risa demoníaca, entre otras cosas realmente horribles...
-Dios.-Empecé a decir.-Esto es horrible.
Noa asintió.
-En la década siguiente.-Prosiguió con su historia.-El psiquiátrico fue cerrado a consecuencia de los abusos que sufrían los pacientes. Pero se comenta que los espíritus  de estos viven allí, perturbando en vida a todo aquel que se atreva a entrar.
-Madre mía... Que miedo.-Dije realmente asustada.
Diego, un muchachito un poco bajo con pelo largo se empezó a reír.
-¿No me digas que le tienes miedo a una leyenda urbana?-Dijo mientras exhalaba el humo del tabaco, Noa intervino.
-No sé hasta que punto esta historia es real, pero los vecinos de aquel pueblo dicen que en ese lugar ocurren cosas muy turbias, los que se atrevieron a entrar encontraron un destino fatal que acabó en muerte o simplemente, acabaron con un trauma que los llevó hasta la locura.
-Bueno, bueno, no será para tanto.-Noa se encogió de hombros.
-Es lo que se dice amigo.
-Yo no creo que pase nada ahí, son cuentos de vieja.-Discutió Diego.-Los fantasmas no existen.
-Bueno.-Empezó a decir Noa.- Si quieres vamos para allá a echar un vistazo.
-Yo no creo que sea buena idea...-Susurré.
-Vamos Álex.-Me empezó a decir Ángel.-¿En serio tienes miedo?
-En ese lugar sufrió mucha gente... Deberíamos respetarlo.
-Álex tiene razón.-Defendió Noa.-No debemos perturbar el descanso de personas que sufrieron en vida.
Los chicos empezaron a mofarse de nosotras.
-Mira las valientes que no tienen ovarios de ir hasta allí.
-Vale.-Empezó a decir Noa.-¿Quieres ir de exploración urbana? Pues iremos.
-Chicos... Yo no creo que sea buena idea...
-Venga Alejandra, ¿vas a ser la única cobarde que se va a quedar aquí?-Dijo Ángel cruzado de brazos. Al final, a regañadientes, cedí. Pero mi interior me gritaba que acercarnos a ese lugar era un error.
-Bien.-Empezó a decir Diego.- Deberíamos ir a por linternas, para que podamos explorar bien, a eso de las 5 nos reunimos en la plaza mayor. ¿Quién lleva el coche?
-Venga va, lo llevo yo.-Se ofreció Ángel.
Nos despedimos y cada uno tomó rumbo hacia su casa.
Por el camino, no paraba de comerme la cabeza sobre el tema. Al final, saqué el móvil y busqué información en Internet sobre el psiquiátrico, pero no encontré nada.
«A lo mejor los chicos tienen razón y sólo son cuentos de vieja.» Pensé.
Pero había algo en mi interior que quería que detuviera aquel suicidio.
Llegué a casa, cogí una linterna y un pack de pilas por si acaso nos quedabamos a oscuras y lo metí todo en la mochila.
Me dirigí a la cocina y merendé un plátano mientras estaba apoyada en la mesa.
Mi mirada se desvió hacia el salero. En ese momento, recordé varias historias que me contaba mi abuela, en especial, la historia de la Santa Compaña.
Ella me contaba que para que no te tuvieran bajo su dominio, debías dibujar un círculo en la tierra o con sal. Ella decía que la sal quemaba a los espíritus malévolos. Una parte de mí me sugirió que llevara un bote con sal, y eso hice. Por lo menos, para sentirme protegida. Metí esto último en la mochila y me fui al lugar donde había quedado con mis amigos.
Cuando nos reunimos todos, nos subimos al coche y emprendimos rumbo hacia nuestro fatídico destino. El camino de ida fue muy ameno, todo eran risas, bromas y alguna que otra anécdota al azar.
Cuando entramos en el pueblo, el vello de mis brazos se erizaron. Estábamos cerca, y yo lo podía sentir. Empecé a sentirme muy inquieta y con ganas de volver. Pero ya no había marcha atrás.
-Vale Noa, ya estamos en el pueblo, ¿ahora cómo llegamos al manicomio?-Preguntó Ángel.
-Pues... No lo sé...
-¡Pues estamos jodidos!
-Bueno, podemos preguntarle a alguien.-Aportó ella.
-Sí, si hubiera a quién preguntarle...-Le desvarató Diego.
-Hey, mirad.-Empecé a decir.-Allí hay un señor.- Divisamos a lo lejos un hombre que estaba vestido con ropa sucia y vieja, con un roido sombrero de paja y con un hazada sobre el hombro. Detuvimos el coche al lado de él y Ángel bajó la ventanilla.
-Buenas tardes señor.-El individuo nos lanzó una mirada de desprecio.
-¿Qué queréis?-Dijo de forma desagradable. Nos miramos entre nosotros un poco sorprendidos por la conducta del señor.
-¿Podría decirnos cómo se llega al manicomio?-Preguntó Ángel con educación y suavidad. Aquel hombre nos puso cara de horror.
-Es mejor que deis la vuelta, si entráis ahí, es probable que nunca más volváis a salir.- Volvimos a mirarnos.
-Chicos... Deberíamos dar la vuelta...-Medio supliqué.
-¡Y una polla!-Se quejó Diego.-No hemos venido hasta aquí para ahora dar la vuelta.- El señor nos juzgó con la mirada.-Indiquenos como llegamos hasta allí, por favor.
El viejo suspiró derrotado y cedió.
-Debéis continuar recto hasta la última casa del pueblo, tenéis que avanzar 500 metros y girar a la derecha. Luego es todo recto y lo encontraréis.
-Muchas gracias señor.-Le agradeció Ángel, acto seguido subió la ventanilla y retomó la marcha.
El camino cada vez se tornaba más tétrico y sombrío. El día cada vez era más oscuro y yo me sentía cada vez más inquieta.
Nos metimos en un camino de tierra en la que poco a poco la maleza iba recuperando, avanzamos durante diez minutos escasos y acabamos delante de la entrada que carecía de puertas. El muro que rodeaba el psiquiátrico estaba medio derruido. Habíamos llegado.
Avanzamos lentamente con el coche hasta llegar a uno de los edificios.
El abandonado complejo se dividía en cuatro edificios bastante grandes y altos. Ángel apagó el motor del coche.
-Bueno, ya llegamos.-Dijo satisfecho.
Sacamos las linternas de las mochilas y bajamos del vehículo. Me coloqué la mochila sobre los hombros y escudriñé la mirada para echar una ojeada rápida al complejo antes de que se terminara de oscurecer por completo.
-Vale chicos.-Empezó a decir Diego.-¿Por dónde empezamos?
-Yo diría de dar una vuelta por el exterior, investigar un poco los alrededores.-Sugirió Noa.
-Vámonos.-Pedí por última vez.-Esto no me gusta, no me da buena espina.
Diego puso los ojos en blanco.
-Mira que eres pesada Álex, sino quieres venir con nosotros quédate en el coche.
-¡NI DE COÑA!-Protesté.-Pero siento que deberíamos irnos...-Noa puso una mano en mi espalda.
-Tranquila Álex, haremos una exploración rápida y nos vamos.-Dijo completamente serena, al final cedí.
Comenzamos dando una vuelta por el exterior del complejo. Era increíblemente grande, era muy fácil perderse ahí.
Nos metimos en el centro de entre dos edificios que daba lugar a un patio que más que parecer una zona recreativa parecía un estercolero. El olor del lugar era muy fuerte y pestilente.
Nos acercamos un poco más y descubrimos que todo lo que había ahí tirado no era basura. Eran ropas y zapatos antiguos, encontramos algunos objetos personales como peluches, muñecas, peines y varios espejos rotos. Aquello nos dejó desconcertados.
-¿Qué cojones es todo esto?-Dijo Diego atónito.
-Ni idea pero, parece que tiraron todas las pertenencias de los pacientes aquí...-Medio expliqué.-Lo que no entiendo, es a que se debe este hedor.
-Ya, esto es muy raro...-Dijo Noa.
Caminamos un poco más y llegamos a lo que parecía la entrada principal del lugar.
Un frío me recorrió la espalda.
-¿Entramos?-Sugirió Ángel. Afirmamos y nos sumergimos dentro del lugar.
En las paredes encontramos pintadas con motivos satánicos, el olor del lugar era putrefacto, los únicos sonidos que se escuchaban en ese sitio eran nuestros pasos.
Los techos del edificio eran altos, asomábamos las cabezas por las habitaciones; en la mayoría no había puertas y encontramos el mismo patrón que en los pasillos.
Pintadas satánicas por las paredes, el número 666 escrito por todas partes y en una habitación encontramos un pentáculo al revés, lo que nos dio a entender que este lugar era el predilecto para los satánicos para rendirle tributo a su oscura religión.
Seguimos avanzando y hallamos habitaciones medio destruidas y más pintadas. Encontramos unas escaleras y comenzamos a subirlas. Pero cuando llegamos al tercer piso, nos encontramos con que el camino estaba tapiado con las ruinas de las propias escaleras.
Después de estar una hora investigando ese complejo, decidimos mirar los demás edificios, pero a Diego se le ocurrió la peor de las ideas y aún a día de hoy, nos arrepentimos de haberle hecho caso.
-¿Y si nos separamos para investigar bien los edificios? Yo voy con Ángel, vosotras vais juntas.
-Vale.-Dijimos al mismo tiempo, ellos se metieron en el edificio de la derecha, nosotras en el de la izquierda.
Olía horriblemente mal a humedad y a podredumbre, a medida que íbamos avanzando, la peste era más fuerte.
Había habitaciones medio destruidas, trozos de cristal por el pasillo, latas de cerveza y bricks de vino. De hecho en una de las habitaciones encontramos un colchón con una mancha de sangre bastante grande en el centro.
De repente, empecé a escuchar unos susurros.
-Tía, ¿has oído eso?
-Sí...-Afirmó con miedo mi mejor amiga.-Estoy empezando a pensar de que hemos cometido un grave error...
Nos tensamos aún más cuando escuchamos pasos detrás nuestra nos giramos, pero no había nadie. Nos encogimos de hombros y seguimos avanzando. Los susurros se hacían más pesados e insoportables, no sabía si realmente era nuestro cerebro jugándonos una mala pasada o había algo más ahí.
Subimos al segundo piso del edificio.
-Ten cuidado y mira bien donde pisas.-Advirtió Noa. Y menos mal que lo hizo, puesto que me hallaba a tres escasos pasos de un hueco donde supuestamente había un ascensor. Seguimos investigando con cuidado, pero poca cosa encontramos. No se podía acceder al piso superior ya que ocurría lo mismo que en el otro edificio, las escaleras se habían derrumbado.
Sin embargo, encontramos como una especie de túnel que atravesaba una pared, nos miramos y sin decir ni una palabra nos metimos dentro. Avanzamos como podimos de rodillas hacia el otro lado.
Llegamos a una habitación bastante amplia con unas escaleras que daba al piso superior. Aquello era muy surrealista.
Mientras subíamos, escuchamos ruidos metálicos acompañados de risas enloquecidas y susurros ininteligibles. Noa y yo esperábamos lo peor. No sabíamos con que nos podíamos encontrar, el pánico estaba empezando a apoderarse de nosotras, pero decidimos continuar.
Una vez que llegamos al piso superior, los ruidos cesaron por un breve instante. Empezamos a investigar los cuartos, y no encontramos nada nuevo, hasta llegar a un lugar que parecía ser un despacho, nos miramos y entramos.
Había una mesa y una estantería completamente estropeadas por la humedad y por el paso del tiempo, me acerqué a la mesa y abrí un cajón como pude. En su interior, se hallaba un cuaderno, lo cogí y empecé a mirar.
-Mira Noa.-Ella se acercó a mí, llegamos a una página en la que había una foto de una chica delgada y cabellos negros y largos.-María del Mar González Pérez, trastorno de bipolaridad múltiple y esquizofrenia paranoide, se comenta que esta chica llega a tener como unas veinte personalidades completamente distintas.-Leí.
-Era una psicópata muy peligrosa.-Concluyó Noa.
-Mira esto.-Dije llamando su atención.-María del Mar en uno de sus brotes psicóticos le arrancó el pelo a su compañera de habitación.-Tragué saliva y continué leyendo el informe.-Después, la quemó... Viva.-Nos miramos, estábamos flipando.-María del Mar fue encadenada y encerrada en la sala de castigo durante 2 meses. Murió por una infección provocada por sus propias heces y orina.-Noa puso cara de asco y luego de pena.
-Pobre chica...-Susurró. De repente escuchamos golpes en una de las habitaciones. Nos miramos. Algo andaba mal.
Guardé el cuaderno en la mochila y salimos de esa sala.
Cuando estábamos en el pasillo, volvimos a escuchar los golpes y los seguimos.
Nos llevó hasta una habitación, una de las pocas que aún conservaba las puertas.
Noa trató de abrirla, más fue inútil.
-Noa déjalo...
-Ni de coña.-Dijo picada.-Quiero saber qué coño hay ahí dentro.- Tomó distancia, cogió fuerzas y la abrió de una patada. De repente escuchamos susurros. Pero esta vez estaban cerca. Los ignoramos e investigamos la habitación.
Nada.
Salimos de la habitación y cuando decidimos abandonar ese piso, escuchamos risas y susurros muy turbios, pero esta vez, detrás de nosotras. Nos giramos, pero una vez más no había nada.
Ya cansada de tanta tontería grité:
-MUÉSTRATE MALDITO ESPÍRITU.-Noa se empezó a reír nerviosa.
-Álex por favor, ¿Qué te hace pensar que diciéndole eso el espíritu se va a manifestar?
-No sé, normalmente en las películas funciona.
-Será mejor que nos vayamos.-Pero en cuanto nos giramos, nos encontramos cara a cara con el espectro, era una chica delgada, de cabellos largos y negros, vestida con un camisón blanco lleno de sangre, su rostro parecía sacado del mismísimo infierno, empezó a reír de locura. Aquello era el perturbado espectro de María del Mar. Empezamos a gritar de horror y salimos corriendo, pero Noa cayó al suelo, María del Mar había agarrado con sus largas y afiladas garras el delgado tobillo de Noa.
-NOA.-Grité espantada.
-VETE ÁLEX, BUSCA A LOS CHICOS E IROS, DEBÉIS HUIR.-Gritó desesperada mientras intentaba defenderse.
-NO, NO TE PIENSO DEJAR AQUÍ.-Grité al borde de la ansiedad, no sabía como salvar a mi amiga, el espectro reía con locura y malicia.
- Vais a morir.-Dijo con voz profunda.-De la misma manera que nosotros hemos muerto.-Pronto caí en que llevaba un arma que podía salvar a Noa, saqué el bote con sal, agarré un puñado y se lo lancé a la cara.
Aquella cosa soltó a Noa mientras lanzaba alaridos y gritos de dolor, Noa se acercó a mí como pudo.
-Vais a morir, zorras.-Dijo mientras la carne de su rostro se quemaba, como si le hubiera lanzado ácido sulfúrico.-Si no es por mi mano, es por la de los demás, pero de aquí NADIE saldrá con vida.-Después de soltar aquella amenaza, se desvaneció. Noa y yo salimos del edificio.
-¿QUÉ COJONES ACABA DE PASAR AHÍ DENTRO?-Gritó al borde de la ansiedad.-TENEMOS QUE IRNOS DE AQUÍ YA, VAMOS A BUSCAR A LOS CHICOS.-Me fijé en su pierna, estaba sangrando.
-Noa... Estás... Estás... ESTÁS SANGRANDO.-Noa se levantó el pantalón, tenía un profundo zarpazo en su gemelo.-¿Te duele?
-Me escuece un poco, vamos, tenemos que encontrar a Ángel y a Diego antes de que sea demasiado tarde.
Pero Ángel nos encontró a nosotros. Estaba empapado en sangre, con una barra de hierro también ensangrentada en sus manos, su pulso estaba tembloroso.
-¡Ángel!-Exclamábamos mientras corríamos hacia él.
-¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Diego?-Ángel nos miró con pánico.
-Creo... Creo... creo que lo he matado.

                     CONTINUARÁ.
Espero que hayáis disfrutado de esta primera parte del relato. Me ayudaríais bastante con un poco de apoyo, eso me motivaría muchísimo a seguir escribiendo para vosotros.
Muchísimas gracias por vuestra lectura y os deseo: Buenas noches y dulces sueños.

El Vertedero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora