La joven observaba a su maestro esculpir una imagen mediante pinceladas, sutiles y suaves. Con mimo y amor hacia el lienzo.
Consideraba que el arte era hermoso, maravilloso. La forma más bonita de materializar la belleza del alma, el tormento de la razón y la pureza del corazón.
No obstante, la chiquilla tenía la gran incógnita, ¿qué son las cosas realmente bellas? ¿Cuál era la verdadera definición de aquella palabra? Compartió su duda con su profesor, el cuál rió de forma infantil e inocente.
-Hija mía, la belleza es relativa.- La muchachita arqueó una ceja en señal de incomprensión. Aquel anciano con cabellos y barba blanca que mostraba la experiencia de la vida suspiró.
-¿Quién es tu pintor favorito?
-Goya, en su época negra.-Contestó.
-El mío Picasso.
-No me gusta nada Picasso.- Compartió la chica. El maestro rió.
-Con esto te quiero mostrar que la belleza reside en los sentidos del espectador. Yo puedo ver un cuadro de Goya y que para mí no resulte ningún tipo de impresión ni emoción. Sin embargo para tí, puede significar un mar de emociones, te sentirás maravillada e incluso identificada con alguna pintura.
La belleza como tal no tiene ningún tipo de patrón establecido. Y eso es aplicable a la vida en general como en el arte. Ten en cuenta que las personas somos como cuadros, a unos les podremos parecer espectaculares y a otros la cosa más sosa del mundo. Pero no es culpa de nadie, simplemente son nuestros oídos, nuestra vista, nuestro tacto y nuestra mente lo que nos dice que es realmente bello ante nuestra percepción. No te agobies si no le pareces bella a una persona, otra vendrá y pensará que eres la escultura más bella que sus ojos hayan contemplado jamás.
Y recuerda pequeña alumna, las personas somos arte, un arte caótico, único, especial. Todo depende de los ojos que te miran y la mente que te entiende.
-Gracias, profesor.
ESTÁS LEYENDO
El Vertedero.
AléatoireAquí podrás encontrar reflexiones y terroríficos relatos. Espero que disfruteis con esta macedonia literaria ;)