❝Él tiene sus secretos, sí, yo también
tengo los míos.
No me importa lo que hiciste
solo lo que hacemos...
la ropa sucia,
luce bien en ti.❞
(Dirty Laundry - All Time Low)
Los secretos son una de las tantas cosas que vuelven complejo al ser human...
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Una semana después, Oliver y Dante salían casi todos los días. Ya no era necesario que se encontraran únicamente en la lavandería, ahora incluso compartían mensajes y llegaban a juntarse en casa de Oliver para cenar. Su relación se volvía cada vez más cercana sin que se dieran cuenta. Aunque por supuesto que era obvio cuando, de vez en cuando, compartían uno que otro beso.
Sin embargo, aún había cosas que demostraban ciertos trechos entre los dos. Trechos que no estaban muy seguros de querer cerrar. Aun así, lo intentaban.
Y ese era uno de esos intentos.
—Muy bien, es tu turno.
—¿A qué te refieres, Dante?
El nombrado se movió por la alfombra donde jugaban UNO, recorriéndose hasta llegar al lado de Oliver. Era viernes por la noche y habían decidido juntarse en casa de Oliver a cenar pizza, escuchar música y jugar juegos de mesa —Oliver estaba arrasando en esto último—, solo para pasar el rato y nada más. Pero, entre partida y partida, en la mente de Dante salió a flote una idea.
—¿Recuerdas la vez que fuimos a comer pizza?
—Lo recuerdo, ¿por qué?
—Bueno, esa vez fuimos porque yo lo propuse, era un lugar al que tenía muchas ganas de ir —dijo Dante, alzando una de sus comisuras en una media sonrisa que invitaba a Oliver a escucharlo atentamente. —Quiero que ahora tú me lleves a algún lugar que te guste. El que sea.
Oliver miro a Dante sin saber muy bien cómo responder. Y no es que la idea le pareciera ridícula ni mucho menos, simplemente él no estaba seguro de que lugar sería ese. Un lugar que le guste. La lavandería podría entrar en esa categoría, pero dudaba mucho de que Dante aceptaría eso como respuesta, así que decidió rebuscar un poco más en su cabeza hasta dar con otra.
—Un lugar que me guste... -murmuraba, sintiendo la mirada insistente de su acompañante encima. Presión.
—¿Y bien?
Y entonces, se le prendió el foco.
—Ya lo tengo. —Se puso de pie, se colocó los zapatos y una chaqueta para después caminar a la entrada y tomar las llaves de su auto. —Ponte los zapatos y sígueme.
Una carcajada burbujeo en la boca de Dante mientras se ponía de pie y se colocaba sus botas, para después seguir a Oliver a la puerta y salir de su departamento.
Podía parecer una tontería, pero el que Oliver quisiera mostrarle su lugar favorito, era importante para Dante.
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