5. Pegaso.

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Kyle espera. Saca los libros de todas las materias en las que tiene algo que hacer y comienza a adelantar trabajo.

Ha pasado una hora y sigue sin haber rastro alguno de Craig, por lo que Kyle comienza a perder las esperanzas de poder verlo hoy.

Y de repente, unos gritos fuera le sobresaltan.

Reconoce las voces. Una es de su profesor, el señor Garrison, y la otra es la de Craig. No hay ninguna duda.
La puerta se abre revelando a Craig, que no parece estar de muy buen humor. El señor Garrison no dice nada, solo cierra la puerta en cuanto Craig entra.

No hablan. Craig se sienta lejos de Kyle. Él hace como que esa acción no le ha dolido, y así a lo mejor, deja de doler de verdad.

Pasa otra hora. Siguen sin hablar. Kyle empieza a impacientarse. Craig no parece tener intención de hacer nada más que garabatear en su cuaderno.

— ¿Por qué no has venido en toda la semana?

Sin respuesta.

— Craig, no me jodas.

Kyle está comenzado a desesperarse.

— ¿No vienes en toda la jodida semana y ahora pasas de mi?

Kyle presume mucho de pensar antes de actuar, de ser más de cerebro que de corazón. Pero ahora se olvida de todas esas cosas de las que tanto se jacta y se levanta del asiento para ir hacía a Craig; le toma del mentón, obligándole a mirarle.

— Respóndeme.

— Se lo he contado a Tweek.

Silencio. Eso era lo último que Kyle quería escuchar, eso no debería estar pasando.

— Lo hemos dejado.

Kyle descubre que odia ver a Craig llorar. Siente una presión en el pecho que le asfixia por completo, pero no sabe qué decirle para hacerle sentir mejor. Es su culpa, después de todo.

— Lo siento.

— No... No te disculpes. No hace falta. —Craig se limpia las lágrimas de la cara. Tiene los ojos rojos, y eso solo hace que el azul de sus iris resalte mucho más.— Podría haberle negado los rumores, pero se lo conté todo. Es mi culpa.

— Así que tú también has escuchado los rumores...

— Me los dijo Tweek. Al principio intenté negarlo, incluso hice bromas para quitarle hierro al asunto y que se tranquilizara. No funcionó.

Kyle se sienta al lado de Craig y le da un abrazo, al cual el moreno corresponde al instante. Se sienten bien, los latidos de sus corazones se sincronizan por un momento y los dos desean, inconscientemente, que ese abrazo dure para siempre.

Intentaron que la conversación fuera a otros temas; empezaron a hablar de sus series favoritas —Kyle descubrió que a Craig le gustaba el romance, casi tanto como a él—, de lo mucho que odiaban a sus profesores, de vivir en ciudades mejores que la suya. Temas triviales en una conversación trivial.

— ¿Hay algo que te apasione?

Habían tenido la idea de poner sus chaquetas en el suelo y tumbarse sobre ellas. Craig había encendido un cigarrillo, le ofreció a Kyle y él se negó. Ahora habían empezado a hablar de sus pasiones.

— Vas a pensar que es una tontería. —Dice Craig, antes de dar otra calada.—

— Seguro que no lo es.

Kyle aprecia como los labios de Craig se curvan en una sonrisa dulce, una expresión que Kyle no está acostumbrado a ver en las facciones de Tucker, pero puede acostumbrarse sin problemas.

— Desde pequeño me ha gustado la astronomía. Estaba tan obsesionado con el tema que, en mi séptimo cumpleaños, mis padres me hicieron una fiesta temática del espacio, y me regalaron un casco de astronauta. Lo llevaba todos los malditos días a todas horas. Era mi símbolo de identidad.

La imagen de un pequeño Craig con un casco de astronauta, correteando por su habitación —que seguramente, tendría una decoración inspirada en el espacio— y riendo como solo un niño pequeño puede hacer, invade la mente de Kyle y le arranca una sonrisa.

— Y bueno, por esa misma razón sé muchos datos absurdos sobre el espacio.

— Yo quiero saberlos.

Craig ríe y Kyle se encuentra a sí mismo pensando en lo dulce y risueña que ha sonado su risa.

— Está bien, está bien. —Craig da una calada y esa vez, exhala mucho antes que otras veces.— Hay un tipo de estrella que se llama enana blanca. Bueno, realmente es una etapa de la evolución estelar pero... Para que me entiendas. Las enanas blancas son unas de las estrellas más abundantes del universo. En 2011, dijeron que algunas enanas blancas podrían tener una superficie habitable, pero vamos, que nada de eso. Aunque no estaría mal vivir en una estrella.

Kyle observa como los ojos oscuros de Craig relucen con ilusión y felicidad mientras habla. En ese momento, Craig es, a ojos de Kyle, el ser humano más perfecto de todas las galaxias existentes.

Craig se levanta y agarra un bolígrafo negro de su estuche:

— Ven, mírame.

Ahora están cara a cara. Craig se acerca al rostro de Kyle, provocando que este último aguante el aire de sus pulmones, nervioso.

Pero lejos de lo que podría ser, Craig comienza a unir las infinitas pecas esparcidas por la piel de Kyle.

— Esta es la Osa Mayor, la constelación que guía a los viajeros hacía el norte. —Kyle solo puede dejarse llevar por la voz de Craig, que le habla de cientos de estrellas y sus historias.— Y cuando la Osa Mayor no era visible, Casiopea —Craig une cinco pecas en una forma que bien podría ser una W o una M— se encargaba de que todos llegaran a su destino, sanos y salvos.

— ¿Cuál es tu favorita?

— ¿Mi favorita?

Kyle asiente.

— Verás, —Craig vuelve a apoyar el bolígrafo sobre la piel de Kyle, trazando líneas con delicadeza.— Pegaso era un caballo alado, que nació de Poseidón y de la Gorgona Medusa. Pegaso hizo muchas cosas durante toda su vida, pero al final, se quedó en los establos del Olimpo y se convirtió en el medio de transporte del trueno y del rayo de Zeus, pasó a ser corcel de las musas... Y cuando murió, se convirtió en la constelación que lleva su nombre con las cuatro brillantes estrellas que forman el cuadrado de Pegaso.

Kyle no sabe bien por qué, pero tiene la sensación de que va a atesorar el momento para el resto de su vida; las expresiones de Craig, su voz de emoción al contarle la historia, todo, absolutamente todo, queda grabado en su memoria.

A prueba de ti;; cryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora