1. Espérame a la salida.

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Kyle Broflovski es un romántico empedernido. Y viviendo en una época en la que está científicamente comprobado que todos tienen un alma gemela, sus fantasías de encontrar el amor se desbocan. Solo puede pensar en cómo será el momento en el que encuentre a su alma gemela; ¿Se tropezarán en la calle y el extraño, al sentir el dolor cuando Kyle caiga al suelo, le invitará a un café? No lo sabe, pero tiene —demasiadas— ganas de saberlo.

Aunque ahora, no es en encontrar a su alma gemela en lo que está pensando. De hecho, sus pensamientos están muy alejados de ese tema.

Craig Tucker es un chico de su clase. Es alto, moreno, y de ojos azules. También es un idiota que solo sabe buscar pelea —al menos esa es la imágen que Kyle tiene de él—; desde el primer momento en el que él y Kyle se vieron, saltaron chispas. Y no de las buenas. No hay día que no se acaben insultando como unos salvajes en plena jungla; el resto de sus compañeros de clase están bastante acostumbrados a que ese tipo de altercados, tanto que ya no muestran ninguna reacción cuando empiezan a escuchar gritos.

Siempre se pelean, pero nunca han llegado a una pelea física. Eso está a punto de cambiar.

— Espérame a la salida hoy. Tú no te me escapas, Broflovski. Ya no.

Kyle nunca se ha pegado con alguien; pero si a quien le tiene que partir la cara es a Tucker, no va a negarse.

— Allí estaré.

Los demás presentes murmuran a sus espaldas. Algunos y planean ir a verlos pelearse, asegurando que va a ser la pelea más intensa que ha habido a las puertas de ese instituto.

Lo va a ser, pero no por lo que se esperan.

A la hora del almuerzo Kyle observa como Craig está acaramelado con Tweek, su novio. Kyle no entiende cómo es posible que Craig haya conseguido encontrar a su alma gemela —porque está seguro de que lo son, solo hay que mirarles para darse cuenta— antes que él. Y le da rabia.

Faltan diez minutos para que se acabe la última clase. Al pupitre de Kyle llega una nota doblada; la abre y al instante reconoce la desastrosa caligrafía de Stan, su mejor amigo.

¿Estás seguro de que quieres pelear con Craig? Es mucho más fuerte que tú, reacciona.

Kyle nunca ha estado tan seguro de algo en su vida. Ni siquiera se digna a responder la nota.

Cuando la clase por fin acaba, Craig es el primero en salir. Le dedica una mirada burlona a Kyle, y Kyle responde rodando los ojos. No tiene tiempo para esas tonterías.

Cuando llega a la puerta del instituto, ya hay una cantidad considerable de personas esperando, haciendo un círculo. Craig está en el centro, de brazos cruzados y con una sonrisa socarrona e inquebrantable.

— Así que al final has venido.

— No tenía motivos para saltarme esto.

Craig se acerca a él. Es unos diez centímetros más alto que Kyle, pero eso nunca le ha intimidado, y ahora tampoco.

Los alumnos chillan a sus espaldas; algunos animan a Craig, otros a Kyle. Pero a ninguno de los dos les importa lo que está pasando fuera de su burbuja; lo único que quieren es empezar con eso ya.

Para sorpresa de muchos, el primer golpe lo da Kyle. Un rodillazo directo el estómago. Y por algún motivo, Kyle siente como su propio estómago de contrae de dolor. Y después su corazón de puro terror. No puede estar pasando, tiene que ser una broma.

— Vamos, ¿A qué viene esa cara tan larga? —Craig no parece darse cuenta de lo que está pasando.— Parece que voy a tener que empezar yo de verdad, porque chico, no sabes pelear.

Kyle siente como el puño cerrado de Craig impacta contra su nariz. Y ahí es cuando se asusta: no por como pueda quedar su cara, si no porque Craig tiene que darse cuenta de lo que está pasando, y es lo último que quiere.
Abre los ojos. Craig se está sujetando la nariz y tiene los ojos vidriosos.

— Esto es una puta broma. —Las palabras de Craig son inaudibles para cualquier persona que esté viendo desde fuera, pero Kyle le escucha perfectamente.—

Craig no piensa; vuelve a golpear. Tira a Kyle al suelo y empieza a ensañarse con él. El pelirrojo tampoco se queda atrás y devuelve los golpes, uno tras otro. Las lágrimas de Craig —de dolor, de impotencia, quién sabe— caen en el rostro de Kyle.

Kyle solo quiere que todo acabe ya, y como si fuera un milagro, unos cuantos profesores salieron del instituto para parar la pelea.

— ¿Os parece normal esto?

Los profesores les están gritando; muchos alumnos se han ido corriendo. Pero a ellos no les importa. Ni siquiera se atreven a mirarse.

— Vais a estar castigados durante tres semanas, después de clase os quiero en la biblioteca. Y los sábados aquí a las ocho de la mañana, sin peros.

Kyle había imaginado muchas formas de encontrar a su alma gemela. Y ahora que había pasado, preferiría haber muerto sin conocerla.

A prueba de ti;; cryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora