8. Los secretos del universo.

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Craig ha estado pensando toda la semana. Tiene una idea que no se puede quitar de la cabeza, da vueltas en su consciencia sin descanso y no le deja dormir.

Este va a ser el último sábado de su castigo. Y quiere que Kyle sepa lo que ha estado sintiendo; quiere mostrarse por completo ante él, nada de secretos.

Se ha levantado más temprano de lo normal. En la mochila mete una manta, dos velas —que "tomó prestadas" de la habitación de Tricia, sin que ella lo supiera— y un sobre. Se ha pasado gran parte de la noche releyendo la carta y sonriendo, agradeciendo que su yo de hace años hubiera pensado en eso.

El último sábado. Esas palabras no dejan de reproducirse en su cabeza como si se trataran de un disco rallado, y mientras camina hacía el instituto, puede sentir el nerviosismo acumularse en su sistema, amontonandose y atacando de forma directa a su paciencia.

Cuando Craig tenía siete años, soñaba con viajar al espacio. Sus padres solían preguntarle a qué se debía su obsesión, y Craig solo se limitaba a sonreír. "Es un secreto" les decía, y sus padres le miraban con toda la ternura habida y por haber. Craig echa de menos esa versión de sus padres.

Craig nunca le dijo nada a nadie de por qué tenía tantas ansias de conocer el universo. No porque no supiera la respuesta y tan solo fuera una estúpida obsesión infantil. No, tenía la respuesta. Pero se prometió que guardaría el secreto hasta el día que conociera a alguien a quién valiera la pena contárselo.

Y ya ha encontrado a esa persona.

Cuando llega a la biblioteca, ve que como de costumbre, Kyle ha llegado antes. Da igual cuánto se esfuerce Craig para llegar antes que el pelirrojo, es imposible.

— ¿Y el señor Garrison?

— Hoy es nuestro último sábado, supongo que ya ni se molesta en asegurarse de que no hagamos nada.

Nuestro último sábado. Craig no va a mentir: esas palabras le dan miedo. Mucho miedo. Kyle es su alma gemela, no hay motivo por el cuál le dejaría de hablar una vez se acabara ese día, ¿No? No, claro que no. Han formado algo juntos, Kyle no va a dejarle.

Craig a veces llega a odiarse por sus inseguridades. Esta es una de esas veces.

Pero no va a dejar que sus miedos le sobrepasen esta vez. Esta vez, el control es suyo.

— Entonces perfecto.

Se sienta en el suelo y abre la mochila, ante la atenta mirada de Kyle. Saca la manta y la extiende en el suelo

— Siéntate. —Craig le hace una seña para que se siente a su lado; Kyle vacila por unos segundos, pero finalmente se sienta junto a él.—

— No sé qué planeas...

— Ahora verás. —Craig saca su mechero azul cobalto del bolsillo de su chaqueta y enciende las velas. Antes no se había parado a ver a qué olían, pero ahora sabe que tienen aroma a canela.—

Mientras Craig se muestra seguro, Kyle no entiende nada de lo que está pasando. Intenta tranquilizarse pero una parte de él le fuerza a no bajar la guardia. Craig es su alma gemela, sí, pero también fue su enemigo durante más tiempo del que podía recordar. Supone que el instinto de no bajar la guardia estando con él se desvanecerá en algún momento. O no. O sí. O no, o sí. No tiene ni idea, pero sabe que ese no es el momento de pensar en ese tema.

— Verás, —Craig saca la carta que había guardado en su mochila tiempo antes.— Ya te dije que de pequeño me encantaba la astronomía. Pero no te dije por qué la adoraba tanto, ¿Verdad?

— Pues no, no me lo dijiste.

— Ahora te lo voy a explicar.

Craig saca el sobre de la mochila. Hay un ligero temblor presente en sus manos, pero intenta controlarlo para que Kyle no lo note. Kyle lo ha notado; pero no va a decir nada. No quiere arruinar un momento que parece ser muy importante para Craig.

— Ehm... Esto lo escribí cuando tenía siete años. Se supone que era una redacción para el colegio, pero no la entregué. —Toma aire y comienza a leer—: Cuando sea mayor, quiero ser astronauta y descubrir todos los secretos del universo. Papá dice que es un sueño raro y mamá me pregunta por qué, pero yo no le contesto. Creo que piensa que no hay motivo. Pero sí lo sé. En una película, ví que el planeta podría acabarse y que los humanos se morirían. Entonces, pensé en mi alma gemela. No quiero que a mi alma gemela le pase nada, así que quiero visitar el espacio para ver si podríamos vivir en otro planeta. Viviría en Marte, o en Saturno (bueno me da igual) con mi alma gemela y Stripe. Por eso, cuando sea mayor, quiero ser astronauta.

Craig recuerda que en vez de entregar esa redacción, escribió otra en la que decía que quería trabajar en una oficina como su padre y ganar mucho dinero.

— Creo que yo a los siete años lo máximo que llegaba a pensar era en qué iba a pedir por mi cumpleaños

Los dos ríen ante el comentario del pelirrojo.

— Y entonces, ¿Qué te parece?

— Estaré encantado de vivir contigo en cualquier planeta.

Craig ya se ha hartado de esperar.

Y al parecer, Kyle también.

Su primer beso ocurre de forma natural, siendo perfectamente imperfecto, y Craig no puede evitar pensar en cómo la sensación de los labios del pelirrojo contra los suyos es una de las mejores cosas que ha sentido en toda su vida.

A prueba de ti;; cryleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora