(10: que difícil es hacerlo en un simca 1000)

107 12 15
                                    

(les recomiendo escuchar la multimedia)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(les recomiendo escuchar la multimedia)

Cuando salieron del bar, a altas horas de la noche, se sentaron en la acera que quedaba en la entrada de un callejón. Eran iluminados únicamente por la luz de la luna y por la luz del mechero que Dante había sacado para encender su cigarrillo.

—¿Quieres? —habló el chico, pasándole la cajetilla y el encendedor a Oliver, pero este ultimo los rechazó con un movimiento de mano.

—No gracias, lo estoy intentando dejar.

Dante asintió, con una sonrisa y guardo las cosas en el bolsillo de su pantalón. Dio una calada a su cigarrillo y escupió el humo hacia el cielo. Los dos estaban en silencio y eso estaba bien. El rostro de Dante había vuelto a la normalidad y las grietas que se formaron mientras bailaron en el bar desaparecieron. Como si nunca hubieran estado ahí. En cuanto a Oliver... él seguía sintiendo un eco en su interior.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Adelante.

Y Oliver dudó un momento sobre si preguntar era una buena idea, pero lo hizo de todas formas.

—Hace un tiempo me preguntaste porque me mude aquí... bueno, ¿y tú porque lo hiciste?

—Te tardaste en preguntar —rio Dante, quizás en un intento de evadir la pregunta un poco más. Dio otra calada a su cigarrillo y escupió el humo lentamente. —... estaba haciendo lo mismo que tú, estaba huyendo. Pero no de mí, sino...

Ante el silencio, Oliver se inclinó para mirar el rostro de Dante. La mirada marina del chico estaba perdida sobre el asfalto y sus labios temblaban levemente, al igual que la luz del cigarrillo que colgaba de estos. Al mirar un poco más, noto también como su cuerpo temblaba ligeramente. Parecía estarse conteniendo.

—... ¿huías de alguien más?

Dante le dio otra calada a su cigarrillo antes de contestar, dándose también tiempo para soltar el humo. Pero solo pudo asentir.

Cuando el chico confirmo aquello, con un simple movimiento de cabeza, Oliver sentía que el eco en su interior dejaba de resonar. Ahora todo volvía a estar en silencio. Dante seguía temblando en su lugar y él no podía dejar de pensar en quien pudo ser la persona que obligo a Dante a huir. A perder su lugar en la bóveda celeste.

No sabía qué hacer. Ver a Dante de esa manera le provocaba una presión en el pecho, pero temía que el chico se desbaratara apenas respirara a su alrededor. Temía arruinar más la situación, sin embargo, su cuerpo se movió sin su permiso, lentamente.

Cuando se dio cuenta, sentía la temblorosa mano ajena debajo de la suya. La apretó ligeramente.

—¿Estas bien? —se atrevió a preguntar, incluso si era obvio que no era así. Se sintió un poco idiota.

Dirty Laundry 『original 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora