23. Súperpoder

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P.V Andrés

Ruedo en la cama dejando la alarma sonar, no quería ir al instituto, hoy menos que nunca por el día que me esperaba.

¿Héctor puedes venir y salvarme?

Podemos hacer un infierno y quedarnos abrazados, suena bien, areglaría todos mis problemas.

Llego a clase con prisa porque volvía a llegar tarde, pillando la puerta cerrada.

Entro al momento y el profesor me hace entrar otra vez tocando la puerta, sí sabía que había gente y se podía pasar porque era una clase normal y cualquiera, ¿porque me hacía tocar la maldita puerta?

- Andrés existe el peine, ¿o no lo sabes? Porque parece que no con ese pelo estropajo que me traes - Comenta Carlos y todos rien, yo suspiro y paso de él sentandome en mi sitio.

- Luego dicen que los chicos con pelos rizados son los más guapos...

- Mirale, sin su sonrisa solo es uno más.

- Se ha convertido en la copia de Carlos, su perrito...

Escucho todos esos comentarios haciendo que mi cabeza quiera explotar de una vez y que se callasen todos los rumores de mis compañeros, pero los peores eran los que tenía pegados a la oreja, los de Carlos.

- ¿Con quién piensas irte hoy en el recreo? Porque conmigo vete olvidando - Comenta y yo asiento lentamente mientras le escucho ya bastante cansado - Estaría bien que te rompieses una pierna y así no jugar al baloncesto en tu vida - Desea por simple aburrimiento y para joderme.

¿Por qué le gusta tanto arruinar la vida de los demás? por muy enemigos que seas con alguien o te caiga mal, no debería de tratarle así, como si fueses su superior y los demás tristes campesinos, como si su vida dependiese del odio que le da a la otra persona.

- ¡Vete a la mierda! - Contesto molesto después de haberle aguantado todo el día sin hacerle caso.

- ¿Junto al otro gilipollas? Recuerda que hoy no está aquí para dejar las cosas claras, tendrás que aguantar tú solo como te ponga una mano encima - Advierte mirándome con una ceja arqueada y se cruza de brazos para imponer más - Sabes... Me molestó lo de ayer, pero no quiero meterte una paliza y matarte, al fin y al cabo algo me importas y los amigos discuten.

¿Pegarme una paliza? Se me da bien parar los golpes, no dejaría que me hiciese ni un solo moratón.

- Así que simplemente vete de mi camino - Pide Carlos resoplando.

Yo asiento.

En el recreo doy vueltas solitario por el instituto, en momentos como este necesitaba más que nunca a Héctor, quería ver su cara, su rostro perfecto y que me contase algunos de sus chistes que me hacen llorar de la risa, es solo recordar los de ayer y sonreír un poco.

Recuerdo sus palabras en la llamada diciendo: "Eres mi mejor amigo".

Con eso ya me bastaba para hacer que mi corazón latiese más rápido y alegre, y sentir un cosquilleo feliz por todo mi cuerpo.

Quería que fuesemos muchísimo más que mejores amigos, pero escucharle admitir lo que somos ya era mucho mérito para él, y sobretodo para su orgullo.

Carlos siguió jodiendo durante el resto de las clases, quitándome la silla justo cuando me iba a sentar, haciendo que me cayese al suelo y se riesen de mí en un intercambio de clases, murmurando sus comentarios en cualquier momento con el fin de atacarme... Yo solo contaba los minutos que me faltaban para salir ya de esta cárcel.

Arder en tu fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora