I

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—Cariño, estás embarazado—

En retrospectiva nunca debió creer que un tiempo donde no lo molestaran los merodeadores y todo fuera de maravilla no era solo un presagio para la verdadera tormenta, considerando eso debió tomar adivinación ese curso, tal vez le hubiera servido para evitar tal desastre.

Sabía que la noticia debía tenerlo gritando histéricamente por la enfermería, la propia Madame Pomfrey parecía que comenzaría a hacerlo, pero solo se encogió de hombros en muda aceptación y salió de la enfermería sin darle tiempo de detenerlo, ni siquiera estaba seguro de que la pobre enfermera en estado de crisis pudiera lograrlo.

Como no quería ir a la sala de Slytherin donde lo interrogarían apenas entrara se decidió ir a la sala de menesteres, podía esconderse ahí antes de que su propio pánico por la situación lo alcanzara. No estaba muy orgulloso de cómo había llegado a ese momento pero tampoco se culpaba, haberse acostado con Remus no lo consideraba un completo error, no se amaban si era sincero pero su extraña relación de amistad los había llevado a quererse, con Sirius estaba bastante confundido, era de las personas más desagradables con las que se había topado pero los dos se gustaban bastante, así que acostarse con él fue como un hecho inevitable que colisionó en una vieja aula de encantamientos, el que si lo tenía bastante consternado era el estúpido de Potter, lleno de su ego por haber conseguido que Lily saliera con él y lograr a la vez quitarle a su mejor amiga, pero cayó tan pronto cuando lo abandonó por ser justamente eso, demasiado idiota. Recordaba haber paseado con una sonrisa varios días mientras observaba a lo lejos a un decaído Potter, hasta que lo interceptó saliendo de sus prácticas con Slughorn y declaró que como los dos eran unos desgraciados abandonados por la misma persona debían cerrar un ciclo juntos, bebiendo tanto como pudieran esa noche y dejando salir a Lily de sus corazones. Por más que le dijo que él no estaba enamorado de Lily como siempre habían afirmado todos y no necesitaba de ese extraño ritual se vio arrastrado hasta la sala de los menesteres y consolando a un estúpido que le había arruinado la vida escolar durante años. Después de eso lo tuvo esperando cada noche a que saliera de sus clases de pociones y lo perseguía a donde fuera, sin importarle los gritos que recibía, ni todos sus intentos de alejarlo, finalmente una noche cuando su paciencia estaba al límite intento hechizarlo y recibió un golpe en la pared más cercana mientras lo besaban vorazmente, lo demás fue historia.

Y si bien cada encuentro que tuvo con ellos no fue malo, tampoco pensaba cometer la tontería de repetirlo, así que encontró la manera de evitarlos durante un mes y el siguiente ellos entendieron el mensaje alejándose por sí mismos y aunque aún podía notar las miradas sobre si no le importaba mientras no interrumpiera su reciente tranquilidad, con las cosas conspirando a su favor podía soportar pequeñeces como ser vigilado por los Merodeadores.

Pero ahora deseando que la sala de los menesteres se abriera ante él debía aceptar que había sido estúpido, no solo por haberse acostado con tres tipos sin protección, sino por desconocer activamente su condición como mago fértil, bien podría haberse lanzado de la torre de astronomía y resultaría menos desastroso que el estar embarazado.

Nunca había pensado en bebés relacionados con él, no tenía tiempo, además que si volvía a su casa en tal condición su padre acabaría con ello con un pequeño accidente en las escaleras, así que definitivamente no era algo con lo que pudiera continuar, es más ni siquiera estaba seguro de desearlo.

Acostándose en un diván frente a una chimenea crepitando poso su mano en su vientre, imaginando sus nulas opciones de ahora en adelante.

Contarles al grupo de tontos no estaba ni en su imaginación en la lista de cosas por hacer, Lupin como el abnegado que era no se negaría a responder por un niño pero no podía estar seguro de los otros dos, uno era un mujeriego y el otro no tenía la capacidad mental de procesar que había la posibilidad de que fuera padre. Además que no quería lidiar con una charla donde admitiera que sí, se había acostado con todos en lapsos de tiempo cortos, si es que no lo sabían ya, con lo poco que disimulaban viéndolo desde lejos debieron haberse cuestionado entre sí por qué lo hacían.

VulnerableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora