this is our summer | larry stylinson

cinco

Cuando oigo a Sonrisa Emocionada hablarnos por el megáfono para que salgamos de la cama, abro los ojos al instante. Gracias a Harry, apenas he dormido cuatro horas, pero aún así no me siento muy cansado, al menos por el momento. La falta de sueño no se debe solo al hecho de que anoche me llenara el saco y el pijama con barro y me tuviera que pasar hora y media con Niall limpiándolo todo. También está el pequeño detalle de que me pasé por lo menos dos horas dando vueltas en la cama pensando qué podía hacer para devolvérsela. Aunque debería estar muerto de sueño, la idea de vengarme de Harry hace que mi corazón ya vaya a un ritmo acelerado a primera hora de la mañana.

Mientras me ayudaba a limpiar la tierra, Niall me había preguntado si quería que hablara con Harry de hermano a hermano para pedirle que me dejara en paz. Aunque lo último que me apetecía era pasarme dos meses odiando a alguien que no se merecía ni mi atención, decidí decirle a Niall que prefería que no hablara con él. No quiero que nadie tenga que ir en mi nombre a defenderme, debo poder arreglármelas solo cuando algo no sale como quisiera. Además, no voy a negar que el asunto de la venganza no me llama la antención. Se lo conté a Niall temiendo que me dijera que no lo llevara a cabo, pero en vez de eso me animó a hacerlo.

—Es mi hermano y lo quiero —me dijo pasando un paño húmedo por mi saco de dormir—, pero no cabe duda de que se ha pasado de la raya, así que me parece correcto que se la devuelvas. Es más, me dolería que no lo hicieras.

Lo miré sorprendido un momento, pero en seguida sonreí.

—¿Entonces me apoyas en esto?

—Claro que sí —me confirmó—. Harry necesita una dosis de realidad urgente; tiene que darse cuenta de que no siempre se va a salir con la suya sin mayor castigo que limpiar el comedor. Eso sí, yo te apoyo, pero no voy a participar en tu venganza, Louis. Esa parte ya la dejo completamente en tus manos.

Ahora, a la luz del nuevo día, repaso cada parte del plan que he urdido en mi mente esta noche y llego a la conclusión de que quizás no es el mejor del mundo, pero al menos es algo. Solo necesito que las cosas no se tuerzan o, como mínimo, no se tuerzan mucho.

A primera hora después de desayunar tenemos natación en la piscina deportiva que hay al lado de las pistas de atletismo. Nos explican que iremos alternando el lugar de esta actividad: un día en la piscina y otro en el lago. Con suerte, puedo decir que la natación es el único deporte que se me da aceptablemente bien: lo llevo practicando desde que tengo seis años, así que me doy cuenta de que soy mejor que la mayoría de los del grupo.

El profesor nos hace nadar a todos los tres estilos básicos —crol, espalda y pecho— para comprobar qué nivel de iniciación tenemos. Después nos divide según nuestra capacidad en dos subgrupos para que sigamos practicando. Ida y vuelta, ida y vuelta. Por supuesto, Harry tiene que estar en mi mismo grupo hasta en natación; no podía nadar peor y estar en el otro grupo. Suerte la mía.

—¡Atención! —nos grita el profesor cuando quedan 10 minutos para terminar la clase—. Para terminar, hoy vamos a hacer un pequeño juego. Es más bien una especie de concurso para no estar toda la clase haciendo piscinas.

Asiento para mí y me empiezo a poner un poco nervioso. He estado tan centrado en nadar que se me ha pasado el tiempo volando y no me he dado cuenta de que tendría que haber empezado con mi plan hace un rato. Solo necesito salir un minuto de la piscina, nada más, pero tiene que ser antes de que la clase finalice, si no todos me verán cuando vayamos a los vestuarios. El profesor nos sigue explicando.

—Van a salir de dos en dos y tendrán que tirarse de cabeza al agua. No podrán dar ninguna brazada o patada para avanzar una vez estén dentro de la piscina, así que cojan buen impulso antes de lanzarse. A ver quién consigue avanzar más.