6. Valdrá la pena.

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Después de ese sábado, Kyle y Craig decidieron dejar su enemistad de lado y afrontar las cosas por lo que son: son almas gemelas, no hay ninguna duda de ello.

Y no les disgusta demasiado.

Se pasaron toda la noche del sábado en videollamada —durmieron "juntos"—. Craig siguió hablándole del universo y Kyle le habló sobre su pasión por la música. Incluso le enseñó su guitarra, la que su padre le había regalado en Navidad hace dos años y que desde ese momento no se separaba de ella.

El domingo, siguieron hablando por mensaje. Cada vez que Craig le mandaba un audio y escuchaba su voz, el corazón de Kyle latía desbocado.

Ahora, lunes por la mañana, es momento de comprobar si los dos últimos días no han sido una simple ilusión.

Y efectivamente, Kyle nota un cambio de actitud en Craig. Miradas furtivas en clase y sonrisas dedicadas que hacen temblar al pelirrojo.

Ninguno de los dos tiene por qué esconder la realidad: son almas gemelas, por muchos inconvenientes que hayan tenido. No es cómo si fueran a anunciarlo a los cuatro vientos, pero si alguien les ve más cercanos de lo normal, no van a hacer ningún esfuerzo en ocultarlo.

Craig por fin había encontrado todas sus estrellas en alguien. Alguien a quién cuidar, a quién proteger, a quién amar. Y se siente tan bien que por un momento olvida el resto de sus problemas; olvida la mente cerrada de su padre que nunca aceptará que su hijo esté con otro chico, olvida que su hermana está siguiendo los pasos sus pasos, olvida los serios problemas de su madre. Olvida todas esas cosas porque no las ve necesarias. Ya pensará en ellas en otro momento.

A la hora del almuerzo, Kyle y Craig se reúnen en un rincón apartado del instituto, donde nadie puede molestarles.

— ¿Quieres venir a mi casa?

La pregunta de Kyle le toma desprevenido.

— Sí, claro.

Espérame a la salida, cuando se acabe el castigo.

Craig no puede evitar pensar en como él mismo le dijo esas palabras hacía unos días, horas antes de descubrir el hecho que le cambiaría la vida para siempre.

Las horas pasan lentas. Craig no sabe si es por la impaciencia de volver a estar a solas con Kyle o porque las clases son más pesadas y aburridas de lo normal, algo que parece imposible.

Cuando llega la hora del castigo, tanto Kyle como Craig no pueden dejar de sonreír.

La pantalla del teléfono de Craig se ilumina con una notificación. Es un mensaje de Tricia, su hermana.

¿Puedes venir a casa? Mamá no está bien.

Craig suspira. No podía haber un peor momento para ese mensaje.

Estoy castigado. Aguanta unos veinte minutos y allí estaré.

La familia es lo primero, eso se dice siempre. Y Craig está totalmente de acuerdo con eso, a pesar de que la suya sea un desastre disfuncional.

Quería olvidar todos sus problemas por un día, pero al parecer no se irían a ningún lado.

Cinco minutos antes de que el castigo se acabe, Craig decide que no vale la pena seguir esperando y se levanta de su sitio, dirigiéndose a la puerta.

No se da cuenta, pero Kyle ha salido detrás de él.

— ¿Se puede saber qué haces?

Craig se gira al escuchar la voz de Kyle. Hay una mezcla de preocupación y sorpresa en sus palabras.

— Me voy a casa.

— Pensaba que ibas a venir conmigo.

Yo también lo pensaba; eso es lo que Craig quería decirle. Pero no puede decirle los motivos por los cuales ha cancelado todo de repente, aunque la dolorosa presión que siente en el pecho quiere obligarle a que lo haga.

— Hoy no puede ser, ¿Está bien? Mañana te prometo que iremos juntos a donde tú quieras, pero hoy es imposible.

La expresión de Kyle le deja ver que eso no era lo que se esperaba.

— ¿Por qué no puedo ir contigo?

Porque no quiero que te conviertan en parte del problema, y sé que lo harán.

— Es un asunto familiar.

— Podrías presentarme a tu familia. —Kyle lo dice en un tono tan bajo que si Craig no hubiera estado tan cerca, no habría sido capaz de escucharlo—

— No es el mejor momento, en serio.

Kyle está a punto de decir algo más, pero Craig se adelanta y le abraza, dejándole sin palabras. Craig odia el contacto físico. No le gusta que sus amigos le abracen, no le gustaba que Tweek fuera tan cariñoso y no le gustaba cuando su madre solía darle un beso en la frente antes de irse al colegio, cuando iba a primaria. Nunca le han gustado esas cosas y siempre había pensado que no había forma de que llegaran a gustarle. Pero ahí, abrazando a Kyle, sintiendo como sus manos se aferran a su espalda como si nunca quisiera dejarle ir, como si hubiera esperado toda su vida para ese momento, siente que quizás no era que no le gustara realmente el contacto físico. Quizás aún no había encontrado a la persona que hiciera que valiera la pena.

— Te prometo que mañana haré que la espera valga la pena.

Kyle decide confíar en él; en el chico que consideró un idiota durante toda su vida.

Craig piensa en muchas cosas mientras se dirige a casa. En qué estará pasando, en cómo se sentirá Kyle, en qué hará mañana. Su cabeza no deja de dar vueltas y vueltas.

Entra en la casa; no escucha nada. Sube las escaleras y llega al dormitorio de sus padres.

Como se esperaba, su madre vuelve a estar tumbada en la cama, dormida después de haber vaciado otra botella de licor. Nada nuevo.

A Craig le da miedo lo insensibilizado que está ante la vista de su madre en esas condiciones.

Todo comenzó un año atrás, cuando Craig comenzó a salir con Tweek. A su padre no le gustó la idea; estaba totalmente en contra de que su hijo estuviera con otro hombre. A su madre le dió igual, incluso le felicitó por ello. La situación provocó que empezaran a discutir, y su madre llegó a un punto de necesitar olvidar todo.

Craig seguía sintiéndose culpable, cada día, a cada segundo que pasaba.

Se asegura de que todo está bien —Tricia le contó que la discusión había sido fuerte, y que su padre se ha ido a pasar la noche a un motel—, hace la cena para Tricia porque él no tiene hambre y se va a su habitación.

Tiene mensajes de Kyle. Le pregunta cómo está, si quiere que le llame. Craig los lee pero no responde. No está de buen humor y espera que Kyle le entienda.

Le llega otro mensaje: "Lo entiendo. Hablamos mañana."

Craig no sabe por qué —mentira, lo sabe perfectamente—, pero le duele el pecho como si le acabaran de apuñalar.
Kyle es su alma gemela. Todo el dolor que Craig le provoque, lo sentirá en su propia piel multiplicado por tres. El dolor emocional, también.

A prueba de ti;; cryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora