quince

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Subo las escaleras que me llevan a la sala de ensayo de tango. Voy tan despacio que estoy seguro de que la clase ya habrá empezado, pero la verdad es que no me apetece nada entrar ahí y ponerme a bailar con Harry. O enfrentarme a él, ya puestos. Cuando llego a la puerta y ya tengo una mano sobre la manilla para abrirla, decido que por un día no pasa nada: me saltaré la clase de hoy.

Suspiro y doy media vuelta para salir del edificio. Camino unos cuantos metros entre los árboles que hay alrededor hasta que me siento en un banco que no queda muy lejos. El viento me da en la cara pero no me molesta, así que simplemente me quedo ahí; quieto y en silencio mientras espero a que la hora pase. Tengo la vista clavada en las piedrecitas del suelo cuando escucho unos pasos apresurados a mi lado. Levanto la vista y veo al señor Payne.

—Hola, eres Louis, ¿cierto? —me pregunta con cara de sorpresa por encontrarme aquí solo.

—Hola, señor Payne —digo en un susurro. No tengo ganas de hablar con nadie pero no es cuestión de echarlo de aquí—. Sí, me llamo Louis.

—Por favor, llámame Liam —añade acercándose a mí y sentándose a mi lado en el banco—. Solo nos llevamos... ¿un año? ¿Dos? Yo tengo 18.

—Dos años, entonces. Yo tengo 16.

Liam asiente despacio. Parece que quiere decirme algo y no sabe muy bien cómo hacerlo.

—¿Y qué haces aquí solo, Louis? —inquiere al fin—. ¿Tienes hora libre?

Por un segundo, me planteo mentirle y decirle que sí, pero al final decido que no pierdo nada por contarle la verdad. Realmente parece interesado en saber qué me ocurre, y he de admitir que no se siente nada mal que alguien te preste un poco de atención por genuina curiosidad.

—La verdad es que no —le explico—. De hecho, debería estar ahí mismo en clase de tango —digo señalando el edificio que tenemos a la vista—, pero no me veo con fuerzas para entrar ahí y acabar peleándome con mi pareja de baile.

—¿Por qué? ¿Acaso es un perfeccionista? ¿No te deja dirigir los movimientos? —pregunta él intentando animarme, cosa que no consigue.

—Es solamente que es un imbécil —contesto sin rodeos—. Su pasatiempos favorito es hacerme la vida imposible aquí. Luego me atrevo a juzgarle y me echa en cara que no le conozco y que no debería decir nada si realmente no sé nada de su vida, pero es que él hace lo mismo conmigo. ¡Se mete en mi vida sin ningún derecho, como si yo le hubiera hecho algo aquel primer día! ¿Sabes? Nada más verlo salir del autobús me imaginé que no traería nada bueno, y no me equivocaba porque mírame; evitando ir a clase para que no se meta conmigo otra vez.

Liam alza las manos y las posa sobre mis brazos, haciéndome callar.

—Louis, Louis, respira —me pide con voz suave—. En primer lugar, que sepas que entiendo lo que te pasa. Cuando estaba en el instituto, había un chico que vivía a costa de fastidiarme a mí. Yo intentaba evitarlo, pero él siempre acababa encontrando la manera de humillarme. Esto fue hasta que, de una vez por todas, decidí hablar con él y dejarle las cosas claras. Desde entonces no me volvió a molestar.

Miro a Liam frunciendo el ceño.

—El problema es que yo ya he hablado con él —le digo —. Le he pedido que me deje en paz pero no está dispuesto a hacerlo. No sé qué más hacer.

—Puede que hayas hablado con él, pero quizás no de lo que deberías —me explica, y mi cara de interrogante se hace todavía más explícita—. Lo que me lleva al segundo punto: dices que ya desde que bajó del bus supiste que ese chico te iba a traer problemas, ¿no?

this is our summer | larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora